¿Alguna vez te has preguntando: “¿A qué vinimos a este
mundo?”. Cualquiera de nosotros se convertiría
en la persona más rica del mundo si encontrara la
respuesta a este cuestionamiento. Y es que desde el principio de los tiempos,
el hombre ha buscando de todas las maneras posibles encontrar la mejor
respuesta para esta complicada pregunta, en las estrellas, en los planetas, en los
animales, en las religiones, la
Filosofía, en los
extraterrestres, en las flores, en lo que sea…
Tú, ¿a qué crees que viniste al mundo? Muchos
dicen que a ser felices, a ayudar a otros, a encontrar nuestro propósito, a
cumplir un propósito divino… ¿tu a qué viniste?
Sin embargo todas las posibles respuestas
parten de filosofías personales y bastante relativas, es casi imposible que se
determine una respuesta unánime. Pero hoy vamos a descubrir lo que opina Él que nos mandó al mundo.
Para ti, ¿qué es adorar?. Seguramente en
alguna ocasión le has dicho a alguien más que “lo adoras”, o te encanta
escuchar cuando tu pareja te dice “te adoorooo” con una carita de enamorado que no puedes describir.
Suena un poco más importante que un simple “te quiero” o un
importante “te amo”.
Adorar significa acercarse para besar, en la raíz de la palabra. Pero en
términos mucho más sencillos es amar al extremo. Dice el evangelio según San
Marcos 12:30 (NVI) “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas.” Adorar a Dios es amarlo con todo lo que tenemos y
somos. Adorar, es también, inclinarse con el rostro en el suelo, cierta forma
de humillación. Sin embargo, adorar a Dios es todo lo que hagas para complacerlo, así de sencillo.
El evangelio según San Juan 4:23-24 (NVI) dice “por que así quiere el Padre
que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y
verdad”. Pero vamos por partes, empecemos con la siguiente pregunta: ¿quién
es Dios para ti? Dependiendo de los últimos acontecimientos en tu vida, buenos, malos, afortunados o
desafortunados, darás una respuesta. Sin embargo, sin importar la cultura en la
que te encuentres Dios es sinónimo de bondad. Dios es el autor de la vida y del
universo, creamos o no creamos Él está ahí, existió antes de todo y nunca se
terminará. Él nos creó así que es el único que tiene la respuesta a quienes
somos y por qué estamos aquí. Por lo tanto la adoración de la que Dios habla tiene que ver con
el reconocimiento de que Dios es lo más grande y excelso que hay. Dice
Apocalipsis 4:11 (NVI) “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el
poder, porque tu creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron
creadas.”
La verdadera respuesta a la controvertida
pregunta inicial es que nacimos para adorar. De hecho es el tema principal de
la Biblia, ¿sabías eso?. De entrada, suena muy loco, sin embargo fuimos creados
para adorar a Dios. Que impresionante es que a pesar de los millones de ángeles
que Dios tiene en el cielo para que lo alaben día y noche, Dios nos creó,
porque somos su creación más especial. Alabar a Dios nos da la mejor
identidad. La adoración es parte de nuestro chip interno, si no adoramos a
Dios, en algún momento adoraremos a alguien mas. Y nos conviene adorar a Dios,
bien dice Job 22:21 (NVI) “Sométete a Dios; ponte en paz con el, y volverá a
ti la prosperidad.”
Salmo 100 (NVI) “Aclamen alegres al Señor,
habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él
con cánticos de júbilo. Reconozcan que el Señor es Dios, él nos hizo y somos
suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción
de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben
su nombre. Por que el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad
permanece para siempre.” Este salmo nos habla de la manera ideal para
adorar a Dios. Debemos aclamar a Dios y presentarnos con un corazón correcto;
es decir, nada de muchas palabras bonitas a Dios y malos pensamientos a otros
al mismo tiempo. Adorar a Dios es reconocer que Él es NUESTRO Dios, este
concepto es mi favorito, somos hijos de Dios, no somos cualquier persona; así
que cada vez que le decimos de manera audible que Él es Dios, reconocemos que Él es nuestro padre, amigo,
consuelo, apoyo, fortaleza, paz, confianza, esperanza, felicidad, Él lo es
todo. Entrar por sus puertas significa que debemos presentarnos ante él, no es
suficiente solo pensar que Dios existe, hay que decirlo y hacerlo audible. A
final de cuentas, la razón principal es que el Señor es bueno y su fidelidad
permanece.
Se trata de un estilo de vida. Como dice
Romanos 12:1 (NVI) “Por lo tanto, hermanos , tomando en cuenta la
misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración
espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.”
Si Dios ha tenido tanta misericordia de nosotros, extrema paciencia y amor, lo
mínimo que debemos hacer es usar nuestro cuerpo para adorarlo. Vivamos
todos los días pensando antes de actuar y siempre tomando en cuenta que nuestro
vivir haga sonreír a Dios.
Me gusta pensar que Dios es práctico y está
interesado en nuestro día a día. 1ºCorintios 10:31 (NVI) lo detalla mejor: “Ya
sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria
de Dios.” Adorarlo por medio de la oración, es decir, habla con él; donde
quieras y como quieras pero habla con Él, nadie mejor para entender nuestra
loca mente. Agradécele porque es bueno y nos ha dado mucho, te garantizo que te
ha dado mucho más de lo que te ha quitado, adquiere el hábito de agradecer cada
día por los alimentos, por la vida, por los bienes materiales, por la familia,
por la salud….. por todo. Obedecer los mandamientos de Dios es el acto de adoración
perfecta; nada demuestra mayor amor que estar dispuestos a hacer las cosas a la
manera de Dios; recordemos lo que menciona el apóstol San Juan en su evangelio
(Juan 14:23-24 NVI) “Les contestó Jesús: El que me ama, obedecerá mi palabra
y mi Padre lo amará y haremos nuestra vivienda en él. El que no me ama, no
obedece mis palabras.” Canta audiblemente sobre el amor de Dios, a todos
nos encanta escuchar canciones sobre el amor y desamor, nos fascina sentir las
emociones a flor de piel, sin embargo no existe una sola persona en el mundo
que haya demostrado mayor amor por nosotros que Dios a través de su hijo Jesús;
¡cántale!. Decide servir a otros, da tu tiempo y espacio para ayudar a quienes
lo necesitan, esto es una manera muy tierna de adorar a Dios, cuando dejamos el
ego y buscamos dar a quienes nos rodean; no porque lo merezcan, si no porque
hemos decidido adorar al único que lo merece, Dios. Lee la Biblia, es la
palabra de Dios, en la versión que más te guste, católica o cristiana, en
internet o en papel, pero ¡LEELA!; solo así conocerás más sobre quien es Dios y
el increíble amor que nos tiene, a pesar de que no merecemos ni tantito. Y si
quieres llevar tu amor por Dios al extremo te reto a que diezmes, ¿crees que es
una locura darle tu dinero a Dios?, acepta el reto. Sabías que en el libro de
Malaquías 3 es la única porción de la Biblia donde Dios nos reta. ¡Sí! Dice que
lo probemos, que demos la décima parte de todo lo que recibamos a Él, a través
de la iglesia, y entonces nos dará una bendición tan grande que no te darás
abasto. Yo lo he probado y funciona, ¡garantizado!.
¿Listo para vivir tu propósito? No esperes a
sentir el momento ideal para amarlo al extremo, ahorita mismo decide apropiarte
de tu razón de ser. He aquí la respuesta perfecta a la gran incógnita: Vinimos
al mundo a adorar a Dios. ¡Decide adorarlo con tu vida!. Leí en alguna ocasión
que la adoración que no afecta su estilo de vida no es adoración. Se trata de
buscar un estilo de vida congruente donde con la boca, con la mente y nuestras
acciones reconozcamos que Dios es lo máximo. Siempre buscando ser reales y
dejando a un lado la hipocresía, tal cual refiere el apóstol Marcos en su
evangelio (Marcos 7:6-7 NIV) “Jesús les contestó: Tenía razón Isaías cuando
profetizó acerca de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus
enseñanzas no son más que reglas humanas.”
La clave está en tomar la vida cotidiana, las
actividades de todos los días, desde que te levantas hasta dormir, el trabajo,
la escuela, tu familia, el tráfico, las comidas, los descansos, el tiempo
libre, la convivencia… TODO dalo como una ofrenda a Dios. Él es el único que
merece nuestra completa adoración, o como dijimos antes, nuestro amor extremo.
No olvides que vinimos a este mundo a adorar a Dios, este acto determina tu
destino. Es un buen momento para dejar de filosofar y tomar la vida y
aprovecharla. Vive tu propósito, ama y adora en extremo a Dios.
¡Cambio
y fuera!