miércoles, 24 de octubre de 2012

Cuando Dios dice que "No"


“Lo que Dios nos quita o nos da, es prueba de su gloriosísimo amor.”*

¿Leíste bien la frase?... Dice que todo lo que Dios nos QUITA, y también lo que nos da, es prueba de su increíble y sobrenatural amor por nosotros. Casi siempre relacionamos las cosas buenas que nos da con muestras de Su amor; pero cuando nos quita es sinónimo de castigo. Pero que bueno y reconfortante es saber que ambas cosas para Él son muestras de amor.

El famoso rey David, de la Biblia, tuvo tiempos muy complicados de guerra y lucha de poder, sin embargo, llega un punto donde por fin vive en su reino en paz y calma. Y mientras veía lo mucho  que tenía, las grandes construcciones y la opulencia de su reino, se dio cuenta que aunque el vivía en una construcción gloriosa, Dios no tenía un hogar como ese.. si no que vivía en una “tienda”. Y comienza a idear un plan para construirle un gran templo al Dios que le había ayudado y lo había hecho un rey. Así que comienza a platicarle al profeta Natán, su amigo, sobre su nueva idea. (2ºSamuel 7:2-3). David reflexiona en que él, siendo rey, tiene una gran mansión; pero Dios vive en una tienda temporal.

Sin embargo, Dios no tenía el mismo plan… Loco, ¿cierto?... Era la mejor idea que David había tenido en toda su vida. De hecho, está comprobado, que David no tenía ningún motivo oculto, no quería tener toda la atención, ni quería sobresalir.. Simplemente le parecía lo correcto para Dios, quería honrar a Dios con todo.  Y es que cuando todo va bien y tenemos momentos de paz  se vienen muchos sueños a nuestra cabeza. Y aunque suene raro, no todos son de Dios, y si no son de Él no se deben cumplir. Y aunque tengamos amigos como Natán que nos motiven, no significa que se cumplirán o que son parte de nuestro propósito.

Y es que Natán, el profeta, se había emocionado con la idea, pero no había escuchado la voz correcta. En 1ºCrónicas 17:3-4 vemos que “En aquella misma noche vino palabra de Dios a Natán, diciendo: Ve y di a David mi siervo: Así ha dicho Jehová: Tú no me edificarás casa en que habite.” La verdad sobre David, es que Dios había hecho rey a David, pero no constructor. Que Dios le negara construir el cielo, no era un CASTIGO, pero si su destino. Dios tenía otro plan, Dios designó que el hijo de David sería el constructor. Y aunque suene complicado de entender e “injusto”, la verdad es que no es cuestión de estar equivocado o no. Es una cuestión de aceptar el “no” de Dios y de vivir con el misterio de su voluntad.  Más adelante en el tiempo, cuando Salomón, el hijo de David, construye el templo, reconoce que David había tenido una gran idea. En cierta forma Dios le dice a David que tuvo una gran idea.  Lo vemos más claro en 2ºCrónicas 6:7-9: “Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre del Dios de Israel. 
Mas Dios dijo a David mi padre: Respecto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón. 
Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.

Cada vez que recibimos un “no” por respuesta lo relacionamos inmediatamente con un castigo.. sin embargo, cuando Dios dice no, ello no es disciplina o rechazo, es redirección. Jamás olvidemos que los planes de Dios son mejores que los nuestros, y aunque Él pone sueños en nosotros, buenos y exitosos, no todos se llevarán a cabo. Nos conviene que Él los acomode como mejor nos convenga. La mejor recomendación es evitar escuchar a otras personas sobre su opinión sobre todos nuestros planes, sobre todo si sabes que te van a juzgar o criticar; mejor pidámosle consejo a nuestro creador. Así como David fue llamado para ser rey, guerrero, compositor… no fue llamado a ser constructor.  Dios no llama a todos a lo mismo. Cada uno tenemos una función diferente.

Lo más impresionante es la reacción de David, bastante clara en 2ºSamuel 7:18: “Y entró el rey David y se puso delante de Dios en el templo, y dijo: Señor Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?.” Cualquier de nosotros se enojaría, reclamaría, buscaría explicaciones a la negativa; pero David decidió reaccionar como un niño pequeño, pidiendo por redirección. Fue bastante humilde reconociendo que él mismo no eran nadie delante de Dios. En el mismo capítulo de 2ºSamuel 7:18-20 David continúa diciendo: “Y aun te ha parecido poco esto, Señor Dios, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor Dios? ¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Dios. ” Él decide alabar a Dios. Y continua en 2ºSamuel 7:22-23: “Por tanto, tú te has engrandecido,  Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.  ¿Y quién como tu pueblo, como Israel, nación singular en la tierra? Porque fue Dios para rescatarlo por pueblo suyo, y para ponerle nombre, y para hacer grandezas a su favor, y obras terribles a tu tierra, por amor de tu pueblo que rescataste para ti de Egipto, de las naciones y de sus dioses.” Me asombra que David, el gran rey, prefiere alabar a Dios y agradecer por todo lo que ha hecho por él y por el pueblo. Para después enfocarse en “ayudar” a Salomón con algunos preparativos, pero no se enfoca en la tarea final. No le importa dejar su “ego” a un lado,  y ayudar a otro a cumplir su propósito. ¿Listo para el reto?

Resumo la historia en tres verdades claves de vivir con Dios. La primera es que, Cuando Dios dice “no” significa que tiene algo mejor, y espera mi contribución, no mi enojo. Definitivamente la mejor reacción deben ser la cooperación y la humildad.  Y lo mejor de todo es que sea “si” o “no” las respuestas de Dios nunca son sin razón.

¡Cambio y fuera!

*(Himno citado por Charles Swindoll en David, un hombre de pasión y destino.)