"Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:7)"
Sabías que en los 4000 años de historia escrita, el mundo solo ha estado en paz un 7% del tiempo, es decir solamente 286 años. En toda la historia del mundo, 8000 tratados conocidos se han firmado y roto. La guerra no está de moda hoy en día, ¡siempre ha estado de moda!. Sin embargo Jesús, como el mayor revolucionario de la historia, nos reta una vez más. El evangelio según San Mateo 5:7 dice: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
Los pacificadores suena a película de acción muy taquillera, repleta de sangre, armas, golpes y algún súper héroe que se convertirá en moda. En este caso no aplica dicha definición, un pacificador es el que busca la paz, ¿obvio no?. La paz, es la ausencia de estrés, es verdad, es seguridad, es calma, es gozo, es bienestar… es mucho más que guerras y acción. Por lo tanto, la ausencia de paz se define a través de pleitos, cizaña, ira, sobre reaccionar ante las circunstancias, mal carácter, falta de perdón, los chismes, las malas caras, el pésimo humor, la humillación a otros, las ofensas, la violencia física, verbal y emocional, la indiferencia, la soberbia… por mencionar solo algunas de sus facetas. ¿Te suena familiar?.
Jesús dice que los pacificadores prácticamente se sacan la lotería, y se refiere a dos puntos importantes. El primero es estar y tener paz con Dios. La carta de Pablo a los Romanos 5:1 menciona “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Para tener paz con Dios, en primer lugar es necesario tener fe en Él y en que es el único camino a la salvación. Pablo lo repite en su carta a los Efesios 2:14 “Porque él es nuestra paz.” En la misma carta de Efesios 6:15, Pablo nos recomienda que nos pongamos la armadura de Dios para combatir lo problemas diarios, y menciona algunos elementos fundamentales para la sobrevivencia. “Por tanto, toma toda la armadura de Dios, para que puedas resistir el día malo. Ponte el cinto de la verdad, la coraza de justicia, y el calzado del evangelio de la paz.” Solo llevando la paz a otros, estaremos en paz con Dios.
La paz con otros, es el segundo punto al que Jesús se refiere en la bienaventuranza. Lenski dice: “Una paz con Dios y que por lo tanto los llena a ellos mismos con la dulce paz, si es posible, con todos los hombres y trabajan para mantener y hace la paz donde la paz está amenazada o perdida. El suyo es el trabajo del verdadero cristiano que sigue las pisadas del Príncipe de Paz.” Pablo nos lanza unos de los retos más complicados, en Romanos 12:18-21 “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos los hombres.
No se venguen ustedes mismos, sino dejen lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. ” Ganarse la lotería siendo pacíficos, significa evitar meterse en problemas con los demás, tengamos o no tengamos razón, no buscar aplastar a otros, no vengarnos solo porque creemos que es justo, no dejar que el mal carácter, en pocas palabras evitar las típicas reacciones que tenemos y decidir actuar como Jesús actuaría: PACÍFICAMENTE.
El proceso para estar en paz y tener paz es sencillo, tres pasos claves: Paso uno: Busquemos relacionarnos con Dios. Paso dos: Dios nos da paz. Paso tres: Al experimentar la paz de Dios, podemos compartirla a otros. Seremos verdaderos pacificadores cuando nuestra confianza esté puesta en Dios, jamás podremos comprar o crear la paz, surge de la relación que tengamos con Dios. Entre más nos relacionemos con Dios, mucho más pacíficos deberíamos de ser.
Sabías que en el viejo oeste el PACIFICADOR era el vaquero con el revolver 45 más rápido. En EU 200 años después nombraron a un misil nuclear: PACIFICADOR. El corazón del hombre solo tendrá paz con la presencia de Jesús en nosotros. ¿Qué es tener la paz de Dios?, fácil: Estilo de vida de Jesús en tu andar diario, en esas pequeñas cosas que nos controlan: la ira, los corajes, el egoísmo, la impaciencia, la incertidumbre. Se trata de confiar en la soberanía de Dios. Filipenses 4:7 nos regala una gran verdad: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” En el presente somos hijos de Dios, pero hasta que vivimos como PACIFICADORES entonces somos reconocidos y semejantes a Jesús. Conviértete en el pacificador de este siglo, al menos de esta semana.
¡Cambio y Fuera!
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