lunes, 7 de noviembre de 2011

Viva la paz

¿Ansiedad, miedo, incertidumbre? ¿Te suena familiar? Hoy en día prácticamente todos experimentamos esos estamos con bastante frecuencia, lamentablemente. Parece que hace mucho que realmente no experimentamos paz verdadera.

Según las definiciones populares, la paz siempre se define en términos negativos, es decir, es una situación donde no hay guerra, contraposición a las turbulencias, no pleitos, no riñas. Sin embargo la Biblia define la paz en términos positivos. Según Dios, en su palabra se define la paz como el estado de tranquilidad de una persona que confía en que es salvo (y todo lo que esto conlleva), no teme a nada y está contento con lo que tiene, sin importar lo que sea.

Jesús es la única fuente de la paz. Él mismo predicó la paz,  y murió en la cruz para hacer posible la paz con Dios, el hombre y con nosotros mismos. Es el conducto por medio del cual Dios ahora da la paz al hombre, como fue pronunciado la noche que Él nació, como menciona Lucas 2:11-14.

 Vivir en paz debe ser une estilo de vida presente en todo momento. Para conservar la paz entre Dios y nosotros, necesitamos conocer lo que Dios dice, para entonces desarrollar la confianza en Él. Si no conocemos lo que Dios nos promete no podemos pedírselo. El profeta Isaías en el capítulo 48:18 nos recuerda que “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. ” Quien no quisiera tener tanta paz que se parezca a un rio y refresque a todos los que están a nuestro alrededor. Además de esta confianza en Dios, es necesario ser  muy fieles a la oración. Filipenses 4:7 dice que por nada estemos afanosos o preocupados, sino sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y entonces, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. No oramos para que Dios sienta bonito, oramos para desarrollar una relación con Él, oramos para aprender a confiar plenamente en lo que Él dice, y aprender a experimentar Su paz.

Para estar en paz con los demás, sean papás, hermanos, amigos, novios(as), compañeros de trabajo, etc., necesitamos buscar la paz y seguirla. La recomendación del salmista es “Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela. (Salmo 34:14)” Seguir con el pensamiento egoísta que dice que estaremos en paz hasta que se terminen los problemas, las discusiones, o hasta que los demás decidan estar en paz con nosotros, es un pensamiento utópico. Buscar la paz, como dice Salmos, significa esforzarnos, dejar nuestro ego y poner un extra para estar en paz con otros.  Es necesario ser de una misma mente, tener compasión, amarnos como hermanos, ser misericordiosos y amigables, no regresar maldición por maldición, ser dadores de bendición.

Y tal vez lo más complicado será estar en paz con nosotros mismos. ¿Qué te quita la paz?, es una pregunta interesante. Pensemos en qué momentos nos hemos sentido intranquilos, preocupados, impotentes, angustiados… Sentirnos así es consecuencia de la presencia del pecado en nosotros. Suena complicado, ¿cierto?, pero es que cada vez que sentimos que las circunstancias nos ahogan, es porque no tenemos confianza en Dios y no somos capaces de cederle el control a Dios, somos egoístas. La paz se va de nosotros cuando no estamos actuando de la manera correcta y queremos solucionar las cosas a nuestra manera, suena fuerte, pero es pecado. Dios quiere que vivamos tranquilos, quiere que tengamos una buena vida, pero para lograrlo necesitamos obedecer lo que Él dice. El estilo de vida divino es 100% aplicable hoy en día, la Biblia es un conjunto de principios para vivir bien, de manera saludable, provecha, con éxito y sobretodo en paz.  El Salmo 119:165 nos recuerda que mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Busquemos hacer la voluntad de Dios, a pesar de las circunstancias y está garantizado que tendremos paz, a pesar de las circunstancias. Una vez que decidimos adoptar las ideas de Dios a nuestra vida, entonces es necesario desarrollar el contentamiento, es decir, estar agradecido con mi situación actual. Siempre habrá algo más que comprar, alguien más con quién convivir, un logro más que alcanzar; pero dejemos de vivir en el hubiera, en el posible futuro, llenos de quejas, de complejos. Vivir agradecidos es una decisión, no un sentimiento. Veamos las cosas que sí tenemos y agradezcamos esas, dejemos de poner nuestra mirada en todo aquello que no tenemos y que nos hace desdichados; entonces experimentaremos una paz fuera de lo conocido.

Los humanistas dicen que podemos encontrar la paz en nosotros mismos, sin embargo, jamás podremos encontrar paz en la naturaleza humana; la única manera de producir paz es a través de la presencia del Espíritu Santo en nosotros, independientemente de la solución de los problemas. No tratemos de entenderla, aprendamos a vivirla.

Lo más importante es que decidamos tomar acciones en nuestra vida para tener paz, y es en esa constante de paz que tomaremos las decisiones adecuadas conforme a la voluntad de Dios. La paz de Dios, es acompañada con amor y gozo(alegría) aún en los problemas. Pablo le dice a los Romanos 5:2, “(refiriéndose a Dios) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en los problemas, sabiendo que los problemas producen paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. ” La confianza en Dios desarrolla la paz que tanto buscamos.

¡Cambio y Fuera!