El libro “Todos somos normales hasta que nos conocen” de John Ortberg hace una analogía muy interesante sobre como todos somos muy imperfectos. Hace referencia a las tiendas de descuentos donde encontramos mercancía con un pequeño detalle imperfecto, podemos obtener dicho producto a un precio menor; sin embargo no podemos quejarnos del imperfecto, porque en su etiqueta decía que tenía alguna pequeña falla y aun así decidimos adquirirlo. Lo mismo pasa con los seres humanos, todos tenemos algún detallito que nos convierte en imperfectos. Sin embargo, nos cuesta trabajo reconocer que tenemos esa etiqueta que evidencia nuestros defectos, y nos llevamos la vida entera en tratar de esconderlos. Sin lugar a dudas, esta es una de las razones por las cuales las relaciones humanas son tan complicadas, todos somos imperfectos y debemos aprender a vivir con ello.
Una de las relaciones humanas más importantes es la amistad. Dice Proverbios que hay amigos que son más unidos que hermanos, así que realmente es uno de los lazos de mayor trascendencia en la vida de los seres humanos. Ser y aprender a ser amigos, no es cosa fácil. Pero como siempre, vayamos al inicio de todas las cosas, dado que todos hemos fallado a aquellos que han confiado en nosotros, amigo perfecto solo hay uno: Jesús. Siendo Él perfecto, nos considera sus amigos, más allá de considerarnos sus hijos, sirvientes, o simples pecadores que no están a la altura de su amistad, en Juan 15:15 nos considera sus amigos, y no solo eso, nos trata de la misma manera.
La primera característica de la amistad es la confianza. Si hablamos de que Jesús nos considera sus amigos, la característica principal que pide para dicha relación es la confianza. El primer ejemplo en la Biblia es Abraham, la Biblia dice en Santiago 2:23 que como Abraham le creyó a Dios, esto le fue tomado por justicia y entonces Dios lo consideró su amigo. Ciertamente la desconfianza destruye relaciones.
Hay dos ejemplos de amistad que analizaremos en esta ocasión, la amistad de Jesús con Lázaro, y la amistad de David con Jonatán. Particularmente encontramos cuatro características que son importantes. El primer caso de Jesús con Lázaro lo podemos leer en todo el capítulo 11 del evangelio según San Juan, historia que relata la profunda amistad que tenía Jesús con la familia de Lázaro, a pesar de que muchísima gente seguía a Jesús, muy poquitos eran considerados sus amigos de verdad. Jesús sabe que Lázaro se muere, y va a resucitarlo, a pesar de que esto le acarré algunos problemas, como que los habitantes de la ciudad donde Lázaro vivía esperaba que Jesús regresara para matarlo lentamente a pedradas. A Jesús eso no le importa y va a visitar a su amigo, a dolerse de su muerte y a resucitarlo. Y la famosa historia de David y Jonatán la encontramos en los capítulos del 18 al 20 de 1°Samuel, historia donde David había sido declarado el próximo rey del pueblo de Israel, pero el actual rey no estaba nada contento con la noticia y lo quería matar, ese rey Saúl, era papá del mejor amigo de David, Jonatán. Sabiendo que corría mucho peligro el continuar siendo amigos, hacen un pacto de protección mutua, aun cuando alguno de los dos muera, se prometen cuidar a sus familias, y David lo lleva a cabo muchos años después que Jonatán muere. Jonatán previene a David en algunas ocasiones que supo que su papá Saúl ya estaba por encontrarlo, y decide defenderlo frente a Saúl. Ambas historias coinciden en cuatro puntos. Número uno, debemos amar a los amigos como a nosotros mismos. De hecho es el mandamiento de oro, amar al prójimo como a nosotros mismos. Ahora bien, los siguientes pasos son la aplicación de esa frase, para que no quede solo en una declaración, sino se convierta en acciones. Número dos es acudir a ayudar al amigo, lo cual es una decisión personal. El mundo actual se ha convertido en un mundo muy comunicado, pero nada personal. Nos hemos envuelto en conversaciones como: “como estas? –bien y tu? –también” y punto. No buscamos relaciones o conversaciones en donde tengamos que exponer un poco más nuestro interior. Por lo tanto decidir ayudar, requiere salir de esa zona de comodidad aislada y abrirse a escuchar y tal vez embarrarse un poco de los problemas del otro. Y aquí es donde entra el punto número tres, será necesario sufrir un poco juntos. Las relaciones se fortalecen en los roces, dice Proverbios 27:17 que hierro con hierro se afila, y el hombre se afila con sus amigos. Así que va a ser necesario entrar al trabajo duro y rudo, para entonces sí mejorar la relación, conocernos más a nosotros mismos y al otro, y fortalecer los lazos. Para finalmente en el punto cuatro, demostrar con actos, siendo este tema bastante amplio y relativo a cada caso en particular. Tiene que ver con la responsabilidad y el compromiso.
Dice Eclesiastés que es mejor dos que uno, para ayudar a levantarnos. En este ambiente, como mencionábamos, donde preferimos aislarnos, permanecer en nuestro propio mundo, antes de ser heridos por el mundo exterior, es necesario entender que Dios nos creó como seres que deben vivir en comunidad, no nos formó aislados, nos creó para vivir juntos. Solo debemos aprender a hacerlo de la mejor manera.
Recordemos la recomendación que nos da la primera carta de Pedro, capítulo tres verso ocho. Vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal, ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados para heredar una bendición. Seamos amigos.
Cambio y Fuera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario