lunes, 20 de agosto de 2012

Los Cavernícolas


Imagínate un cavernícola...

¿Listo?

Con ropa vieja o con pieles de animales cubriendo su piel, descalzo, greñudo, talvez un poco sucio, con un hueso en la cabeza, en en ambiente bastante precario... Ahora imagínate 400 cavernícolas viviendo en una cueva... ¿Atractivo? ¡Para nadaa!

David, el famoso rey, cuya historia ha trascendido por miles de años; pasa una temporada viviendo solo en una cueva... con 400 exiliados, muy parecidos a la definición anterior. El capítulo 22 del primer libro de Samuel relata una parte bastante triste de la vida de David. 

Después de volverse el archienemigo de Saúl, el rey de Israel, nuestro protagonista tuvo que huir a la tierra de los eternos enemigos de Israel, los filisteos, como exiliado, casi irreconocible, completamente solo… y sin esperanza alguna. Literalmente se va a vivir a la cueva más perdida, fea, aislada y en lo obscuro de lo obscuro… Estaba en una cueva aislado del mundo. Estaba justo en el lugar y momento para que Dios lo moldeara y comenzara a utilizarlo. Dios le había prometido que sería el rey de todo un pueblo, sin embargo todavía no estaba listo. Dios lo había elegido por su corazón, pero le faltaba un poquito para madurar y tener el carácter para ser rey. Estar en la cueva no era el fin de su historia, aunque pareciera que caer en una cueva, como en la que David se encontraba, es el fin de la vida y la peor situación en la que alguien podría encontrarse.

Y es que cuando estás en la cueva, o como decimos en México “en el hoyo y cavando”, a veces solo queremos estar solos. David no se valoraba a sí mismo y creía que por lo tanto nadie lo valoraría. Le había ido tan mal, que tuvo que entender que era necesario pedir ayuda. Y Dios le manda como primera ayuda, a su familia. (1ºSamuel 22:1)

Después de esto, Dios le manda 400 hombres para que se conviertan en su nuevo ejercito. Sin embargo, estos hombres tenían ciertas características que ayudarían a David a formar su liderazgo. Eran todos los exiliados del pueblo de Israel, eran lo peor de lo peor.  (1ºSamuel 22:2). Eran los oprimidos, los endeudados, y los amargados… ¡Imagínate rodearte de este “tipo” de gente!. Literalmente David estaba encerrado con los cavernícolas, que anteriormente se describieron, en una cueva olvidada.  Más tarde la Biblia les llama: “los valientes de David”. Porque realmente la cueva dejó de ser un refugio y se convirtió en un entrenamiento. Que irónico, nadie pensaría que soldados eran entrenados ahí, era el lugar más olvidado del mundo. A partir de ese momento David no estaría solo, David se dedicó a inculcarles: orden, disciplina, carácter y dirección.

Y es interesante comparar el David al inicio de su llegada a la cueva, y el David de este momento. En medio de la soledad, depresión e incongruencia aparente, el personaje de nuestra historia necesitaba sufrir lo suficiente para reconocer su necesidad. Se sabe que en esta etapa de su vida, escribió el Salmo 57: “Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;Porque en ti ha confiado mi alma,Y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos.Clamaré al Dios Altísimo,Al Dios que me favorece.El enviará desde los cielos, y me salvaráde la infamia del que me acosa; Dios enviará su misericordia y su verdad.” Cuando sufrimos necesitamos decírselo a alguien, especialmente a Dios. David tuvo que ser lo suficientemente honesto para clamar por ayuda, y humilde para aprender de Dios.

Suena duro, pero si hay que vivir en una cueva, ¡acéptala!.. Conviértela en un lugar de entrenamiento, y no te dejes caer en las garras de la depresión.

Todos en algún momento, hemos estado afligidos, porque dado que todos somos pecadores, o como me gusta decir, todos tenemos nuestras cochinaditas internas, por lo tanto el sentimiento de culpa nos acusa. Estamos rodeados de enemigos internos y externos, por lo tanto el sentirnos incomprendidos o en una cueva profunda nos puede tomar por sorpresa. Así que o buscamos a Dios, o seguiremos cavando.

Tengo la teoría personal de que hay tres tipos de personas respecto al fracaso, representado como cueva en esta historia: los que han fracasado, los que están fracasando y los que van a fracasar… Es decir, todos hemos sido fracasados, somos o seremos… Vivir rodeados de cavernícolas es parte de la vida, así que observemos la historia de David como una reflexión de que solo acercarnos a Dios convertirá la cueva en un entrenamiento intensivo para el verdadero propósito de nuestra vida. El Salmo 31, escrito por nuestro protagonista refleja bastante bien la esperanza en Dios; (Salmo 31:1-3) “En ti, oh Dios, he confiado; no sea yo confundido jamás;Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo;Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.” Dios es nuestra esperanza, busca que sea tu mejor compañero en medio de los cavernícolas, pronto se convertirán en tu mejor apoyo. 

¡Cambio y Fuera!