martes, 2 de octubre de 2012

¿Estás listo para morir?


Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento.” (Santiago Ramón y Cajal)

¿Conoces algún necio?

Me gusta la definición que se relata a continuación, de manera sencilla es fácil entender quién es un necio. “Un hombre actúa neciamente cuando descuida sus amigos que aman a Dios. Cuando se lanza a algún proyecto sin que Dios lo haya mandado. Cuando desobedece, aun en las cosas aparentemente pequeñas. Cuando trata de ocultar a Dios su desobediencia. Cuando trata de convencerse a si mismo, cuando todo el tiempo, en lo  más profundo de su corazón, sabe que no tiene razón. Cuando permite que los celos o el odio lo dominen, lo esclavicen y lo perviertan. Cuando deliberadamente se enfrenta a Dios. Cuando se aparta de Dios. El resultado de todas estas formas de pecado y de locura, es el suicidio moral y espiritual. En ese recorrido cuesta abajo sólo podemos terminar con el lastimoso lamento de Saúl: He actuado neciamente.” (Por J. Sidlow Baxter, tomado del libro David: Un hombre de pasión y destino, de Charles R. Swindoll)

Uno de los ejemplos más claros de necedad está relatado en la Biblia: el Rey Saúl, el primer rey de Israel y el rey antes de David. Saúl escribió su epitafio antes de morir, sin siquiera saberlo. (1ºSamuel 26:21) “He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.” Decidió vivir neciamente y morir neciamente. ¿Cómo vives?. La manera en la que vivimos es justo lo que se dirá en nuestro epitafio. Queda perfecta la frase del famoso Voltaire: “Decimos una necedad y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola.”

Pero no todo fue así al principio, no se nos olvide que Dios le hizo una promesa al Rey Saúl, cuando aun era muy joven y apenas lo habían escogido rey de Israel. (1ºSamuel 10:1,6,7) “Samuel tomó un poco de aceite y lo derramó en la frente de Saúl y lo ungió Rey de Israel. Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás cambiado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo.” Lo que me parece más interesante de la promesa que Dios le hace a Saúl es que le dice – Dios estará contigo – Saber que Dios estará con nosotros debe ser la garantía para salir adelante y saber que seremos exitosos, porque sin eso estamos condenados al fracaso.

¿Sabes cómo murió Saúl? (1ºSamuel 31:1-6)  De manera rápida te cuento como murió el necio rey de Israel. Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos. Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl. Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella.

…¡SE SUICIDÓ!...

Dice Marco Tulio Cicerón que “la necedad es la madre de todos los males”. Y es que no hay muerte más humillante que la de Saúl, vio que el ejército enemigo venía tras él, habían matado a sus hijos y no quiso que lo mataran, prefirió suicidarse para evitar ser muerto a mano de sus enemigos. Es impresionante que aun en sus últimos momentos le preocupaba más su imagen que él mismo. No tomó ni un minuto para encomendarse a Dios, pedir perdón…. ¡nada!. Solamente evitar ser humillado ante sus enemigos.

Lo peor de todo es que Saúl no era solo un hombre, era el rey de toda una nación. Cuando la gente se entera que se murió, no tenían líder así que deciden huir y los enemigos toman ventaja, mandan a los israelitas con furia y quedan desolados.

Lo más triste de la vida del Rey Saúl es que su “destino” no era tener una vida tan desgraciada, sin embargo él lo escogió de esa manera. Nada de su sufrimiento, locura o bipolaridad era necesario. Pero decidió vivir su vida diciéndole a Dios: “No te necesito, yo vivo y muero como me plaza”. Como dato curioso se sabe que el reino de Saúl no creció nada en los 40 años que duró, siempre fue mediocre y no obtuvo nada.

En el libro David: Un hombre de pasión y destino de Charles Swindoll, se menciona una comparación muy interesante entre el Rey Saúl y Jesucristo. ¿En qué se parece la muerte de Saúl a la muerte de Cristo?. Para Saúl la muerte pareció ser el fin de toda esperanza nacional. Pero para Jesús la muerte preparó el terreno para un plan de operación totalmente nuevo y marcó el comienzo para una nueva era. La muerte de Saúl exhibió la necedad del hombre. Pero la muerte de Jesús puso fin a una era de insatisfacción y fracaso. Saúl no contribuyó en nada ni para él, ni para su familia, ni para el reino que gobernaba. Que lamentable la miserable vida que decidió vivir.

La muerte es una realidad inevitable, debemos enfrentarla, ¿estás listo? (2ªCorintios 4:16-18) “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” Enfoquémonos en la visión eterna, no solo la miserable vida en la tierra, pon tus ojos en la vida arriba con Dios y en lo que tiene para ti. ¿Vas a dejar algún legado, o como Saúl pasarán los años y la vida mediocre te dejará en el mismo lugar que cuando llegaste aquí?  Si murieras hoy, ¿qué diría tu epitafio?...

¡Cambio y fuera!

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