¿A quién seguir? Es una de las preguntas más comunes del ser humano. Todo lo que somos, es porque lo hemos aprendido, pero no todo lo aprendido es bueno y nos conviene. Es por eso que debemos aprender sobre las buenas y malas influencias o modelos a seguir, para tomar lo mejor de cada uno, y convertirnos en personas de influencia positiva en la sociedad que poco a poco decae.
Partimos del hecho que todos somos imperfectos, por lo tanto no podemos ser el ejemplo “modelo” para que otros nos sigan; sin embargo sí existe un modelo ideal al cual imitar. Jesús es la mejor influencia que puede existir. Dice el apóstol Pedro 2:21, que Jesús nos salvó para que lo tomemos como ejemplo y lo sigamos; comenta más adelante en esa misma sección, que sin Jesús en nuestra vida somos como –ovejas sin pastor descarriadas- es decir, gente sin propósito que va dándose topes a cada rato; pero Él viene a salvarlos para lo que imitemos y cambiemos el rumbo. Tomando a Jesús como modelo perfecto a seguir, nos queda un reto enorme, pero no utópico, es decir, sí lo podemos llevar a cabo. Pero necesitamos ser responsables.
Un ejemplo muy interesante sobre ser buena influencia y gente que a través de su ejemplo ha cambiado la vida de otros, tenemos a Onésimo. Muy probablemente no tengas ni idea a quién nos referimos, pero te recomiendo leer la carta de Pablo a Filemón. Onésimo era un esclavo de Filemón, debemos tomar en cuenta que en aquel tiempo el tener esclavos significaba que el amo era prácticamente dueño de la persona que le servía. En este caso Onésimo “casi” le pertenecía a Filemón, pero se pelean, y Onésimo huye. Buscando un poco más al respecto, nos damos cuenta que Onésimo era un ladrón y nada confiable; así que muy probablemente Filemón lo cachó, y el esclavo se dio a la fuga, para evitar su castigo. Después de un tiempo, Onésimo termina en la misma cárcel donde el gran apóstol Pablo estaba. Claro es que Onésimo merecía estar ahí, pues era un ladrón y seguramente lo cacharon en nuevas trampas, y Pablo estaba ahí injustamente, estaba ahí porque se dedicaba a predicar el evangelio de Jesús, y esto al gobierno romano lo tenía muy inconforme, así que lo mandaron a la cárcel. Estando ahí los dos, Pablo comienza a trabajar con Onésimo, a tal punto que Onésimo se convierte en uno de sus ayudantes en compartir el evangelio de Cristo a otros. Esto es totalmente increíble, de ser un ladrón despreciado, ahora se convertía en un fiel ayudante del gran Pablo. Así que Pablo decide escribirle a Filemón, diciéndole que le envía a Onésimo, pero ya no como esclavo, si no que ha sido transformado, ahora lo envía como compañero de servicio, para que le ayude en la iglesia. Definitivamente Pablo nos sorprende con su ejemplo, en un ambiente poco amigable para enmendar el camino de un ladrón, la cárcel, Pablo toma la oportunidad de enseñarle un nuevo estilo de vida, y ayudarle a cambiar. Y es el mismo reto para nosotros.
Suena interesante más no fácil. Pero Pablo nos da un consejo muy aplicable al tiempo actual. En la carta a los Filipenses 3:17-20 Pablo hace una recomendación un tanto agresiva, pero muy cierta, diciendo que sigamos su ejemplo y el aquellos que nos enseñan lo bueno. Me llama la atención como menciona que muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo, esto puede sonar un poco “elevado” o complejo, pero no lo es. La cruz de Cristo representa todo lo que Jesús nos ha dado, puede ser perdón, paz, tranquilidad, una nueva vida, una nueva oportunidad, sanidad, constancia, paciencia, fidelidad.. etc.; cada quien sabe que es lo que Dios ha hecho por ti. Pero Pablo dice que debemos seguir el ejemplo de él, y no de aquellos que van en contra de todos las cosas buenas que Dios nos ha dado, gracias a que Jesús murió por nosotros. Y más adelante dice que no vivamos como los que su único dios son sus propios deseos. Aquí está la diferencia de una buena influencia y una mala influencia. El mundo actual está centrado en el –yo- y lo más importante para todos hoy en día es yo estar bien, mi propio placer, mis gustos, mis intereses, mis prioridades, mis problemas, mi cuerpo, mi ego, mi éxito.. ¡mi todo! El dios de este siglo son nuestros propios deseos y el yo. No porque sea malo pensar en nosotros mismos, es buenísimo preocuparnos por nosotros, pero siempre con equilibrio. Y Pablo es muy claro diciendo, sigan el ejemplo de los buenos consejos que les hemos dado, no sigan a aquellos que solo se preocupan por ellos mismos.
Ahora vemos un ejemplo de alguien que tomó un mal consejo, por precisamente concentrarse en sí mismo. ¿Has escuchado de Roboám? En 1°Reyes 11:40 al 12:24 se nos relata toda la historia de este interesante personaje. David, aquel que peleó contra Goliat, se convirtió en un súper rey de Israel. Después se queda su hijo Salomón, muy conocido porque ha sido uno de los más inteligentes en la historia del hombre al pedirle a Dios sabiduría, fue todo lo que pidió, y siendo el hombre más sabio del mundo, tomó decisiones muy importantes. Entonces muere Salomón y sigue Roboám al trono. Sin embargo Roboám no fue como su abuelo David y su padre Salomón, este nuevo rey inexperto, no tenía ni idea de cómo manejar un reino; entra al poder y se enfrenta con un problema con cierta población. Eran muy oprimidos y castigados por el reino, así que le piden al nuevo rey un poco más de libertad y sobre todo misericordia. Roboám va con los consejeros de su abuelo y de su padre y les pide consejo y ellos le dicen, que sea bueno con el pueblo y tenga misericordia. Sin embargo no se queda contento con el consejo y mejor va con sus amigos. Los cuales eran igual de inexpertos que él, ellos le aconsejan ser más agresivo con el pueblo y maltratarlos más. Y así lo hace. ¿Cómo crees que termina la historia? El pueblo lo apedrea y apenitas logra salir vivo, a partir de aquí todas las generaciones odiaron a la familia de David. Que impresionante fue la decisión de Roboám. Y tal vez en nuestras decisiones cotidianas no está el reinar un pueblo entero, pero tenemos muchísimas decisiones en las que debemos ser más sabios, pues las consecuencias son inmediatas.
El libro de Proverbios en el primer capítulo es muy claro y dice, oye si los malos o los pecadores te sonsacan, no vayas con ellos, no te conviene, aunque suene de lo más tentador. Debemos desarrollar la habilidad para decidir qué nos conviene y que no nos conviene. La respuesta para aprender a hacer esta diferencia está en la primera carta a los Corintios 2:14-16, la clave está en la relación con Dios. Dice esta parte de la Biblia que si no tenemos una relación con Dios entonces todo esto suena a una completa locura, porque va en contra de lo que la sociedad actual vive; sin embargo cuando tenemos una relación con Dios y le preguntamos, entonces podemos hacer la diferencia y tomar buenas decisiones.
Pablo le recomienda a Tito en su carta, “a los jóvenes motívalos a ser sensatos, y a hacer buenas obras”. Recordemos siempre el consejo que el mismo Pablo da a Timoteo sobre ser ejemplo en nuestra forma de hablar, en el amor, en la fe, en la conducta y en la pureza. Esto es ser una buena influencia. No somos perfectos, pero somos perfectibles. No podemos aislarnos y andar juzgando a todos. Solo debemos ser sabios en los consejos que tomamos. Analizar el estilo de vida y la congruencia que haya entre lo que dicen y lo que hacen. El evangelio según Mateo 12:34b-35 dice que de la abundancia del corazón habla la boca, siempre que escuchemos a alguien o digamos algo, recordemos que es producto de lo que tiene adentro, de su estilo de vida, convicciones, forma de pensar. Recordemos llenar nuestro corazón de cosas que en verdad valgan la pena, para que eso sea lo que hablemos y digamos; pero sobre todo lo que vivamos. Ser congruentes en el pensar y actuar no es fácil, pero vale la pena.
Cambio y Fuera!