“Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 12:8)
Sabías que la vanidad no es considerado uno de los pecados capitales, por la Iglesia Católica, pero se dice que deriva del orgullo. Sin embargo hoy en día la maldad del ser humano recae en la vanidad. La vanidad va más allá del número de camisas que tengas o la cantidad de veces que te ves en el espejo. La vanidad está arraigada al corazón del ser humano hoy en día, es decidir ser lo más importante y hacer girar la vida entera en torno a ello. Bien dijo el poeta, “vanidad de vanidades, todo es vanidad”.
El poeta dice en Eclesiastés 11:8-11: “Pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad. Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.”
La vanidad significa que como seres humanos que declaramos no necesitar a Dios, ya sea con nuestros actos o nuestras palabras. No importa cuántos años vivamos y todo lo que logremos, si no buscamos a Dios como lo más importante en nuestra vida, entonces TODO cuanto hayamos hecho o logrado, se convierte en vanidad. Es considerado muy a menudo como el «vicio maestro». Todo aquello que solo muestra poder, riqueza, soberbia y que carece de auténtico valor humano. El papa Gregorio dijo que es el principio de todos los pecados.
El poeta hace un recomendación muy interesante en el párrafo anterior de Eclesiastés, nos recuerda que TODO es vanidad, es decir, no vale la pena pues solo alimenta el ego. Nos recomienda vivir alegres y tomar placer de nuestra juventud, pero a la par nos reta a quitar nuestros ojos de la vanidad. Acaso es incongruente su comentario. Se vuelve confuso cuando no entendemos que podemos ser alegres y felices dejando a un lado todo aquello que es vano e inútil.
Leí algo interesante, muchos jóvenes prefieren darle su juventud al diablo y su vejez a Dios. Sin embargo esa decisión solo nos provoca placer por un periodo muy corto. No le des la juventud al diablo y la vejez a Dios. Dale a Dios tu juventud y también la vejez. Si le damos a Dios nuestra vejez solo esperamos consuelo por nuestros errores, si le damos nuestra juventud Él nos da visión para vivir bien.
¿Vale la pena decidir darle nuestra juventud a Dios? Parece anticuado, sin embargo Dios ha hecho todo por nosotros. Nos amo a pesar de nuestros errores, a pesar de todo lo que constantemente hacemos traicionando su confianza. Nos ha dado a su Hijo que significa una nueva oportunidad de vivir en armonía con Dios, significa perdón, no más culpa, esperanza. Nos ha dado su Palabra, vigente desde el principio de los tiempos hasta el final, nos recuerda sus promesas, aumenta nuestra fe y podemos leer acerca de su amor. Y nos ha dado la oportunidad de pertenecer a una iglesia, donde podemos convivir con otros que comparten la fe en Cristo; nos motivamos unos a otros a creer en Él aun más, a recordar que tiene un plan eterno para todos los que hemos creído. Dios ya hizo lo suyo, sacrificó a Su Hijo nos dio perdón y tenemos una nueva vida, ahora nos toca a nosotros obedecer. No veremos un cambio real si no DECIDIMOS obedecer, oír el evangelio, creer en Cristo, arrepentirse, y confesar a Cristo y hacerlo parte de nuestra vida.
El apóstol Juan escribe en su primera carta capítulo 2 versículo 14, “les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno. ” Dios está muy interesado en nosotros, ¡somos lo más preciado que tiene! Ni siquiera los ángeles, el cielo, el universo, la naturaleza, son más importantes que nosotros. Somos lo más importante para Él, y por eso quiere y busca que nos relacionemos con Él. La única manera de vencer aquello que nos genera culpa y vanidad, es permanecer en Dios.
El diccionario se refiere a la vanidad como algo inútil o una ilusión. Que triste es la vida sin sentido, inútil y que es solo una ilusión de algo que pudo ser bueno. Sin Dios así es la vida, como un sueño guajiro, como nubes en el cielo que en cualquier momento vuelan y se termina. Este nuevo año decide tener una vida que valga la pena, no inútil. Dios espera que te relaciones con Él y busques darle significado a tu existencia. Ya basta de desperdicios, millones han echado su vida a la basura y se han dejado llevar por la amargura, tristeza y desesperanza, pero tú tienes la oportunidad de vivir diferente.
Relaciónate con Dios y ten un año nada vanidoso.
¡Cambio y fuera!
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