martes, 6 de diciembre de 2011

¿Que tan bueno eres?

¿Cuánta gente buena conoces? Todos nos hemos referido alguna vez a cierta persona que consideramos “buena” y solemos decir que “a la gente buena, cosas buenas le pasan” y otros dichos. Sin embargo Dios redefine la bondad. En el evangelio según San Lucas 18:19 Jesús nos dice que ni siquiera a él le llamemos bueno, ninguno hay bueno, sino sólo Dios.

Para la mayoría, bueno significa tener una inclinación natural a hacer el bien, hacer alguna acción buena, tener blandura y apacibilidad de genio. Pero la Biblia convierte esta palabra en un llamado mucho más exigente. Para Dios la bondad tiene que ver con ser útil, con la excelencia, se refiere a la rectitud de corazón, es una actitud de ayuda hacia los demás.

En la entrada anterior del blog, hablábamos sobre benignidad que tiene que ver con ese sentir interior de hacer el bien, producido por el Espíritu Santo. En cambio, la bondad es la manifestación exterior de la benignidad que ya ha sido producida en nuestro corazón por el Espíritu Santo. Benignidad es una disposición hacia otros que se traduce en acciones suaves y la bondad es una actividad “bondadosa” a favor de ellos, que de acuerdo al caso, pueden ser acciones drásticas. Se dice que en un mundo tan corrupto y destruido como en el que vivimos hoy en día, se necesita con urgencia gente “buena”. Sin embargo la bondad nace de un corazón generoso que está dispuesto a dar sin recibir. Es alguien que se ha olvidado de sí mismo para servir a los demás. Piensa en las necesidades de los demás, todo lo contrario al egocentrismo que reina la mente y el cuerpo del ser humano actual. Bondad viene de un corazón que se caracteriza por ser dadivoso, bueno, puro, recto, correcto y honorable.

Ayudar a los demás, de acuerdo a lo que describe la Biblia, se refiere a la ayuda que carece de hipocresía, vanagloria, no hay intereses de por medio. Tiene que ver con apoyarnos los unos a los otros en oración. Amonestar a los demás cuando vemos que el pecado es evidente en su vida, es una cualidad firme, no necesariamente medios suaves. El apóstol Pablo le dice a los Romanos en su carta, en el capítulo 15 versículo 14, que “nosotros mismos estemos llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podamos amonestaros los unos a los otros.”

Un ejemplo interesante en la Biblia lo encontramos con Pablo y la iglesia en Corinto, relatado en la primera carta a los Corintios en el capítulo 5. Donde Pablo los amonestó muy fuerte por un caso de inmoralidad sexual. Pero en la segunda carta a los Corintios en el capítulo dos, les hace saber que lo hizo con tristeza y dolor esperando recibir de ellos una respuesta favorable. Esta actitud se caracteriza como bondad. Otro ejemplo del mismo Pablo, pero ahora con Pedro, otro de los apóstoles. En la carta a los Gálatas capítulo 2 versículo 11. En la iglesia de Antioquia, Pedro se apartó de los gentiles (se refiere a gente que no fuera judía, en aquel tiempo eran muy discriminados, pues solo los judíos “pertenecían al pueblo de Dios”) para no comer con ellos, porque le tenía temor a las críticas de los judíos y con esa actitud arrastró a Bernabé, por lo cual Pablo, haciendo uso de la bondad, reprendió a Pedro, sabiendo que judíos y gentiles fueron justificados por Dios y entre ambos ya no había diferencia. Estos ejemplos seguramente son muy diferentes de las definiciones que el común denominador tiene de ser bueno.

Una persona bondadosa es aquella que tiene una conciencia limpia, tiene una felicidad interior de poder ayudar a otros, es confiable no tiene dobles intenciones, su bondad se refleja en su rostro, y tiene una personalidad diferente.

La carta de Tito en el capítulo 3 da la definición perfecta de la bondad, a continuación se parafrasea. “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, y por la renovación en el Espíritu Santo. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Pero evita las cuestiones necias, porque son vanas y sin provecho.  Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio. Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.”

Como se mencionó al principio, no hay nadie bueno, solo Dios es bueno. Pero todos debemos aprender la bondad de Dios e imitarla, esforzarnos en imitarla. Seamos personas útiles, dejemos la necedad. Seamos buenos.

¡Cambio y fuera! 

jueves, 1 de diciembre de 2011

Dícese de la cualidad del benigno

¿Alguna vez has escuchado la palabra benignidad? Es una de las características del fruto del Espíritu Santo, es decir, de que Dios viva en nosotros. Si buscamos en el diccionario encontraremos una definición bastante vaga: cualidad del benigno. Pero si buscamos un poco más encontraremos que se refiere a aquel que es afable, benévolo, piadoso, que no es maligno.

Sin embargo, Dios le da un significado enorme. A lo largo de toda Biblia encontramos que la benignidad tiene que ver con la cortesía, gentileza, educación, ser considerados, atentos y amables. Es la cualidad que hace que otras personas se sientan cómodas cuando están con nosotros. Dios hace de esta palabra una característica muy importante en nuestra vida.

Desde que Dios creó al hombre y a lo largo de toda la historia, nos ha mostrado su amabilidad y benignidad. Siendo una cualidad imposible de alcanzar por nosotros mismos, la única fuente es Dios. Desde la creación del universo y el cuidado que Dios tiene para todos los detalles que ha creado, podemos ser testigos de su benignidad, el Salmo 65 lo relata bastante bien. En el Salmo 145 también nos relata que Dios ha sido amable y benigno de generación en generación.  La clave es la benignidad en nuestra vida y la encontramos en el Salmo 25:8 “Dios es bueno (benigno) y recto; por tanto, Él enseñará a los pecadores el camino.” Aprender el camino de bien es lo que nos llevará a adquirir esta característica. Dios siempre será bueno y benigno con aquellos que confiamos en Él, según el libro de Nahúm 1:7.  El Salmo 34:8 nos motiva a confiar en Dios, pues Él es bueno para con los que confían en Él.

Y en el Nuevo Testamento vemos que el mismo Jesús nos motiva a ser benignos, pues tenemos ejemplo en Dios. El evangelio según San Lucas 6:35 dice que debemos Amar a nuestros enemigos, y hacer bien, y prestar, no esperando de ello nada; y será nuestro premio grande, y seremos hijos de Dios; porque Él es benigno para con los ingratos y malos.” Si Dios es benigno con aquellos que no lo merecen, es decir, con nosotros, ¿no podremos ser benignos de igual manera nosotros?, siempre sin esperar nada a cambio. El apóstol Pablo en su carta a los Colosenses capítulo 3 versículo 12 nos lanza un reto muy interesante: “Vístanse, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.” Es decir que estás características deben ser nuestra vestimenta de todos los días, no podemos salir sin ella, la necesitamos para cualquier área de nuestra vida, deben ser parte de nuestra identidad como hijos de Dios, nuestra ventaja competitiva en comparación con el resto. Como directriz para las relaciones. En su carta a los Efesios, de igual manera el apóstol Pablo, en el capítulo 4 del versículo 31 al 32 complementa motivándonos a quitar de nosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes seamos benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, como Dios también nos perdonó a vosotros en Cristo.” Ninguno de nosotros es merecedor de la benignidad de Dios, de su misericordia, y aun así Dios decidió regalárnoslo, tomemos su ejemplo y seamos igual.

Realmente, somos benignos hacia los demás. ¿Qué tan cómodos se sienten los demás en nuestra presencia?, ¿los demás sienten que pueden acercarse a nosotros? O ¿todos buscan alejarse?

Tal vez antes no sabías que Dios SÍ ha sido benigno con nosotros, ha sido amable de sobremanera. Y es que lamentablemente tenemos acceso a esa benignidad con tanta facilidad que muchas veces ni siquiera nos percatamos de agradecerla, y lo peor, la despreciamos.  ¿A qué me refiero? Leamos lo que nos dice el apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 2 del versículo 4 al 11. “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?  Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo.” Lo que Pablo nos está diciendo, es que cada vez que nos aferramos al pecado y cada vez que guardamos como un gran tesoro la ira y el enojo, entonces nuestro corazón se endurece y nos volvemos indiferentes a la benignidad y paciencia de Dios. No menospreciemos este regalo tan increíble por parte de Dios, sino seamos sabios en escoger lo que realmente nos conviene. En ese mismo capítulo de Romanos en el versículo 21 Pablo nos advierte  que Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?. Seamos congruentes, ya somos conscientes de lo que Dios nos ha dado, no lo dejemos a un lado.

La benignidad no es solo una cualidad denota una acción. Como dice la carta de Pablo a los Filipenses en su capítulo 4 versículo 5, nuestra gentileza debe ser conocida por todos los hombres, pero ahora mismo, porque Jesús regresa pronto. No debemos esperar a que el mundo cambie, todos mejoren, y merezcan nuestra amabilidad, es necesario que desde ahorita seamos amables y benignos como merecedores y no merecedores.

Cambio y Fuera!

lunes, 28 de noviembre de 2011

¿Eres Fiel?


¿Tienes fe?, ¿eres fiel? Parecen preguntan muy diferentes. Tenemos fe en muchas cosas, algunos tienen fe en Dios, en sus creencias, en sus pensamientos, sentimientos, en alguna persona; sin embargo la fidelidad no creemos que vaya ligada a la fe. Según el diccionario tener fe es el conjunto de creencias de una religión. Y la humildad tiene que ver con la lealtad. En la Biblia, Dios le da un nuevo significado a la fe o fidelidad, ya que en el caso de lo mencionado en la carta de Pablo a los Gálatas 5:22, sobre el fruto del Espíritu Santo, la fe y la fidelidad es lo mismo.  Fe/fidelidad en la Biblia tiene el sentido activo de fe, indicando la acción de confiar en alguien, pero en algunas ocasiones puede tener sentido pasivo, ser confiable. En este segundo caso, se puede traducir fidelidad. Es con frecuencia usada como una convicción o creencia con respecto a Dios y a Cristo, pero también es usada para describir la cualidad de "fidelidad, devoción". Entonces el reto se vuelve más alto, ya no es suficiente con tener fe, es necesario ser fieles, confiables, es decir que otros tengan fe en nosotros.

Todos hemos resaltado alguna vez la increíble cualidad de Dios de ser fiel. Dios es fiel. Dios es fiel, porque está con nosotros en los problemas, y aunque sea complicada nuestra situación sabemos que está ahí. Dice el apóstol Pablo a los Romanos en capítulo 8 versículo 31, “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Entonces no hay excusas, confiemos en que Dios siempre trae algo entre manos, debemos confiar y obedecer aunque no entendamos todo. Jesús mismo fue fiel cuando estuvo en la tierra, pues se apegó a su propósito; dice el evangelio según San Juan 8:29 citando a Jesús “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”. La fidelidad de Dios se extiende a todo lo que estar con Él conlleva, dice Hebreos 4:16 que  tengamos la confianza de acercarnos a Dios, a su trono de gracia, para entonces alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”, en una generación que ha decidido no cumplir promesas, Dios es el único que siempre cumple sus promesas. Y sobre todo, Dios es fiel por siempre, es decir, la fidelidad es parte de su persona y no importa lo que el ser humano haga o no haga, Él no cambia y sigue siendo fiel. Así que, siendo nosotros sus hijos y su creación a su imagen, entonces  Dios confía en nosotros y no nos da más de lo que podamos soportar, tiene fe en que nos ha dado las herramientas para salir adelante. Pablo nos dice en su primera carta a los Corintios 10:13 que “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”

Salmo 12:1-2 dice: “Hay acaso algún fiel entre ustedes; porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres.” ¿Puedes creer que estas fueron las palabras de David, el salmista, hace miles de años? Pareciera que el ser humano no ha cambiado y sigue comportándose de la misma manera, hoy en día no existe gente fiel. Las relaciones se rompen por falta de fidelidad, por romper la confianza que se tenía el uno por el otro. Sin embargo, que no exista la fidelidad no significa que podamos vivir sin ella, al contrario, es urgente encontrar fieles.

Lo más importante es querer ser fiel. Es una decisión 100% personal, como todas las características del fruto del Espíritu en nosotros, es una consecuencia de una decisión, no es una característica con la que nacimos. Las verdades que nos hacen creer, así que seamos veraces con la fidelidad, hagámosla parte de nuestra vida, de tal forma que se vuelva un estilo de vida. Sin embargo ser fiel no significa ser como borreguitos e ir tras ideologías al por mayor, significa meditar en lo que creemos, definir prioridades y convicciones y entonces sí, aferrarnos a ellas.

Obtendremos fidelidad, de la que Dios nos enseña, cuando estamos en comunión con Él, es decir, cuando Dios vive en nosotros. Reconocemos que necesitamos esta característica en nuestra vida. Pedimos que Dios nos ayude. Y entonces comenzamos a ser cuidadosos en nuestra forma de actuar, es decir, necesitamos ser perseverantes en la fidelidad.

¿A qué le eres fiel? Las respuestas pueden ser muchas y muy variadas, pareja, marca de ropa, artista, estilo de comida, etc. Sin embargo la pregunta real es: ¿a qué vale la pena ser fiel? Entonces sí es necesario reflexionar. Necesitamos ser fiel en primer lugar a Dios, es la fuente perfecta de fidelidad, lo necesitamos con urgencia. Aprendemos a aplicar esa fidelidad, y las demás características del Espíritu de Dios, cuando pertenecemos a una iglesia local, seamos fieles a ella; es la única manera de retarnos unos a otros a permanecer, de otra forma tu decisión se verá débil constantemente. La familia es el entrenamiento por excelencia para el resto de las relaciones en nuestra vida, seamos fieles a nuestra familia. Y por último, pero igual de importante que las demás, nos debemos fidelidad a nosotros mismos; seamos congruentes con nuestras convicciones, vivamos con integridad, dejemos de mentirnos a nosotros mismos, cuidemos lo que entra y lo que sale de nuestra mente, boca, oídos, corazón; seamos fieles a nuestros principios, a nuestros sueños. Se fiel a lo que realmente vale la pena, todo lo demás te seguirá dejando un vacío interior.

Ser fiel es tener congruencia entre la vida espiritual y la vida real, es decir, involucrar la mente, el corazón y la voluntad en todo lo que hacemos. Es imposible decir que podemos llevar una doble vida, la espiritual y la vida real. Nuestra vida real debe basarse en la espiritualidad que Dios nos da. De otro modo, somos infieles.

Dios nos da el ejemplo perfecto de fidelidad, y lo mejor es que nos da el Espíritu Santo para que viva en nosotros y nos ayude a ser fieles y confiables, no hay excusas.  Busquemos la fidelidad divina, la que Dios nos da y nos permite tener. La fidelidad de Dios tiene que ver con personas fieles en las que se puede confiar, de las cuales se puede depender, es esa persona de quien cuya palabra que podemos aceptar sin reserva; es una descripción inquebrantable e inflexible como la de Jesús, es confiar siempre en Dios.

Cambio y Fuera!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Final Feliz

La canción “Now generation” de los Black Eyed Peas me parece el reflejo perfecto de quiénes somos y cómo es nuestra generación hoy en día.  A continuación citaremos algunos fragmentos:

We are the now generation Somos la generación de hoy
We are the generation now Somos la generación hoy
This is the now generation Ésta es la generación del hoy
This is the generation now Ésta es la generación hoy

I want money, I want it, want it, want it Quiero dinero, lo quiero, lo quiero, lo quiero
Fast internet, stay connected in a jet Internet más rápido, estar conectados siempre

And I just can’t wait Es que no puedo esperar
I need it immediately Lo necesito inmediatamente
And I just can´t wait Es que no puedo esperar
I want it immediately Lo necesito inmediatamente

‘Cause time can’t wait Porque el tiempo no puede esperar
And I sure can’t wait Y yo, por supuesto, que no puedo esperar
I ain’t got no patience No tengo nada de paciencia
No, I sure can’t wait, not today No, por supuesto, no puedo esperar, no hoy

Somos la generación del ahora y ahorita. Benditas son las bondades de la tecnología y la rapidez, no tenemos problema con eso, pero es muy preocupante que en esta generación carecemos de paciencia en su totalidad, pero sigue siendo un ingrediente necesario en la vida. La paciencia no es una virtud, si fuera una virtud la encontraríamos en el interior de cualquier ser humano, y te aseguro que si buscas y buscas no lograrás encontrar esa paciencia que tanto necesitas para la vida diaria. La paciencia procede de Dios. Dios es paciente, es una de sus cualidades, y solamente de Él podremos obtener paciencia para vivir en nuestra realidad. Pablo en su carta a los Romanos 15:5 dice que el Dios de paciencia y consolación nos haga más parecidos a Jesús.

La paciencia es un fruto de que el Espíritu de Dios vive en nosotros. Es una muestra de que nos hemos acercado a Dios. Has escuchado que dicen que si quieres paciencia, se la pidas a Dios y te traerá problemas para que desarrolles la paciencia. Si esta fuera la clave, entonces nadie pediría paciencia, ¿quién quiere problemas?, ¡si lo que deseamos es salir de ellos!

¿Quieres tener paciencia? Busca el libro de Apocalipsis 14:12, dice: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” La paciencia llega cuando obedecemos los lineamientos de Dios. Entre más nos acercamos a Dios y buscamos obedecerlo, entonces obtenemos paciencia. En la medida en que obedecemos lo que Dios nos dice en Su palabra, entonces nos meteremos en menos problemas o entenderemos la solución para los ya existentes. Ahora apliquémoslo.

Si te pregunto sobre la utilidad de la paciencia, jamás cruzará tu mente, que la paciencia te dará el final feliz que tanto necesitas, y así es. Santiago, el escritor, nos da la clave de la feliz total. La cita de Santiago 1:3-4 en la Biblia, es cien por ciento recomendable que te la aprendas de memoria, para en momentos estresantes, puedas sentir un poco de alivio. Dice: hermanos míos, tengan gozo (alegría) cuando estén en medio de diversas pruebas (problemas, conflictos, frustraciones, injusticias), sabiendo que la prueba de su fe producirá paciencia. Para que por medio de la paciencia, llegue a feliz término la obra (tu propia vida), para que sean perfectos e íntegros, y no les falte nada. ¿Lo leíste bien? Dios nos está diciendo que sí quiere que seamos felices, además de que seamos perfectos y no nos falte nada. Es de las citas más alentadoras que existen. Y el escritor es muy claro, la clave está en la paciencia.

Acerquémonos a Dios para aprender la paciencia y desarrollarla. Vivir al ritmo que se nos demanda en la generación actual te garantizo que te hará ni feliz, ni perfecto y siempre te faltará algo.  Vivir bajo el esquema de Dios, obedeciendo lo que Él dice nos traerá una recompensa incomparable. Recordemos que la paciencia solamente procede de Él, en nosotros no desarrollamos paciencia de manera natural. Él la hace crecer dentro del corazón confiado y obediente.

¿Quieres un final feliz? Acércate a Dios, aprende su estilo de vida, obedécelo y desarrolla la paciencia en tu vida. Final feliz garantizado.

¡Cambio y fuera!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Viva la paz

¿Ansiedad, miedo, incertidumbre? ¿Te suena familiar? Hoy en día prácticamente todos experimentamos esos estamos con bastante frecuencia, lamentablemente. Parece que hace mucho que realmente no experimentamos paz verdadera.

Según las definiciones populares, la paz siempre se define en términos negativos, es decir, es una situación donde no hay guerra, contraposición a las turbulencias, no pleitos, no riñas. Sin embargo la Biblia define la paz en términos positivos. Según Dios, en su palabra se define la paz como el estado de tranquilidad de una persona que confía en que es salvo (y todo lo que esto conlleva), no teme a nada y está contento con lo que tiene, sin importar lo que sea.

Jesús es la única fuente de la paz. Él mismo predicó la paz,  y murió en la cruz para hacer posible la paz con Dios, el hombre y con nosotros mismos. Es el conducto por medio del cual Dios ahora da la paz al hombre, como fue pronunciado la noche que Él nació, como menciona Lucas 2:11-14.

 Vivir en paz debe ser une estilo de vida presente en todo momento. Para conservar la paz entre Dios y nosotros, necesitamos conocer lo que Dios dice, para entonces desarrollar la confianza en Él. Si no conocemos lo que Dios nos promete no podemos pedírselo. El profeta Isaías en el capítulo 48:18 nos recuerda que “¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. ” Quien no quisiera tener tanta paz que se parezca a un rio y refresque a todos los que están a nuestro alrededor. Además de esta confianza en Dios, es necesario ser  muy fieles a la oración. Filipenses 4:7 dice que por nada estemos afanosos o preocupados, sino sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y entonces, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. No oramos para que Dios sienta bonito, oramos para desarrollar una relación con Él, oramos para aprender a confiar plenamente en lo que Él dice, y aprender a experimentar Su paz.

Para estar en paz con los demás, sean papás, hermanos, amigos, novios(as), compañeros de trabajo, etc., necesitamos buscar la paz y seguirla. La recomendación del salmista es “Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela. (Salmo 34:14)” Seguir con el pensamiento egoísta que dice que estaremos en paz hasta que se terminen los problemas, las discusiones, o hasta que los demás decidan estar en paz con nosotros, es un pensamiento utópico. Buscar la paz, como dice Salmos, significa esforzarnos, dejar nuestro ego y poner un extra para estar en paz con otros.  Es necesario ser de una misma mente, tener compasión, amarnos como hermanos, ser misericordiosos y amigables, no regresar maldición por maldición, ser dadores de bendición.

Y tal vez lo más complicado será estar en paz con nosotros mismos. ¿Qué te quita la paz?, es una pregunta interesante. Pensemos en qué momentos nos hemos sentido intranquilos, preocupados, impotentes, angustiados… Sentirnos así es consecuencia de la presencia del pecado en nosotros. Suena complicado, ¿cierto?, pero es que cada vez que sentimos que las circunstancias nos ahogan, es porque no tenemos confianza en Dios y no somos capaces de cederle el control a Dios, somos egoístas. La paz se va de nosotros cuando no estamos actuando de la manera correcta y queremos solucionar las cosas a nuestra manera, suena fuerte, pero es pecado. Dios quiere que vivamos tranquilos, quiere que tengamos una buena vida, pero para lograrlo necesitamos obedecer lo que Él dice. El estilo de vida divino es 100% aplicable hoy en día, la Biblia es un conjunto de principios para vivir bien, de manera saludable, provecha, con éxito y sobretodo en paz.  El Salmo 119:165 nos recuerda que mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Busquemos hacer la voluntad de Dios, a pesar de las circunstancias y está garantizado que tendremos paz, a pesar de las circunstancias. Una vez que decidimos adoptar las ideas de Dios a nuestra vida, entonces es necesario desarrollar el contentamiento, es decir, estar agradecido con mi situación actual. Siempre habrá algo más que comprar, alguien más con quién convivir, un logro más que alcanzar; pero dejemos de vivir en el hubiera, en el posible futuro, llenos de quejas, de complejos. Vivir agradecidos es una decisión, no un sentimiento. Veamos las cosas que sí tenemos y agradezcamos esas, dejemos de poner nuestra mirada en todo aquello que no tenemos y que nos hace desdichados; entonces experimentaremos una paz fuera de lo conocido.

Los humanistas dicen que podemos encontrar la paz en nosotros mismos, sin embargo, jamás podremos encontrar paz en la naturaleza humana; la única manera de producir paz es a través de la presencia del Espíritu Santo en nosotros, independientemente de la solución de los problemas. No tratemos de entenderla, aprendamos a vivirla.

Lo más importante es que decidamos tomar acciones en nuestra vida para tener paz, y es en esa constante de paz que tomaremos las decisiones adecuadas conforme a la voluntad de Dios. La paz de Dios, es acompañada con amor y gozo(alegría) aún en los problemas. Pablo le dice a los Romanos 5:2, “(refiriéndose a Dios) por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en los problemas, sabiendo que los problemas producen paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. ” La confianza en Dios desarrolla la paz que tanto buscamos.

¡Cambio y Fuera!

miércoles, 26 de octubre de 2011

¿Eres Feliz?

¿Eres feliz?

Seguramente tu respuesta estará basada en la situación por la que estés pasando, ¿cierto?, si ha sido un buen día, productivo, exitoso, si has estado con las personas que amas, si has tenido tiempo para descansar, o si estás en crisis, depresión, soledad… tu respuesta será el resultado del grado de satisfacción que estés experimentando.  Según la cultura popular y el diccionario de la lengua española, la alegría es un sentimiento grato, expresiones de felicidad, de júbilo, complacencia, esperanza, ánimo. Sin embargo Dios redefine el significado de alegría o gozo. A través de Su palabra, la Biblia, Dios nos enseña que la alegría es mucho más que felicidad. No depende del éxito económico, la salud o la popularidad. La alegría que proviene de Dios no tiene nada que ver con la que el ser humano experimenta día a día; proviene de la obediencia y el perdón que Dios nos otorga.

Alegría según la Biblia, es una alegría que no depende de las circunstancias. Y parecería una definición utópica, pues pareciera inalcanzable, sobre todo cuando el presente cada día es más complicado. El ambiente actual se define a base de constante frustración, estándares demasiados altos para cumplir, seres humanos altamente competitivos, egoísmo, falta de humildad, falta de perdón y otras conductas semejantes. A partir de esa realidad resulta casi imposible ser personas felices, por más de dos minutos. La alegría actual está muy relacionada con la autosatisfacción momentánea, pero dista de una felicidad constante e invariable. Es por eso que la fuente de la alegría jamás podrá venir de nosotros mismos, es necesario recurrir a Aquel que nos ofrece alegría real, sustanciosa, invariable y prolongada.

Dios es el único que nos puede llenar de alegría cuando decidimos creer en Él, dice la carta de Pablo a los Romanos 15:13 que Dios, quien es Dios de esperanza, nos llenará de todo gozo y paz en el creer, para que abunde la esperanza por el poder del Espíritu Santo. La única manera de producir alegría “divina” es por medio del Espíritu Santo en nosotros, si no hacemos a Dios parte de nuestra vida no podremos experimentar esta alegría.  En medio del dolor, de la frustración, de la traición o de la impotencia es imposible recibir alegría o gozo, sin embargo cuando experimentamos la presencia de Dios entonces sí podemos experimentar este regalo. Dice el Salmo 16:11 que cuando estamos en la presencia de Dios, entonces hay “plenitud de gozo”, es decir, alegría perfecta. ¿Dónde está la presencia de Dios? Lamentablemente en muchas ocasiones limitamos la presencia de Dios a los edificios que llamamos iglesia; sin embargo la presencia de Dios está donde estemos nosotros, siempre y cuando la busquemos. La presencia de Dios está cuando oramos, aunque sea en el rincón más escondido de tu oficina, está cuando la buscamos orando y leyendo la Biblia. Si queremos impregnarnos constantemente de alegría, entonces busquemos con vehemencia la presencia de Dios.

¿Qué es el ser humano sin Dios?, pongámonos a pensar qué sería de nosotros si no hubiésemos decidido relacionarnos con Dios; definitivamente seríamos verdaderos animales que se dejan llevar por su instinto solamente, sin embargo, la experiencia de conocer a Dios nos da las herramientas para no auto destruirnos. Es por eso que el solo hecho de pensar que Dios mandó a Jesús para salvarnos y gracias a esto podemos ser perdonados, es motivo suficiente para tener alegría. Y cuando hablamos de esta alegría “divina” no nos referimos a estar riendo todo el tiempo, sino a tener esperanza. Decir que estamos alegres, significa que sabemos que las cosas están bien o van a estar bien, la situación está mejorando, tenemos noticias favorables a futuro; siempre tiene que ver con la esperanza de que esa alegría perdurará un poco más. No existe una esperanza más certera y confiable, que el saber que Jesús murió por nosotros para perdonarnos, darnos una vida diferente y vivir con Él en la eternidad. De aquí parte la premisa acerca de que la alegría divina no depende de las circunstancias, porque aquello que está ocurriendo en nuestra vida es temporal y tarde o temprano mejorará o empeorará; sin embargo, el amor de Dios y su salvación siempre serán constantes en esas circunstancias temporales. 

En el Salmo 51 del versículo 10 al 12, el salmista le pide a Dios que cree en él un corazón limpio,
Y renueve un espíritu recto, y entonces le devuelva el gozo de la salvación. Y es que la mayoría de las ocasiones que experimentamos falta de alegría es por la presencia del pecado en nuestra vida, es una relación directamente proporcional; a pesar de la satisfacción temporal que el pecado produce la mayoría de las veces (de no ser así, no sería tan tentador hacerlo). La clave para conservar la alegría, a pesar de las circunstancias, está en obedecer los mandatos de Dios. Lamentablemente las palabras: mandatos y reglas, tienen una connotación negativa en la mayoría de las personas; pero para Dios no es así. Los lineamientos que Dios estableció son para que saquemos lo mejor de nosotros mismos y de nuestra vida; nos previenen de equivocarnos y entonces no sentir alegría. Obedecer es sinónimo de alegría divina

Vale la pena experimentar y adoptar la alegría de Dios en nuestra vida. Bien nos recuerda el profeta Nehemías que solo Dios es nuestra fortaleza, y en la medida que nos aferremos a eso, logremos conservar el gozo. La alegría jamás será la ausencia de problemas, y como conforme la vida avanza los problemas se vuelven más complicados, entonces practicar la alegría que Dios nos da, nos capacita para los próximos problemas.

Cuando somos agradecidos entonces somos capaces de identificar y reconocer todas las cosas buenas que sí tenemos, en comparación con las que no tenemos. La alegría divina se base en la acción de gracias, práctica que se recomienda apliquemos de inmediato. Pablo le dice a los Colosenses que demos gracias a dios porque nos ha dado la oportunidad de participar en su plan, nos libra del pecado y nos perdona; esto es motivo suficiente para estar alegres. Una vida con actitud agradecida es una vida feliz.
Además nos da ánimo y nos impulsa a seguir hacia delante.

La única manera de experimentar la alegría de Dios es cuando permanecemos cien por ciento unidos a Él. Recordemos que la vida se basa en tres relaciones fundamentales, con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Si estamos unidos a Dios y es parte de nuestra vida diaria, entonces podremos vivir con alegría en la relación con otros, independientemente de las decisiones que los demás tomen. Dios es constante y su amor y actitud hacia nosotros jamás cambia, nos conviene estar en una relación donde hay una constante positiva.  La verdadera alegría no puede ser experimentada más que a través del amor. La alegría que proviene de la autosatisfacción es transitoria, siendo ésta física.

Cambio y Fuera!!

martes, 18 de octubre de 2011

El nuevo amor

Qué es el amor. Según las definiciones populares, el amor es un sentimiento intenso, es la unión con otro ser, es un sentimiento hacia otra persona, es atracción, es una completa alegría, es afecto, es entrega hasta otra persona, es suavidad. Para ti, ¿qué es el amor?. Cada uno define el amor según le ha tocado vivirlo, el amor es fiel para algunos, para otros es seguridad, para otros es incondicional, incluso para algunos traición y tristeza. De la manera en que fuimos amados entonces amamos.

El apóstol Pablo define al amor como una parte del fruto que produce el Espíritu Santo en la vida de alguna persona. Sin embargo la definición de amor en Gálatas 5:23 es diferente a la definición que conocemos comúnmente. Es necesario olvidarnos del significado humano y aprender el significado divino; entonces amaremos de manera sobrenatural. La verdad es que el ser humano no sabe amar, solamente repite patrones de conducta, es por eso que necesitamos un nuevo estilo o ejemplo de amor, que sobrepase nuestro pensamiento actual y nos garantice un futuro mejor.

Según la Biblia hay tres tipos de amor: eros, phileo y ágape. Es decir, que en el idioma original en que se escribió la Biblia venían estas palabras, pero al traducirse al español se les denominó como amor a las tres. El amor eros es el amor que se refiere a lo sexual, es el amor que se refiere a la atracción entre hombres y mujeres; de hecho en la Biblia solo se menciona esta clase de amor dos veces en el Antiguo Testamento. La segunda definición de amor es phileos, este se refiere al amor fraternal, referente a los amigos a la familia. Vemos un ejemplo de la aplicación de esta palabra en el evangelio según San Juan 11:3, donde Lázaro, muy amigo de Jesús, está enfermo, así que cuando llega Jesús a verlo Martha, la hermana de Lázaro, dice: “he aquí el que amas está enfermo”. Habla de un amor entre amigos. Sin embargo la clase de amor que más se menciona en la Biblia, es el amor ágape.

Si ya hablamos del amor entre amigos o familia (phileo) y el amor entre pareja sexualmente (eros), entonces a qué se puede referir la tercer clase de amor (ágape). El amor ágape es inteligente, racional y tiene voluntad. Se refiere a un amor desinteresado por los demás. El ejemplo más claro es el de Jesús, Él nos amó sin merecerlo. En la carta de Pablo a los Romanos capítulo 5 del versículo 6 al 10 nos habla de que Jesús amor a tres clases de personas: malvados, pecadores indignos y enemigos. Al leer “malvados” pensamos en los villanos de las películas de caricaturas, sin embargo todos caemos en alguna de esas opciones. A pesar de eso Jesús DECIDIÓ amarnos, con todos los peros que tenemos, que son bastantes, pero su amor sobrepasa todo eso. Es la misma clase de amor que como cristianos debemos aspirar a tener por nuestros semejantes. El amor ágape es un Don de Dios, significa conocer personalmente a Dios y entonces derramar ese amor a los que nos rodean.  Es lo mejor que existe y es la mejor posesión que podríamos tener, sin embargo no funciona hasta que lo derramamos a otros. Dice el evangelio según San Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Jesús nos amó para darnos vida eterna, este es el amor ágape; ahora amemos a los demás de la misma manera.

Debemos aprender y crecer como lo hizo Pedro. El ejemplo del discípulo Pedro es realmente interesante y muy semejante a como somos nosotros. Pedro era 100% sentimental, siempre le decía a Jesús, su maestro, que lo amaba y que daría todo por él. Sin embargo cuando se sintió amenazado y bajo presión de los romanos, cuando su vida corría peligro, entonces, basado en emociones, negó a Jesús. No era capaz de tener un amor completo, íntegro, congruente, estaba fundado en la emocionalidad del momento. Es por eso que Jesús, al resucitar, habla con él personalmente y le pregunta varias veces “Pedro me amas”, enseñándole a cambiar su amor y ser incondicional, tener un amor basado en decisiones.

Lamentablemente como jóvenes no aprendemos la diferencia, mucho de lo que llamamos “amor” es sentimiento, emoción o pasión; lo que da como consecuencia: depresión, divorcios & tristeza. Basar nuestras relaciones en un amor efímero y sentimental trae como consecuencia decisiones sentimentales y emocionales sin fundamento alguno y bastante débiles. El mismo Pablo en la carta a los Efesios cuando se refiere al amor entre esposo y esposa el original de la Biblia dice “ágape”, es decir, ama a tu esposa como Jesús te amo. En la vida diaria, ¿cómo podemos amar con amor ágape? Siendo amables, sonriendo, no criticando, no haciendo chismes, perdonando, sin chantajes, sin egoísmo… Aprende el nuevo concepto de amor ágape, aplícalo en el día a día y que sea la marca de que Dios está contigo.

Cambio y Fuera!

miércoles, 12 de octubre de 2011

La marca de tu vida

En el mundo del marketing  no hay nada más importante que desarrollar una marca y llevarla al estrellato en ventas, logrando que casi “todo” el mundo compre los productos de esa marca. Cada uno de nosotros como consumidores tenemos preferencia por alguna marca en particular, ya sea tu refresco favorito, alguna marca de tenis, zapatos, ropa, etc… Y es tu favorita porque tiene ciertas características que la hacen diferente de las demás, detalles que hacen que no importe el costo o el tiempo de espera. Es igual si decimos que Dios está en nosotros, es como si Él fuera nuestra marca y adoptamos las características de esa marca, es decir, adoptamos sus características.
La analogía anterior es realmente sencilla, sin embargo hace referencia a un principio muy interesante, el fruto del Espíritu Santo. Cuando se menciona este tema, se vuelve muchas veces controversial y en otras se confunde con cuestiones fanáticas, sin embargo en esta ocasión lo analizaremos con detenimiento. La carta de Pablo a los Gálatas capítulo 5 del versículo 16 al 25 menciona las características del “Fruto del Espíritu Santo”. Antes de mencionarlos es interesante como describe el comportamiento  de la naturaleza del ser humano, es decir, cómo describe al ser humano de este siglo, hay: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas. Las acciones mencionadas anteriormente es lo que es el ser humano hoy por hoy, bueno lo que ha sido desde siempre.. desde que el mismo Cristo vivía entre nosotros hasta ahora y tal vez por siempre. Así somos… llenos de conflictos emocionales que derivan en comportamientos de conducta muy retorcidos.. Ante esta descripción se puede concluir que realmente los seres humanos podemos llegar a destruirnos atrozmente.  Es ahí donde Pablo les escribe a los Gálatas que es necesario tener el fruto del Espíritu Santo, es decir, urge la presencia de Dios en nosotros para salvarnos de nuestra propia humanidad. ¿Y cuál es ese fruto? amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.  El fruto del Espíritu Santo es una contraposición a lo que realmente somos como seres humanos.
El fruto del Espíritu no son hábitos, ni cualidades, son acciones y decisiones. Actos que debemos decidir adoptar a nuestra vida diaria. El objetivo del ser humano es vivir la eternidad con Dios, pero para lograrlo necesitamos actuar de manera diferente, contraria a lo que el inconsciente nos dicta. Pablo habla del “fruto” como uno solo, a pesar de que lo vemos descrito en varias palabras, y esto porque no es posible solo tener uno de ellos, necesitamos el conjunto de acciones que conforman una vida diferente. El Espíritu Santo nos da herramientas para vencernos a nosotros mismos. Hemos comprobado que vivir basados en el entendimiento propio es vivir en vano, cuando adoptamos el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza, entonces encontramos la única manera de tener una buena vida; vencemos la tendencia natural de nuestro cuerpo.
Vencernos a nosotros mismos resulta casi imposible, por lo que necesitamos desarrollar un carácter firme. Dice el profeta Isaías que Dios guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Dios persevera; porque en Él ha confiado. Dios está dispuesto a darnos esa buena vida, pero necesitamos poner nuestro pensamiento en Él, confiar y perseverar. El mismo Pablo le escribe a los Romanos, que hay vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad. Nuestro propósito es vivir para la eternidad, “sobrevivir” solamente para esta vida resulta tan corto, tan débil, efímero y carece de futuro; sin embargo vivir para la eternidad con Dios nos da sentido de pertenencia, nos da identidad, nos da valor, fuerza y valor.
Juan en su segunda carta versículo nueve dice una verdad importante, “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.” La vida sin Dios carece de sentido, sin embargo la vida con Dios es una vida con propósito y futuro. Para que Dios esté en nosotros debemos perseverar en su doctrina. ¿Qué es doctrina? Es la enseñanza que nos dejó, es sencillo… Permanece en el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza. Que se vuelvan parte de tu vida, de tus decisiones, de tus pensamientos, de tus reacciones, vive en ellos y deja que Dios y su Espíritu sean la marca de tu vida.

Cambio y Fuera!

martes, 11 de octubre de 2011

No tengo nada

Te contaré una historia que tal vez has leído, pero en esta ocasión la vamos a analizar con otro enfoque. El segundo libro de los Reyes capítulo 4 del versículo 1 al 7 cuenta la historia de una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas,  que clamó a Eliseo (profeta muy famoso), diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Dios; y ha venido el cobrador para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué quieres que yo haga? Dime qué tienes. Y ella dijo: Ninguna cosa tengo, solamente una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa el aceite que tienes en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces el aceite se terminó. Vino ella luego, y lo contó al profeta, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede

La situación que esta viuda estaba viviendo es muy común para todos, tenía una crisis económica, aparentemente no tenía nada y venían a cobrarle; recién había quedado viuda así que estaba en crisis emocional, se sentía sola y perdida; una crisis existencial también cruzaba por su mente, ya que no podría tener a sus hijos con ella, ya que si no pagaba sus deudas, ellos tendrían que ser llevados como esclavos. La viuda estaba inmersa en sentimientos de dolor,  pérdida, ausencia, separación, incertidumbre, temor, frustración, estaba siendo tratada injustamente  lo que le generaba impotencia, sentimiento de abandono, urgencia por sobrevivir y desesperanza. ¿Te identificas?

Así que decide pedir ayuda a un hombre de Dios y este le pregunta lo que ella jamás espero: ¿qué tienes? Su respuesta, basada en sus sentimientos fue la obvia: “NADA, excepto un poco de aceite”. Decir “tengo nada”, es sinónimo de decir que estás vacío y eres insignificante; es tan poco lo que puedes tener que no vale la pena hablar de eso, carece de importancia, ya no hay nada valioso. Este pensamiento está enfocado en su necesidad y no en la realidad. La verdad es que esa mujer tenía mucho más que solo un poco de aceite. Tenía su propia vida, la vida de sus hijos, una casa, seguramente tenía muebles, tenía ropa, tenía habilidades, tenía su pensamiento, su creatividad. Su emocionalidad no le permitió ver las cosas que sí tenía, entonces se enfocó solamente en su necesidad.  Ahora te pregunto y me pregunto, ¿qué tienes?, ¿nada? Claro, es lo único que salta a la mente la mayoría de las veces.. Pero cambiemos la forma de pensar.. ¿qué tienes? Tienes habilidades, tienes una casa, tienes un pensamiento, tienes educación, tienes capacidades, tienes amigos, tienes familia.. ¿qué tienes?

En efecto, Dios ayudó a la viuda y le dio muchísimo aceite para que lo vendiera y saliera de sus deudas. Pero no le mandó ángeles que mataran a los que iban a cobrarle, tampoco dejó mucho dinero afuera de su casa para que pagara todo. Lo que Dios hizo es interesante, bendijo aquello que ella RECONOCIÓ que tenía.  Para sacarte de la crisis Dios usará lo que tienes no  lo que no tienes. Aquello que reconocemos que tenemos es lo que Dios va a usar para que nos vaya mejor, y para sacarnos de la crisis, cualquiera que esta sea, donde nos encontremos. Entonces de quién depende el tamaño de la bendición de Dios, de Dios o de nosotros.

El profeta le dijo a la viuda que consiguiera muchas vasijas para que fueran llenas de aceite. Y Dios le dio el aceite justo para las vasijas que ella llevó; si hubiese llevado más, Dios le hubiese dado más. El aceite cesó cuando ya no hubo vasijas. Dios nos da conforme a la medida que le ponemos, es decir, si ponemos una cuchara, una taza, una botella, un jarro o un barril; Dios nos dará conforme a eso. Es una analogía de la fe, depende del tamaño de nuestra fe, es la bendición de Dios. ¿Nosotros podemos limitar a Dios?  ¡Sí!. Él es capaz de darnos mucho más de lo pedimos, pero necesitamos pedírselo. Si le decimos “ay Dios aunque sea dame ese poquito”, dará conforme a nuestra fe. ¿Quieres que te saque de tu crisis? Ten fe suficiente para que sobrepase tus expectativas.

Nadie vino a este mundo vacío.  Tener vida ya es suficiente, déjate de amarguras, ¡disfrútala! Aquello que tenemos debemos cuidarlo y sacar el mayor provecho posible.  Tenemos relaciones, bienes, creatividad, conocimiento, sueños, ánimo, ideas; solo tenemos que pedirle a Dios la estrategia, motivación, capacidad de liderazgo. La forma de incrementar la que tenemos es usándola. Usemos lo que tienes y haz que las cosas sucedan.

En medio de la crisis pregúntate que tienes y pide a Dios que te bendiga. Ten la seguridad de que Dios te bendecirá más allá de lo que te imaginas, pero recuerda tener la fe de un barril y no solo de una cuchara. Sobrepasa tus propias expectativas.

¡Cambio y Fuera!

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La prueba de amor

Sentirse amado puede resultar uno de los asuntos más complicados de entender, todos deseamos recibir distintas pruebas de amor, con la finalidad de confirmar que se nos ama. De la misma forma buscamos demostrar el amor a quienes rodean, con el fin de afirmarles que son importantes y haríamos cualquier cosa por ellos. Sin embargo la prueba de amor más grande que pudiera existir, es el servicio. Servir a otros es la prueba de amor por excelencia. Servir significa darle valor a algo, ayudar, trabajar para otro, atender, procurar a alguien más, apoyar. Servir es la mejor prueba de amor, porque significa que dejamos nuestro egoísmo a un lado y decidimos convertir a otra persona en la más importante por un momento. Y es que el sacrificio del ego para el hombre actual, sin duda es un acto de verdadero amor.

En un mundo tan violento, desconsiderado, mal agradecido y voluble, el servicio unos a otros carece de sentido. Pero el servicio no se basa en la bondad de los demás, ni en que tanto lo merezcan, es la clave para parecernos a Dios. Jesucristo es el mejor ejemplo, Dice el evangelio según San Mateo 20:27-28 que quien quiera ser el primero, es decir, el mejor de todos, tiene que ser servir. Esta declaración es contraria a lo que la filosofía actual dicta, servir no nos hace menos, al contrario, nos hace mucho más. Jesucristo dedicó su vida completa a servir.

El apóstol Pablo en su primera carta a los corintios 12:12-19 dice que todos somos miembros de un mismo cuerpo y como tal cada uno tiene una función específica y un objetivo específico. En mi vida diaria no me acuerdo mucho de agradecerle a mi dedo chiquito del pie izquierdo por su increíble función, pero su función es muy importante. De igual manera todo lo que hacemos para ayudar a nuestros semejantes (miembros del cuerpo) es muy importante, ya que nos complementamos. Aunque en ocasiones desearíamos ser autosuficientes, la verdad es que no lo somos, siempre necesitaremos del servicio de los demás. Ser parte del mundo de Dios y sus componentes es la razón por la cual existimos. Fuimos salvos para servir, es decir, Jesucristo vino a salvarnos para que no vivamos hundidos en la peste que acarrea el estilo de vida tan perturbado que el ser humano lleva hoy en día. Pero una vez salvos, la idea de Dios es que sirvamos. La famosa línea que dice “el que no vive para servir, no sirve para vivir” es cierto. Si no cumplimos la función en la tierra para que Dios nos puso aquí nuestra vida no tendrá sentido. Sentirse inútil es el sentimiento más terrible que el ser humano experimenta. Pablo le dice a Timoteo en su segunda carta 1:9 que Dios nos llamó para cumplir su propósito.

Y es que Dios hizo esto para darnos identidad, para afirmar quienes somos y el plan de vida que debemos tener. Servir le da significado a nuestra vida. Para aquellos que conocemos a Dios no es opcional.
La clave está en el equilibrio, es necesario tener la misma porción de fe y de obras (servicio a otros). Santiago hace una reflexión muy interesante en el capítulo 2:14-26 donde nos hace entender que no se vale decir “yo tengo mucha fe en Dios, pero no hago nada por otros”, y de igual forma es inválido decir “yo tengo muchas obras caritativas, pero no tengo fe en Dios”. Ser caritativos jamás nos llevará al cielo, pero tener fe en Dios y ayudar a otros es la forma de experimentar a Dios. Leí que en algunas iglesias en China a aquellos que decidían comenzar a relacionarse con Dios en las iglesias, las primeras palabras que les dicen  son: “Jesús ahora tiene un nuevo par de ojos para ver, nuevos oídos para escuchar, nuevas manos para ayudar y un nuevo corazón para amar a otros”.

No hay excusas para servir, ¿cuál es tu excusa? Flojera, falta de iniciativa, depresión, no se hacer nada, falta de tiempo, no se dónde, no tengo nada bueno que aportar, soy tonto, tengo que arreglar mi vida primero… esas son solo algunas excusas, pero para nada válidas. Si leemos la Biblia nos daremos cuenta que todos los personajes que sobresalieron tienen algún “detalle” que los hace los más imperfectos del mundo; mentiras, infieles, torpes, tartamudos, deprimidos, pobres, inmorales, viudos, locos, racistas, etc… ¡No hay excusas! Pero necesitamos sacudirnos las excusas y dejar que Dios use nuestros defectos para el increíble propósito que ya tiene planeado. Si esperamos a arreglar nuestra propia vida y entonces dedicarnos a servir a otros tendríamos que morir, ya que jamás habrá un momento en el que nuestra vida sea como esperamos que sea.

Servir no es ser activista, no es ser servilista y dejar que te aplasten, no es impresionar es amar. Dale la prueba de amor a tus semejantes, sacúdete tus traumas y decide servir.


Cambio y Fuera!

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Cómo me relaciono con Dios?

En la sesión anterior revisamos la importancia de relacionarte con Dios, hemos hablado de que cuando decides hacer a Dios parte de tu vida, empiezas a notar cambios en la misma, cambios pequeños y muchas veces imperceptibles o como en el caso de Pablo cambios radicales a tu estilo de vida. Sin embargo en esta sesión te decimos ¿Como hacerlo?.

Debemos comenzar diciendo que la vida se debería medir con base en las relaciones que tenemos, y sobre todo en la calidad de las mismas. Relacionarse no es sencillo, pero es muy necesario. Pensemos cuáles son las relaciones más importantes en nuestra vida, aquellas que determinan el curso de nuestras decisiones para con nosotros mismos y para el mundo entero. Podemos tener muchas, sin embargo te reto a relacionarte con Dios; es el único con el que puedes entablar una relación y no cometerá los típicos odiosos errores que los seres humanos solemos cometer, y mejor aún perdona nuestros errores. ¿Cómo nos relacionamos con Dios? Aprendamos en pasos sencillos, basados en las relaciones comunes del ser humano, pero aplicadas a la mejor relación que podremos tener.

El paso uno de cualquier relación es la confianza. Dios confía en nosotros, si no fuera así no nos daría libertad de decisión. Sin embargo es necesario desarrollar la confianza en Dios. Confiar en Dios significa. No nos mantengamos pasivos. Debemos desarrollar planes y permanecer activos, pero nuestros planes deben ser conforme a la voluntad de Dios. Si nuestros planes son de acuerdo a su voluntad, Dios dispondrá de ellos. Cuando nuestros planes se lleven a cabo, debemos de agradecer a Dios y no ser engreídos creyendo que es obra nuestra.

El segundo paso es hablar. Al entablar conversaciones conocemos mejor a los demás y sobretodo, nos conocemos mejor a nosotros mismos.  Cada día es más común la definición sobre la oración, orar es hablar con Dios. Entonces caímos en el extremo, ¿a qué me refiero? En tiempos antiguos era impensable el hecho de que orar o rezar pudiera realizarse fuera de los lineamientos establecidos, fuera de la iglesia o con palabras ajenas a las ya instruidas. Sin embargo hoy en día sabemos que Dios está en todo lugar entonces siempre podemos hablar con Él, no importa dónde nos encontramos y la estructura de nuestras palabras. Sin embargo, el problema es que perdió su “distinción especial”, es decir, es tan fácil, tan común, no me cuesta nada… entonces lo posponemos y muy pocas veces lo hacemos. Es más, es muy común el pensamiento de que Dios lo sabe todo, entonces es innecesario decírselo. Pero orar a Dios, hablar con Él nos beneficia a nosotros mismos. Todos nacemos una necesidad de conectarnos con Él, es nuestro creador necesitamos comunicarnos con él.  El salmista dice en Eclesiastés 3:11 que Dios hizo todo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en nuestro corazón. Nuestro interior, nuestra alma, sabe que fuimos creados para Dios y para Su eternidad.  ¿Cuándo debemos hablar con Dios? SIEMPRE, Dice el apóstol Pablo a los Tesalonicenses 5:17 Santiago 5:13 nos dice que si estamos afligidos hagamos una oración, no nos sugiere algunos amigos para pedir consejo, aunque eso no es malo, pero lo excelente es orar.

Tienes algo que preguntarle a Dios, una duda, un problema, una decisión que tomar… ¡ORA! Orar es la clave, te garantizo que Dios sí te va a contestar. No siempre contesta como nosotros quisiéramos, sin embargo te contestará.  Dice el evangelio según San Mateo 7:7 que si pedimos se nos dará, si buscamos encontraremos, si llamamos se nos abrirá. Porque todo el que pide recibe y el que busca encuentra. Recordando pedir conforme a la voluntad de Dios. Y es que no siempre tenemos la razón, y muchas veces pedimos conforme a lo que pensamos que puede ser lo correcto, pero Dios tiene otros planes y Él sabe no solo lo correcto, si no lo que nos beneficiará y nos hará excelentes. Parte de la oración es pedirle entendimiento para ver más allá de nuestras narices. El apóstol Pablo le dice a los Efesios 6:18 que debemos pedir y suplicar con toda perseverancia, es decir, que muchas veces la respuesta no va a ser rápida, pero sigamos pidiendo. ¿Por qué Dios no me contesta rápido? Por todavía no estás listo para la respuesta, sigue orando y te irás preparando. Recordemos orar en lo privado, que sea un momento a solas con Dios. Claro que si estás en medio de una junta y necesitas mucha sabiduría para no explotar de enojo, puedes pedirlo en tu mente y Dios te escucha y te contesta! Pero que la oración diaria sea un tiempo a solas con Dios, vale la pena darle Su lugar.

Siempre que oremos que sea en el nombre de Jesús. Recordemos que Él es el ÚNICO intermediario, nada ni nadie más vivo o muerto puede ser el canal entre Dios y nosotros, solo Jesús. El evangelio según San Juan 14:13-14 dice que el único a través del cual podemos pedir es Jesús.  Jamás olvidemos que nuestras oraciones deben de ser conforme a la voluntad de Dios, no cumple caprichos. Define unos minutos que siempre puedan ser los mismos a cierta hora del día de tal manera que se vuelva un hábito.

El tercer paso es aprender. Aprender de Dios, con Dios y sobre Dios. Para aprender de Dios debemos conocer quién es y qué pretende con relacionarse con nosotros. La Biblia es el reflejo de lo que Dios es. Pablo le dijo al joven Timoteo (3:16) que todo lo escrito en la Biblia es inspirado por Dios, y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir justicia; a fin de que el hombre (nosotros) sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Y realmente relacionarnos con Dios es sencillo,  y este paso en particular es interesante, porque en la medida que leamos la Biblia, la estudiemos, la analicemos y sobretodo la apliquemos, es en la medida que mejoraremos nuestra relación con Dios. Pero luego surge una pregunta interesante que todos nos hemos hecho, ¿todo lo que está escrito en la biblia es verdad?... La Biblia dice que así es. Es complicado entender algo que no podemos comprobar en los parámetros humanos, pero a pesar de lo que cada uno piense de manera particular, creer o no creer en la veracidad de la Biblia es cuestión de fe, porque son verdades divinas y funcionarán con o sin nosotros. Nuestra fe se incrementará en la medida que aprendamos frases de la Biblia (versículos), nos ayudará a afrontar los diferentes problemas de la vida cotidiana.

Dicen que Dios nos dio una boca, pero dos orejas, ya que nos cuesta mucho callarnos y escuchar, pero aun en la relación con Dios en muchas ocasiones es necesario callarnos y escucharlo a Él. Y es que suena como algo fantástico el creer que realmente podemos escuchar a Dios, sin embargo hay muchas formas de hacerlo. La forma más importante en la que Él se comunica con nosotros y nos enseña su voluntad y propósitos es a través de la Biblia. Cada renglón escrito en la Biblia es el relato de la voluntad divina que Él tiene para nosotros. Lo podremos escuchar en la medida que leemos su Palabra. Las reflexiones de las verdades bíblicas son también una excelente oportunidad para escucharlo, los sermones, literatura cristina, y muchas reflexiones acerca de las verdades de Dios. Pero recuerda que todo lo que escuchemos siempre lo debemos filtrar y cotejar con lo que la Biblia realmente dice. Las circunstancias son un muy buen medio para identificar qué es lo que Él nos está diciendo. Hay muchos momentos en el que estamos en medio de circunstancias que no buscamos, si no que se dieron “solas”, pero esa es una forma en la que Dios nos quiere llamar la atención. La oración siempre nos llevará a sentirnos más cerca de nuestro creador, tal vez no escucharemos literalmente su voz en nuestro oído, pero Dios deja pensamientos que nos hacen entender lo que Él espera que hagamos.

La clave está en convivir con Dios, es el hecho de volverlo parte de nuestra vida, involucrarlo en nuestras decisiones, consultarlo primero, checar que las decisiones que tomamos están basadas en sus principios. Tener una relación con Dios es convivir con otros que crean lo mismo respecto a Él, de esta manera podremos hacer crecer nuestra fe y la de otros. Relacionarnos con Dios es tener una relación bilateral, tanto de Él para con nosotros, y nosotros para con Él. 


DECIDE relacionarte con Dios! 

Cambio y Fuera!

martes, 6 de septiembre de 2011

Relacionándome con Dios

En ningún idioma es tan difícil entenderse como en el propio. (Karl Kraus, escritor austríaco) Entender a otros y entendernos a nosotros mismos resulta el dilema más complicado de la existencia humana. Entendernos es complicado ya que nuestra visión es humana, y somos seres humanos imperfectos, necios, ególatras tratando de entender a otros con las mismas características. Las relaciones humano-humano siempre serán complicadas, conflictivas y difíciles, ni siquiera es necesario detallar ese tipo de relación porque la conocemos muy bien, y como dice Kraus, entender nuestro propio idioma es lo más difícil. Sin embargo si nos relacionamos y decidimos comunicarnos con la persona que creó nuestro idioma y que tuvo la increíble idea de formarnos, entonces sacaremos un mayor provecho a nuestra existencia. Dios  nos creó, el conoce perfectamente el instructivo para que tengamos una mejor vida, así la clave de todas las relaciones es relacionarnos con Él.

El salmista dice que Dios acomoda nuestros caminos, porque Él nos conoce. Y el apóstol Pablo les dice a los filipenses en su carta 1:6, que Dios, quien ha empezado una obra buena en nosotros, la perfeccionará; es decir, que SÍ tiene planes para nosotros y los va a cumplir. Así que relacionarnos con Él empieza porque Él quiere relacionarse con nosotros. Somos su máxima creación, lo más importante para Él así que está a la espera de que lo volvamos parte de nuestra vida diaria.

Cuando hablamos de Dios la mayoría pensamos en el “tipo” de religión a la que pertenecemos. Sin embargo la definición de religión se limita a creencias sobre la divinidad. Esto significa que el ser humano define ciertas creencias sobre la divinidad, pero esto no significa que tengo una relación con esa divinidad, solamente creo que es lo correcto. Sin embargo nos conviene tener una relación con Dios y no solo una religión.

Dios nos llama en primer lugar. Sin embargo es una decisión personal responder a la relación que Él abre. El apóstol Pablo le dice a los Romanos 3:22-26 que dado que todos hemos pecado, ninguno por su propia justicia podría acercarse a Dios; pero gracias a que Jesús murió por nosotros, entonces solamente con tener fe nos podemos comenzar a relacionar con Dios.

El ser humano nace con la necesidad de acercarse a Dios, sin embargo durante las circunstancias de nuestra vida nos vamos alejando y hacemos a un lado esa necesidad de convivir y ser parte de un plan divino. Pero Dios al vernos perdernos poco a poco tiene misericordia de nosotros y nos pone en momentos específicos para que lo volteemos a ver otra vez. Dios nos escoge, pero en nosotros recae la decisión final. Pablo les dice a los filipenses 2:13 que Dios pone en nosotros tanto el querer como el hacer para acercarnos a Dios. Pablo también les dice a los corintios en su primera carta, que debemos ser imitadores de él, pero a su vez él, Pablo, es imitador de Cristo. Esta es la base de la relación con Dios, ser imitadores de Jesús. La primera carta de Juan 4:17 dice que Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios. Recordemos que la definición del amor según Dios, no es la misma que tenemos en la visión humana. Relacionémonos con Dios por medio del amor que Él mismo nos enseña.

Volver a Dios parte de nuestra vida nos convierte en sus discípulos, es decir, aprendemos a adoptar el estilo de vida que Él enseña y sobretodo que vive. El evangelio según San Lucas dice que nadie puede ser superior a su maestro, sin embargo lo podemos involucrar a tal punto que lograremos la perfección en Dios. La primera carta de Juan 3:24 dice que si permanecemos en los mandamientos de Dios, entonces permanecemos en Dios y Él permanece en nosotros. Es lo mismo que se menciona anteriormente, permanecer en amor y en los mandamientos de Dios es aprender a vivir como Dios.

Relacionarnos con Dios es la clave para todas las relaciones en nuestra vida. Jesús mismo dice en el evangelio según San Juan 15:10 que  si guardamos los mandamientos de Dios, permaneceremos en el amor de Dios (que es perfecto y no defectuoso como el humano); así como Jesús mismo ha guardado los mandamientos del Padre, y permanece en su amor. Permanecer en el amor de Dios es no decir mentiras, no engañar, no robar, ser éticos, ser puntuales, buscar el bien de los demás y no solo nuestro beneficio, es ser amables, es decidir perdonar… Estas características definen el amor de Dios. Y permanecer en ellas nos ayudará a mejorar nuestras relaciones laterales. Vale la relacionarnos con Dios y asi encontrar el equilibrio con los demás y con nosotros mismos. Es como un triángulo en nuestra vida, cada esquina es una de nuestras relaciones: yo mismo, relaciones con otros y relación con Dios. Busquemos el equilibrio entre los tres, si tenemos la relación con Dios desgastada o rota, entonces batallaremos en las otras dos.


Cambio y fuera!