viernes, 30 de marzo de 2012

Muertos de Hambre

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6)


Imagina que  se te hizo muy tarde esta mañana, no alcanzaste a desayunar. Tienes una mañana bastante agitada, por lo que no has tenido tiempo de ir por algo que aliviane tu hambre.. Llega la hora de la comida y el tráfico rumbo a casa es denso, por lo que tu camino para finalmente satisfacer tu hambre se alarga cada segundo más… literalmente sientes que “mueres de hambre”. Ante el hambre, no importa si en la radio ponen tu canción favorita, si recibes la llamada de una persona que amas mucho, no será suficiente… ¿Cómo te comportas cuando mueres de hambre? Mal humor, sin sensibilidad, nefasto, cansado, harto, fastidiado.. ¡Claro! Tienes hambre y te urge saciarla. Ten este “sensación” en mente, porque es a la que se refiere Jesús cuando habla de su bienaventuranza: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”, traducción: “Súper felices los que se mueren de hambre por la justicia, porque ellos siempre se sentirán llenos y satisfechos”.


Jesús está diciendo que aquellos que siempre están buscando la justicia y no tienen suficiente, ellos serán saciados.  En primer lugar, morir de hambre por justicia, es empezar con nosotros mismos, es decir, buscar la justicia en nuestra vida. A través de ser pobre de espíritu, ser humildes, sencillos y reconocer que nuestro peor enemigo vive dentro de nosotros. Salmo 19:12-14 “¿Quién podrá entender sus propios errores?Líbrame de los que me son ocultos.Líbrame de las  soberbias;que no me dominen. Entonces seré íntegro, y estaré limpio.Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti.” El salmista hace la primera oración que todos deberíamos hacer en representación de que morimos de hambre de la justicia de Dios, reconociendo que necesitamos que Dios nos ayude a controlar la maraña de pensamientos negativos y pecadores que tenemos dentro.

La justicia de la que habla esta bienaventuranza es igual a buscar la santidad. Ser justos, es ser personas que ajustan su vida a Dios, que buscan que sea Dios quien brille y no ellos mismos; recuerdan que Dios es lo más importante y no ellos mismos.  La justicia se explica con la fe, es hasta que creemos que Dios es lo más importante, entonces Él mismo toma nuestra fe y la toma como si fuéramos justos, a pesar de que constantemente nos equivoquemos.

Dios quiere que lo busquemos con desesperación, así como cuando tenemos hambre o sed, que nuestro deseo de saber más de Él y conocerlo sea irreprimible, y no pueda satisfacerse con nada más. David, el salmista, lo relata en el Salmo 42:1-2 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”. Así como un venado grita desesperado porque tiene sed, nuestra alma debe desesperarse sin Dios.  Pablo lo dice de manera muy interesante en su carta a los Filipenses 3:7-15 “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,  y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;  a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,  si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.  No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. ” Pablo hace una declaración retadora, y dice que todo lo que tiene y lo que hasta ahora cree que son ganancias, las tira a la basura y las toma como pérdida, pues reconoce que lo más importante es Dios, conocerle y poder estar de su lado. Además, reconoce que a pesar de que no es perfecto aun, como todos nosotros; prosigue a la meta para seguir esforzándose. Sería bueno tomar esta descripción para nosotros mismos.

No busquemos solo bocaditos de media mañana para medio satisfacer nuestra hambre, muchos creen que las buenas obras, el portarse bien un ratito, ir a la iglesia uno que otro domingo va a satisfacer su hambre; pero esos son solo como un chocolate pequeño que entretiene tu estómago, sin embargo el hambre no ha sido saciada. Solo una vida relacionándonos con Dios constantemente sacia nuestra hambre de tajo. Tengamos cuidado en buscar ser justos  y descuidar la justicia . Creer que hacer “obras buenas” contrarresta nuestra vida libertina. Así como dice Santiago, debemos encontrar un equilibrio entre la fe y las obras, es mitad y mitad, no se vale más de una y menos de la otra. Tristemente nos gusta creer el cuento de hadas que la vida no es para ser feliz y buscar tener una conciencia tranquila, es para buscar la justicia y santidad. La clave está en sentir que tu corazón no es como el de Dios y sentir angustia. Necesitamos reconocer que sí hay una distinción entre buscar el cielo y buscar a Dios, entre huir del infierno y huir del pecado; pues cualquier hipócrita desea el cielo, y teme el infierno; pero solamente el hombre sincero tiene hambre de justicia. Dios no espera que todos seamos siempre justos, espera que tengamos hambre y sed, es decir, que nos esforcemos; como decía Pablo, no es que ya seamos perfectos, es que le echamos ganas para algún día serlo.

Para vivir la justicia requiere una mente renovada, Coloscenses 3:10 lo dice revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno. Somos personas renovadas, tener la mente del mundo actual es solamente ciclarnos en lo ya conocido, solo la mente de Dios nos dará un punto de vista diferente, completo y correcto.

¿Quieres ser justo, vivir la justicia de Dios? Seamos justos en la conducta, lenguaje y pensamiento, recordando que Dios es lo más importante, así que cuando quieras lastimar a alguien o buscar que otro se ve afectado fíltralo en el estilo de vida de Dios, ¿Jesús lo haría?... Lo mismo con nuestras palabras, pensamientos.. ¿Es el estilo de vida de Dios?. Seamos caracterizados por la integridad, amabilidad, la clemencia, el amor. Busquemos que nuestros sentimientos y conducta estén enfocados en Dios. Que tan seguido tenemos deseos, pensamientos y sentimientos irregulares, es decir, aquellos que atentan contra el estilo de vida de Dios, aquellos que solo nos conducen a pecar más y más..  ¡Elimínalos!

Regresemos a la historia inicial.. estamos “muriendo de hambre”, ¿qué se te antoja para ser saciado?. Imagínate a qué va a saber la comida en ese momento.. ¡Delicioso! ¿Quieres ser saciado, quieres terminar con la terrible hambre que te consume? Solamente Dios puede llenar el hambre de justicia.  Jesús lo dijo en el evangelio según San Juan 7:37 “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. ” El apóstol Pablo lo repite, la justicia que necesitamos desesperadamente solo la encontramos en Dios. “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,  y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” Es necesario que adoptemos el carácter de Dios en nuestra vida, ¿se nota que Dios vive en ti? Busquemos llenarnos de Dios y entonces que se note en nuestro diario vivir. Recuerda que vale la pena comer bien y no solo bocaditos que entretengan la tripa. Que nuestra hambre sea saciada por Dios y por su estilo de vida, no por nuestros caprichos pasajeros que solo nos dejarán con más hambre.

¡Cambio y Fuera!