“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” Evangelio según San Mateo capítulo 5.
Las bienaventuranzas son, sin duda, una de las porciones más conocidas de la Biblia, las hemos escuchado, pero no siempre entendido. ¿Bienaventurado?, ¿qué es eso? … Pongamos la pregunta un poco más sencilla, ¿eres feliz? La mayoría manifestaremos la respuesta conforme a las circunstancias.. Sin embargo a la siguiente pregunta la mayoría, si no es que todos, contestaríamos un fuerte y firme SÍ, ¿quieres ser feliz? Como seres humanos dedicamos nuestra vida entera a encontrar la felicidad. Todo lo que hacemos es buscando encontrar un final feliz. ¿Qué te hace feliz? La felicidad es bastante relativa, a algunos les hace feliz tener seguridad económica, una familia numerosa, un estilo de vida cómodo, el deporte, apreciar las representaciones artísticas, contemplar la naturaleza.. en fin, ¿qué te hace feliz? Desde disfrutar un buena rica y comida, hasta comprar una mansión, las respuestas son infinitas. Sin embargo todas tendrán un común denominador: son “cosas”, “momentos”, “decisiones”, “posesiones” 100% humanas o carnales. La palabra “carnal” suena muy religiosa y condenatoria; pero en esta ocasión tiene que ver con el hecho de que todo lo que buscamos para ser felices es humano. Buscamos aquello que nos produzca un placer inmediato o lo más pronto posible.
En el Libro de Salmos 128:1-2 dice: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová,
Que anda en sus caminos.
Cuando comieres el trabajo de tus manos,
Bienaventurado serás, y te irá bien.” Bienaventurado significa felicidad, fortuna o contentamiento. Dios da un significado muy profundo a ficha felicidad o fortuna. El salmista reconoce que es “bienaventurado, feliz o dichoso” todo lo que busca a Dios y procura andar en Sus caminos; y en el versículo 2 dice algo interesante: “bienaventurados serás y te irá bien”. El primer principio sobre la bienaventuranza es separar la felicidad del éxito. El salmista dice que seremos dichos y felices si andamos en los caminos de Dios, y además nos puede ir bien, pero el éxito no es parte de la definición de la bienaventuranza, es una consecuencia.
Ser bienaventurado es una actitud que nos lleva a un estado de felicidad. No significa un momento de felicidad, un momento de éxito; es la actitud que tenemos en la vida diaria y que nos llevará a la felicidad perfecta y eterna. El concepto de felicidad desde el punto de vista del ser humano es injusta, ya que está basada en bienes materiales a los que no todos pueden tener acceso. Si definiéramos la felicidad (o bienaventuranza) como el estado donde nuestras necesidades han sido satisfechas por completo, entonces millones no podríamos ni siquiera aspirar a sentirnos bienaventurados algún día. Sin embargo Dios es perfecto y ofrece ser felices, sin importar lo que tenemos o lo que no tenemos. La felicidad divina está al alcance de cualquier ser humano.
Pero, por qué será que buscamos la felicidad en los bienes de esta tierra. En primer lugar, porque somos 100% humanos. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no vivan según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en nosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” El apóstol Pablo le dice a los Romanos en el capítulo 8 de su carta, versículos del 5 al 9, la cruda verdad del ser humano: somos humanos y no podemos pensar en cosas que no sean humanas como nosotros. Ese es el principal problema, pensamos solo lo que nuestra limitada mente nos permite. La clave está en conocer a Dios y aprender su modo de pensar, para entonces vivir así. Vivir según Dios nos brinda una visión mucho más amplia del panorama. Cuando somos pequeñitos nuestro mundo es del mismo tamaño, a los 3 años las únicas personas que existen en nuestro mundo son nuestros padres, algunos familiares y uno que otro amiguito; sin embargo no tenemos conciencia de los millones que también habitamos el mundo; para nada nos preocupa la hambruna mundial, la violencia o el calentamiento global, porque no lo conocemos. Al crecer y conocer el “mundo” entonces somos capaces de cambiar nuestra visión. Pero dicha visión sigue siendo limitada comparada a la que Dios nos da.
La segunda razón por la que buscamos la felicidad en esta tierra, es porque estamos “ciegos”, y nos urge aprender de Jesús. El apóstol Pablo en Efesios 4:21-24 le dice a la Iglesia de Éfeso: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Imagina por un momento la peor versión de ti mismo, ¿cómo serías? Tal vez súper controlador, chantajista, muy mentiroso, extremadamente despiadado con los demás, nada amable, muy violento, extremadamente chismoso… ¿cuál es tu peor versión? Todos tenemos una, a lo largo de la vida buscamos que no salga muy a menudo, pero siempre termina por traicionarnos. Lo que Pablo nos quiere decir es que debemos dejar esa –peor versión de nosotros mismos- para adoptar el estilo de vida de Jesús. La –peor versión de nosotros- está viciada en lo único que conoce: el mundo actual. Renovemos muestra mente y adoptemos o vistámonos con la nueva versión, la mejor versión de ti mismo; la cual sólo podremos encontrar en Cristo. Solo Dios nos da visión y nos quita esa ceguera.
Y la tercera razón para buscar la felicidad terrenal es porque ignoramos el Reino de Dios. La verdad es que no tenemos idea de qué más hay en el “mundo”, solo estamos enfocados en nosotros mismos. La vida no dura 10, 25 o 75 años, la vida es eterna. Fuimos creados para la eternidad, no solo para vivir hoy. El Salmista en el capítulo 39 y versículo 4 le dice a Dios: “Hazme saber, Dios, mi fin,
Y cuánta sea la medida de mis días;
Sepa yo cuán frágil soy.” Está reconociendo que la vida es corta y le pide a Dios, “dime cuánto tiempo me queda”. ¿Qué harías si supieras que te queda solo un año de vida? Te garantizo que harías una lista con todo aquello que siempre has querido hacer, pero no has tenido tiempo. Seguramente “aprovecharíamos” cada segundo. Pero se nos olvida que esa debe ser nuestra realidad, somos temporales en la tierra. No existe algo en la tierra que pueda convertirnos en bienaventurados completamente, nuestro corazón y vida fueron diseñados para buscar algo más alto. Es por eso que debemos buscar la felicidad divina que es igual a la felicidad eterna.
Dios nos creó para vivir en la eternidad con Él, nos puso en esta tierra para aprender a conocerlo, amarlo y parecernos más a nuestro creador; pero hay algo más, esto no es todo lo que existe. En su carta a la Iglesia de Filipo (Filipenses 3:20), Pablo dice, “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”. Somos hijos de Dios, no somos hijos de este mundo. Me encanta lo que dice Pablo “nuestra ciudadanía está en el cielo”. Si alguna vez has tenido la oportunidad de viajar a otra ciudad diferente a tu tierra, coincidirás conmigo en que siempre buscamos –resaltar- lo representativo de nuestro lugar de origen, ya sea el acento al hablar, la forma de vestir, algún baile típico, procurar la comida que nos recuerde a nuestra tierra. Lo mismo pasa con Dios, somos de Dios, no somos de este mundo, debemos recordar que la eternidad con Dios nos espera. Vive como extranjero, resalta y que todo el mundo se de cuenta que no pertenecemos aquí, pertenecemos a Dios. Decidir entender esta verdad nos hará dejar de preocuparnos por tener “todo” lo que este mundo te dice que debes tener. El apóstol Pedro nos dice en 1 Pedro 2:11: “Amados, yo les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de los deseos carnales que batallan contra el alma.” Nos recuerda que somos extranjeros, estamos de paso y hay un destino mejor al que debemos llegar, por lo tanto busquemos abstenernos de todo aquello que pueda arruinar nuestro destino final. Vive tu vida para la eternidad.
Jesús nos invita a ser sus discípulos, es decir, a adoptar su estilo de vida; nos enseña las bienaventuranzas para adoptarlas como características diarias. Sin embargo parte de entenderlas es comprender que la felicidad que tendremos es eterna, empieza cuando decidimos adoptarlo en nuestra vida y terminan en la eternidad. Es por eso que en muchas ocasiones sentimos que aquello que Dios nos ha prometido no se cumple, pensamos que Dios se está tardando; pero no es así, lo cumplirá, solo que sus tiempos son diferentes a los nuestros. Esta vida es solo un abrir y cerrar de ojos comparado con la eternidad, es como cuando estás en el cine y cierras los ojos un momento y sin darte cuenta te dormiste 10 o hasta 30 minutos dela película; la verdad es que no te das cuenta y piensas que fueron segundos… Así es la vida, son segundos comparados con la eternidad. Entonces decidamos vivir para la eternidad, dándole importancia a aquello que será parte de TODA nuestra vida y no sólo de un momento. El autor C.S. Lewis dijo: “Todo lo que no sea eterno, es eternamente inútil”. Cuánta importancia le damos a cosas tan inútiles en nuestra vida, dejémonos de tonterías y busquemos lo eterno.
Santiago 1:4, nos motiva a buscar a Dios y nos garantiza la eterna felicidad: “Hermanos míos, estén felices (dichosos) cuando estén en medio de diversas pruebas, pues la prueba de su fe les dará constancia. Y la constancia llevará a feliz termino la obra, para que sean perfectos e íntegros y no les falte nada.” Está hablando de ser bienaventurados cuando estemos enbroncadísimos, tener esa actitud dichosa, sabiendo que no es el fin del mundo y Dios sigue teniendo el control. Cuando Dios prueba nuestra fe entonces nos volveremos constantes en buscarlo y aprender de Él, es ahí cuando nuestra vida se verá recomenzada con la felicidad y dice que seremos perfectos e íntegros y nada nos va a faltar. ¿Te imaginas que puedas decir que nada te falta? Hasta parece imposible, pero la Palabra de Dios lo dice, seremos perfectos.
Adoptemos el estilo de vida de Jesús, dondequiera que estemos debe notarse que no somos terrestres, somos divinos. Nuestro andar diario debe verse reflejado por la mejor versión de nosotros mismos, solo en Dios encontraremos la felicidad y plenitud que tanto buscamos. Fuimos creados para ser bienaventurados y eternos. La tierra no lo es todo, es más, es casi nada; Dios si es todo.
¡Cambio y fuera!
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