viernes, 19 de agosto de 2011

Dios y el Sexo



¿Has escuchado la historia de José el soñador?

José el soñador, es una historia mundialmente conocida. José el hijo favorito, cuyos hermanos lo venden y se queda solo en la cárcel, pero llega a ser un gobernante famoso del reino egipcio. Resulta que durante una temporada de su vida, fue administrador de uno de los famosos funcionarios de faraón. Potifar, su jefe, el famoso funcionario, era muy rico y le delegó a José todas sus actividades. Un día, la guapísima y sexy esposa de Potifar se encontró a José solito en la casa, y literalmente le dijo “aquí estoy y soy tuya.. lo que quieras”… José se negó rotundamente y dice una frase muy interesante “Mi jefe, tu esposo, me ha delegado todo lo que está aquí, puedo hacer y deshacer lo que quiera, menos a ti. Además, ¿cómo le podría yo hacer esto a Dios?”. Y huyó. Ese es el interesante capítulo de la historia de José que ha cautivado mi vida. José tenía ante él, lo prohibido y codiciado a su alcance, pero prefirió obedecer a Dios y su compromiso previo, antes de satisfacer su ego como hombre, sus hormonas y su calentura.

El sexo siempre ha resultado y resultará un tema complicado en cualquier ámbito, a pesar de que hoy en día es mucho más fácil, y sobretodo, aceptado, hablar del tema, siempre será tema de discusión. ¿Qué se puede hacer y qué no se puede? Resulta que aun eso es creación completa y absolutamente divina.
Si estuvieras frente a Dios y pudiéramos preguntarle algo seguramente sería ¿por qué lo creaste y no nos dejas probarlo?... Pero como toda su perfecta creación, si nos dio permiso, pero con límites. El amor es la máxima expresión divina, y específicamente el amor sexual Dios lo creó, lo hizo para culminar el amor en pareja, pero lo restringió al matrimonio, por difícil que parezca. La carta a los Efesios 5:33 motiva a los esposos a amarse unos a otros en toda la expresión de amor. Y esto suena común y bien conocido, pero la verdad es que esperarse a tener relaciones hasta el matrimonio, ya es una idea pasada de moda. Pablo en 1°Corintios 6:12 hace una declaración interesante, nos dice que todo se vale, pero no todo nos conviene. ¡Sí! todo se vale, se vale tener sexo cuando quieras y con quien quieras… pero ¡no te conviene! No es el plan original que Dios tiene para nosotros.

El apóstol Pablo le recomienda a Timoteo, en su primera carta capítulo 5:1-3, que a las ancianas las debe tratar como a madres, a los ancianos como a padres, a los jóvenes como hermanos, pero a las jóvenes como hermanas, y especifica que con toda pureza.  La declaración de Pablo es completamente opuesta al mundo actual. Cada día es más y más común ver a chicos abrazándose y casi besuqueándose sin ser “prácticamente nada”. ¿Qué pasa con el mundo actual y la sexualidad en cualquier aspecto de la vida? El hombre actual vive para sí mismo. La cultura del hedonismo impera. Ser hedonista significa que lo único importante es la satisfacción personal, todo lo que busco que suceda es para el placer personal, y no procuro el bien común o la felicidad de los demás, en este caso la de mi pareja. No me importa cómo haré sentir al otro, mientras yo sienta un placer extremo. Pablo se los dijo a los Filipenses, capítulo 2:3, dice que no hagamos nada por vanagloria, ni por nosotros mismos, sino todo con humildad. Dios nos creó, pero nos motiva a parecernos a Él, de Él procedemos así que nuestro objetivo debe ser parecernos a Él, y no solo enfocarnos en nosotros mismos. Todo lo que Dios creó es bueno, nosotros, el sexo y todo lo que existe alrededor. Dios es perfecto y su ley también, pero nosotros somos simples carnales que debemos sin Dios, somos miserables; por eso lo necesitamos a Él. El problema está cuando nosotros corrompemos esa naturaleza creada por Dios, la impregnamos del egoísmo y de la cultura actual. Entonces caemos en pecado. Los pecados en el área sexual tienen la característica de generarnos una alta culpabilidad, que muchas veces escondemos, y vergüenza extrema.

Lo que necesitamos desarrollar es un compromiso con Dios, y no con el mundo actual. Por lo que Romanos 12:2 nos recomienda que no nos amoldemos al mundo actual, nada bueno nos deja, si no que debemos ser transformados por Dios. Recordemos que somos de Él, no de este mundo. Es más, parte de Dios vive en nosotros, la Biblia dice que somos la casa del Espíritu Santo de Dios, por lo tanto debemos comportarnos dignos de ello. Todo lo que hacemos con nuestro cuerpo, el Espíritu Santo está ahí presente, si pecamos, pecamos no contra nosotros mismos, sino contra Dios mismo. 1°Corintios 3:16 nos lo recuerda.

Y es que hablar de pecados sexuales, creo que ninguno de nosotros es capaz de quedar exento. Anteriormente solo se consideraba pecado estar en la cama con la mujer de otro hombre; pero hoy en día es todavía más fácil caer, la masturbación, pornografía, adulterio (estar casado y tener relaciones fuera del matrimonio), fornicar (tener relaciones antes de casarse)… entre otras. Bien dice Jesús en el evangelio según San Mateo, que con solo ver a una mujer y tener pensamientos sensuales o sexuales con ella está mal. Y es que al leer todo esto, entonces salimos perdiendo, pero resulta que Dios vino para los pecadores, es decir, todos nosotros. Pecar en el ámbito sexual es tan peculiar, que puede ser solo en la mente y nadie supo, pero Él siempre se dará cuenta, y la culpa nos perseguirá. Dice Pablo en 1°Corintios 6:18-20 que el que peca sexualmente peca contra su propio cuerpo, ya que aprendimos que Dios vive en nosotros; de otros pecados pecamos de dientes para afuera, pero aquí pecamos contra nosotros mismos. La clave está en huir, así como José huyó.  El mismo Pablo en Romanos 8:13 nos motiva a vivir con Dios, porque nosotros solos jamás podríamos mantenernos exentos de caer en las increíbles tentaciones del sexo, pero si vivimos con Dios, entonces sí podremos. En la misma carta a los Romanos 13:11-14 nos motiva a entender los tiempos actuales, a vivir en la luz y no escondernos en la obscuridad.

Te reto a comprometerte con Dios, ¡vale la pena!. Recuerda que todo nos es lícito, podemos hacer lo que queramos, pero procuremos aquellas cosas que nos convienen, que nos dan un beneficio tangible y sobre todo a largo plazo, más allá de 10 o 15 segundos de éxtasis. Si nos hemos equivocado en el pasado, o actualmente hay algo que no concuerda con la filosofía de Dios, Él siempre estará dispuesto a perdonarnos y darnos una segunda oportunidad. La clave está en comprometernos a echarle ganas y dar lo mejor de nosotros. Yo por mi misma soy miserable y no podría lograr nada, pero con Él puedo tener dominio de mi cuerpo, de mis hormonas, de mi calentura y salir adelante. 


Cambio y Fuera!

lunes, 15 de agosto de 2011

¿Cómo escoger a tu pareja?

Cuando te preguntan qué opinas del amor, la respuesta será dependiendo de la situación que estés viviendo en el momento. Y es que un detonante de los problemas amorosos, por lo regular, es la duda de una correcta decisión. ¿Escogí bien?, ¿escogí mal?, ¿se vale decir que siempre no?, ¿debería regresar?...  Y las dudas nos invaden a un punto en el que buscamos la respuesta en mil lugares diferentes, pero casi nunca encontramos la respuesta que esperamos, o peor aún, la correcta.

Todos hemos escuchado de Sansón, el súper fortachón que narra la Biblia y que si se cortaba el pelo perdía su fuerza. Y es que el caso de Sansón es realmente interesante. Te recomiendo leer el libro de Jueces del capítulo 13 al 16, donde se narra con lujo de detalle toda la historia del famoso héroe. Resaltaremos algunos puntos importantes de la historia, para empezar Sansón era un niño muy esperado y anunciado; así como Juan el bautista y Jesús eran nacimientos anunciados y sus mamás los esperaban; de la misma manera Sansón. Dios le prometió a su mamá que sería el libertador de su pueblo, por lo que debería siempre traer su pelo largo, eso le daría una fuerza extraordinaria. Él desde pequeño sabía cuál era su propósito, pero se desvió de eso. Su prioridad fue encontrar una mujer que le gustara, aunque no cumpliera con las mismas características que él tenía. Le parecían más atractivas las mujeres de los pueblos distintos al suyo y hasta cierto punto enemigos. Es así que se enamora de Dalila, una mujer de otra región y al poco tiempo Sansón se dio cuenta que ella estaba confabulándose con los gobernadores de su pueblo, para acabar con Él y su gente, y ¡no le importó!, la verdad le ganó la hormona. Lo peor de todo, es que cedió y confesó su secreto. Así que Dalila le cortó el pelo y Sansón, en medio de una guerra entre los dos pueblos, quedó completamente debilitado. Estaba tan débil, que dice el narrador que le sacaron los ojos. Sansón se arrepiente y Dios tiene misericordia de él, porque siempre recordemos que Dios cumplirá su propósito CON o SIN nosotros. Y le devuelve la fuerza solo un momento, para que derribe los pilares de la plaza en la que estaban, y matar al pueblo enemigo, pero él también muere en la batalla. Esta historia en verdad es interesante y creo que la mayoría la hemos visto repetida en muchísimas ocasiones. Las relaciones amorosas tienen una repercusión eterna en nuestra vida.

Partiendo de ésta historia, surge la incógnita sobre la importancia de escoger adecuadamente a nuestra pareja sentimental. Cada quien dirá la razón que corresponda y sea producto de su relación actual o de su historia personal. Hay quien considera importante decidir correctamente para evitar que lo lastimen, para no perder el tiempo, para tener relaciones saludables… ¿por qué consideras que es importante decidir bien? Como ejercicio personal te recomiendo preguntarte esto a ti mismo.

Y resulta que en un tema tan controversial, no hay reglas, ni siquiera Dios nos pone reglas. Pero si nos da algunos consejos o recomendaciones, que viniendo de Él, vale la pena seguir. Punto número uno para tomar en cuenta, es la humildad, dice Pablo en su carta a los Romanos que no seamos arrogantes y sobretodo no creamos que lo sabemos todo. En la segunda carta a los Corintios, Pablo hace una recomendación interesante, dice que no “formemos yunta con los incrédulos”, la comparación es con un par de bueyes, sin que sea en un mal sentido, anteriormente, cuando los bueyes tenían que marcar los surcos en la tierra, para que fueran exactamente iguales y no se desviaran el uno del otro, se les unía con un pedazo de madera en el cuello, siendo esto la yunta; de esta manera si uno tiraba a la derecha el otro también, en caso de que cada uno jalara hacia un lado diferente, lastimaría el cuello del otro. Y es que en las relaciones emocionales es igual, es recomendable estar con alguien que comparta nuestras creencias, esquema de valores y convicciones, de forma que siempre podamos ir en la misma dirección y no jalemos para rumbos distintos, porque de ser así nos lastimaremos. El objetivo debe ser común, y mejor aun cuando ambos estamos enfocados en Dios y buscamos una vida congruente con Él, bien dice el evangelio según San Mateo, que si buscamos el reino de Dios, todas las demás cosas llegarán solitas. Si nuestra prioridad es Él, entonces nos será más fácil y armoniosa la convivencia en la relación. El objetivo en común, parte de las creencias y actitudes que cada uno tenemos ante la vida. Y es que en cuestión de relación, cada uno de nosotros fue formado y creció en un ambiente completamente diferente al de nuestra pareja, todos llevamos a la relación, el bagaje de nuestra formación familiar, nuestro entorno social y experiencias vividas; a partir de ahí vamos desarrollando una concepción personal del mundo y de la vida. Sin embargo incorporar a estas creencias, el código de ética y la estructura de vida social que enseña Dios es muy sano. Los capítulos 4 y 5 de la carta de Pablo a los Efesios (analizados en la Sesión 8 de este Blog) hablan sobre el código de ética y conducta. Ser prudentes los unos con los otros, no criticarnos, ser amables, no dejar que el enojo nos carcoma por dentro, ser apacibles, ser responsables, etc. Estas características definitivamente le darán un sello muy diferente a nuestras relaciones. La carta a los Hebreos nos motiva a preocuparnos los unos por los otros, siempre motivándonos al amor y a las buenas obras, y esta resulta una característica importante y necesaria en nuestras relaciones; estar con alguien que nos motive, nos empuje y siempre busque lo mejor para nosotros, es una cualidad extraordinaria hoy en día. Una vez que vamos adoptando estas características a nuestra vida, me resulta interesante la observación que hace el libro de Proverbios que es mejor vivir en la azotea de cualquier casa fea, que vivir en una enorme casa con una mujer peleonera. Y es que nuestras actitudes personales son muy importantes para la salud de nuestra relación. Dice Proverbios que es mejor vivir en el desierto, que con una mujer de mal genio. Y a su vez nos recuerda que como una ciudad sin defensa, es un hombre que no sabe controlarse. Seamos personas con alto dominio propio, y busquemos lo mismo. Característica importantísima al momento de escoger a nuestra compañía emocional, es la evaluación de la honestidad. Proverbios se refiere a las personas honestas y las respuestas sinceras como un beso en los labios. Y me parece una analogía perfecta, porque hablar con la verdad es la clave para las relaciones.

Según un estudio de la compañía de belleza Dove, en el 2010 se preguntó a un grupo de mujeres sobre la percepción de la belleza en México, y el resultado es que solo el 1% de las mujeres en México se sienten realmente bellas y están conformes consigo mismas. Es sorprendente. Sabemos que el concepto de belleza estos días ha ido cambiando en referencia a lo que hace unos años nos parecía hermoso y envidiable. Pero siempre recordemos lo que Dios ve. Cuando el sacerdote Samuel tenía que escoger al nuevo rey de Israel, en los tiempos de David, Dios le recuerda en qué cosas si se debe detener y cuáles debe pasar por alto. “No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” Fijémonos en el corazón. Dice Proverbios que las mujeres indiscretas y chismosas son como un anillo de oro en el hocico de un puerco cochino. Me encanta la recomendación que hace Pedro en su segunda carta, “que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” Busquemos belleza interna y seamos bellos de verdad. Siendo también, en todo momento, responsables. Busquemos una pareja que al tener los mismos objetivos, comparta a su vez la misma responsabilidad, de esta manera nos sentiremos seguros y confiados.

Dios nos dio la capacidad de decidir, es el libre albedrío. Me gusta el consejo que nos da Pablo en su carta a los Gálatas 5:13, dice “hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros en amor.” Somos libres, Dios nos da la libertad y la opción de decidir, sin embargo el abuso de la libertad nos traerá muchos conflictos y problemas; y por otro lado seguir el consejo divino realmente nos ayuda a prevenir y llevar relaciones sanas. Esa libertad de decisión debe ser apoyada por todos los consejos anteriores, recordando que siempre debemos buscar el equilibrio. No podemos esperar la gente perfecta, ni esperes mucho ni esperes nada. Lo importante es su dedicación a Dios, su relación personal con Dios. Recordemos que nosotros jamás podremos cambiar a una persona, si nos es difícil cambiarnos a nosotros mismos, cambiar a otros será todavía más complicado. Dios siempre puede cambiar a quien se deje cambiar. Tenemos la libertad para escoger, pero si oramos ayuda de Dios, seguramente Él nos podrá los medios para decidir de la mejor manera. La recomendación número uno, siempre será vivir en continua dependencia de Dios confiando en Él.

Cambio y Fuera!