Hace un par de siglos un joven
inmigrante de dieciséis años tuvo que dejar su hogar porque su padre era
demasiado pobre para sostenerlo. Salió con sus bienes materiales en un paquete
que llevaba en su mano. Cuando el joven del campo llegó a la gran ciudad de
Nueva York descubrió que era difícil conseguir un empleo. Recordando las
últimas palabras de su madre y el buen consejo que le dio el capitán de un
barco, el joven dedicó su vida a Dios, determinando devolver a su Señor la
décima parte de cada dólar que ganaba. Así que, cuando recibió su primer billete
de un dólar, dedicó diez centavos a Dios. Y seguía haciéndolo a lo largo de los
años. Después de unos años llegó a ser socio de una fábrica de jabón. Y más
tarde compró la parte de su socio e incluyó a su hermano en la firma. Instruyó
a su contador que abriera una cuenta a nombre de Dios y que depositara allí la
décima parte de todas sus ganancias. El negocio creció maravillosamente y el
propietario decidió dedicar a Dios 20% de sus ganancias; luego 30%, después 40%
y finalmente 50% de las ganancias. Parecía aumentarse sus ventas en proporción
con su generosidad, y pronto la marca de su jabón llegó a ser conocida en todo
el mundo. El finado William Colgate era este hombre que Dios prosperó tan
notablemente por su gran fidelidad.
¿A ti te sobra el dinero? o
¿conoces a alguien a quien sí?... ¡Claro que no! A nadie le sobre el dinero, siempre
nos falta, casi no tenemos, nunca es suficiente; así que escribir sobre dar
dinero a Dios es una completa locura. Pero lo que se nos olvida es que aunque
nos esforcemos por trabajar mucho y ser cada día más millonarios o menos
pobres, como lo quieras ver, quien nos da o nos quita es Dios. Dios es dueño de todo.
Siempre nos quejamos de lo mucho que nos falta y tenemos una lista en
mano de todo lo que necesitamos, pero la verdad es que Dios nos ha dado
muchísimo. Y nos lo da con una razón, (Hechos 20:35) “Les he enseñado que deben
trabajar y ayudar a los que nada tienen. Recuerden lo que nos dijo el Señor
Jesús: “Dios bendice más al que da que al que recibe.” Aquí está
la clave para que nos deje de faltar: DAR. En Lucas 6:38 nos lo vuelven a
repetir: “Denles a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. En
verdad, Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás.”
Pero
antes de dar a otros es momento de dar a tu iglesia, a esa iglesia donde vas
con cierta regularidad a conectarte con Dios. Escuché hace poco que a la
iglesia se le debe dar “cuando se puede, quiere y tiene”… ¡Por eso no damos!
Desde el Génesis, el primer libro de la Biblia, Dios nos cuenta la historia de
Caín y Abel, de los primeros habitantes en la tierra, estos dos hermanos debían
dar el 10% de lo que ganaran en su trabajo (sembrar, cosechar o cazar), en ese
tiempo aun no hay iglesias, así que era necesario que tomarán ese porcentaje de
sus ganancias en especie y lo dedicaran a Dios. Abel lo lleva con un corazón
agradecido, pero Caín va muy enojado porque “no le va a alcanzar si da este
porcentaje”… La historia termina en una asesinato, pero lo más importante es
que desde el principio a Dios le importa que le demos el 10% de lo que
recibimos con alegría, sabiendo que es una forma de agradecer lo mucho que Él
nos da.
Un proverbio dice: “Demuéstrale a Dios
que para ti él es lo más importante.
Dale de lo que tienes
y de todo lo que ganes; así nunca te faltará
ni comida ni bebida.” (Proverbios 3:10) Dios es
el dueño de todo, no necesita nuestro dinero, pero necesita que aprendamos a
desprendernos y dejar de amar el dinero más que a cualquier otra cosa. Es
necesario que demos nuestro diezmo para que la iglesia pueda seguir en pie,
cualquier a la que decidas ir, para que pague luz, renta, sillas, limpieza,
etc. ¡Así de sencillo!
Pero tengamos cuidado, porque
más que la cantidad a Dios le importa la actitud. (2ºCorintios 9:6-10) “El que da poco, recibe poco; el
que da mucho, recibe mucho.» Cada uno debe dar según crea que deba hacerlo. No
tenemos que dar con tristeza ni por obligación. ¡Dios ama al que da con
alegría! Dios puede darles muchas cosas, a fin de que tengan todo lo necesario,
y aun les sobre. Así podrán hacer algo en favor de otros.”
Si estás dispuesto a
“invertir” tu dinero en apuestas inciertas y donde casi siempre saldrás
perdiendo mucho, dale una oportunidad a Dios. Dios es la mejor inversión que
existe. Anímate a dar el 10% de lo que ganes en tu iglesia, con la actitud
correcta y verás que Dios sí cumple lo que ha prometido desde hace miles de
años. No es un chantajista, como los muchos que ya has probado. Dicen
que: “En el pedir está el dar”, pero con Dios: “En el dar está el recibir”.
Esto no es obligación, es una decisión personal, pero vale la pena que se
convierta en un estilo de vida y un hábito.
Deja de aferrarte al dinero
esperando que el dinero te dé más dinero. Dicen que la definición de locura es “hacer
lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”, atrévete a hacer algo
diferente y verás cómo los resultados te sorprenderán, decídete a DAR y prepárate
para RECIBIR.
¡Cambio y Fuera!