¿Quién
no tiene traumas y heridas en el corazón? ¡NADIE! La verdad es que todos hemos
sido lastimados y heridos en el corazón, desde que nacemos, y conforme vamos
creciendo las cicatrices aumentan. Pero el problema está en que esas cortaditas
hacen que nuestras relaciones actuales o futuras se vayan debilitando y seamos
incapaces de tener relaciones saludables. Buscar sanar nuestros traumas es
importantísimo para vivir mejor. Pero sólo Dios puede ayudarnos, porque si
buscamos en otro ser humano, buscamos en alguien igual o peor que nosotros,
pero cuando buscamos ayuda en el que nos creó y sabe cómo funcionamos, entonces
tenemos respuestas efectivas que cambian la vida para siempre.
Lo mejor de Dios es que Él nos ve a todos iguales, muy
pecadores, pero al mismo tiempo perdonados. ¿No te parece impresionante?, nadie
nos conoce mejor que Dios, Él sabe todo lo bueno y malo que hay en nosotros, y
aun así nos ha perdonado y nos ama incondicionalmente. Pero lo mejor, es que
nos ve a todos iguales. Aun cuando a Jesús, el hijo de Dios, lo estaban
crucificando en lugar de sentir odio y rencor, Jesús se atreve a pedirle a Dios
que perdone a los que lo están torturando, ¡¿quién de nosotros haría algo
así?!; (Lucas 23:34) “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Dios nos ha perdonado TODO, no hay un solo detalle que Él no nos perdone…. Es
por eso que merece que lo amemos con locura, ha hecho algo impresionante por
nosotros.
Pero al conocernos a la perfección sabe que perdonar
no es tan fácil para nosotros. Así que a través de los evangelios nos enseña que si queremos que Él nos perdone, es necesario que practiquemos lo mismo a
quienes nos han lastimado. En el evangelio según San Juan 11:25 lo menciona muy
claro: “Y cuando estén orando, perdonen, si tienen algo
contra alguno, para que también nuestro Padre que está en los cielos les
perdone sus ofensas.” Me
recuerda una historia que Jesús contó a sus discípulos sobre unos deudores y
sus jefes, uno de los deudores debía una cantidad muy grande y pide misericordia a su jefe, alegando que no tiene nada con que pagarle, el jefe se
apiada de él y lo perdona. Entonces saliendo de aquel lugar, el deudor se topa
con un hombre muy pobre que le debía una cantidad mínima, pero llevaba mucho
tiempo con esta deuda, así que comienza a gritarle y exigirle que le pague…
alguien escucha el pleito y va a decirle al jefe de este hombre, así que
inmediatamente le mandan llamar y se le comienza a reprochar, en como es que se
le acaba de perdonar una deuda enorme y el no es capaz de perdonar una deuda
pequeña. Exactamente lo mismo es lo que Jesús nos dice, si Él nos ha perdonado
TODO, nosotros debemos perdonar a quienes nos lastiman. No porque se lo
merezcan, pero es lo que mantendrá nuestro corazón y vida en paz.
Y si creemos que es prácticamente imposible hacerlo, y
es que yo no se todo lo que te han lastimado o dañado, y seguramente tienes
muchas razones para tener odio y rencor hacia esa gente. Pero cuando estamos en
Dios, Él nos promete darnos un nuevo corazón, limpio sin heridas, completamente
nuevo. En 2º Corintios 5:17 nos dice que “de
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.” La
clave es estar bien nosotros con Dios, para poder sanar el corazón.
Es urgente permanecer en Dios y en lo que ÉL dice. Es
el único que no cambia y que no nos fallará. Juan 8:31-32 dice: “Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en
mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y
la verdad los hará libres.” La verdad de Dios es la única verdad, es ahí donde
realmente encontraremos libertad. El diablo siempre buscar “echarle limón a las
heridas”, desde el principio de los tiempos su trabajo es recordarnos el daño
que nos han hecho, lo mucho que hemos sido lastimados, etc. Pero en Dios
encontramos libertad.
Perdonar es, no solo una palabra complicada, pero una
acción muy difícil de llevar acabo. No se trata de olvidar, pero Dios nos ayuda
a progresar y seguir con nuestra vida. Tampoco significa negarlo o ignorar los
hechos. Empecemos por reconoce si tenemos culpa. Y recurrir a Dios para que nos
ayude a perdonar, dejar a un lado las heridas y aprender sobre el verdadero
amor, que solo encontramos en Él. Pero recordemos que Dios no nos obliga, es
una decisión personal, solo para quien quiera tomar el riesgo.
Hay dos tipos de personas: dependientes e
independientes, respecto a sus emociones. Los dependientes son los clásicos que
le echan la culpa a todos y todo sobre lo que les pasa, son producto de la
“miserable” suerte que han tenido, y se consideran mártires de la vida y las
circunstancias. Pero las personas independientes son aquellas que deciden cómo
reaccionar ante lo que sucede en su entorno. Cada vez que nos dejamos llevar
por lo que han hecho o dejado de hacer los demás, somos dependientes de ellos y
negamos nuestra libertad de decisión, y vaya que nos ha costado mucho tenerla.
El proceso de perdón y sanidad interior empieza con una decisión personal. La
clave está en tomar lo que sirva y desechar lo que hace daño. No generalices,
sólo las personas dependientes generalizan y suelen decir que “todos son
iguales”, “todos los hombres son gandallas”, “todas las mujeres son
manipuladoras”, etc… Pero las personas independientes se dan la oportunidad de
conocer persona a persona, aceptar las culpas necesarias, tratar cada caso
diferente y sobre todo no le echan limón a sus heridas.
Dios nos adora y quiere que estemos bien
emocionalmente, por medio de la oración pídele que te sane y te ayude a
perdonar las relaciones dañinas que has tenido. Dice 2º Timoteo 1:7 que: “Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio.” La falta de perdón radica en el miedo, la cobardía y
la falta de amor, pero Dios dice que nos ha dado un espíritu diferente, nos ha
dado amor y la capacidad de dominar nuestras emociones. Así que pidámosle que
se vuelva una realidad en nuestra vida.
La única manera de tener relaciones sanas está en Dios,
aprendamos a llevarlas a su manera. 2º Timoteo 3:16 dice que “Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia.” La palabra de Dios es el mejor aliado para sanar
nuestras heridas y aprender la mejor manera de llevar nuestras relaciones.
¡Cambio
y Fuera!