lunes, 20 de octubre de 2014

El Centurion

En cierta ocasión, Jesús fue al pueblo de Capernaúm. Allí, se le acercó un capitán del ejército romano y le dijo: —Señor Jesús, mi sirviente está enfermo en casa. Tiene fuertes dolores y no puede moverse. Entonces Jesús le dijo: —Iré a sanarlo. Pero el capitán respondió: —Señor Jesús, yo no merezco que entre usted en mi casa. Basta con que ordene desde aquí que mi sirviente se sane y él quedará sano. Porque yo sé lo que es dar órdenes y lo que es obedecer. Si yo le ordeno a uno de mis soldados que vaya a algún sitio, ese soldado va. Si a otro le ordeno que venga, él viene; y si mando a mi sirviente que haga algo, lo hace. Jesús se quedó admirado al escuchar la respuesta del capitán. Entonces le dijo a la gente que lo seguía: —¡Les aseguro que, en todo Israel, nunca había conocido a alguien que confiara tanto en mí como este extranjero! (Mateo 8:5-13) 

¡Imagínate que Jesús diga que ti que nunca ha conocido a alguien con una fe como la tuya! Esta es la historia del centurión. 

Un centurión era un oficial del imperio romano que estaba al mando de 100 soldados. Era militar, por lo tanto imagínate sus características: rudo, enfocado a resultados, hombre de guerra; pero éste centurión en especial era diferente, era compasivo y estaba preocupado por uno de sus muchachos que estaba enfermo. Además pide con una humildad increíble, pide con modestia. Veía a Jesús con respeto, soberano y como un compasivo médico. De hecho es el único caso de alguien que viene a pedirle a Jesús un milagro por un siervo, todos pedían por sus propios hijos, éste centurión era un tipazo. Así que Jesús decide ayudarlo, pero el centurión, de quien por cierto, nunca se menciona su nombre, y al ver que su petición fue escuchada, muestra aun más humildad, reconociendo que no es digno de tanta bondad, porque Jesús quiere ir hasta su casa. A pesar de que el centurión tenía mucha autoridad en el imperio se sentía indigno frente a Jesús. ¿Cómo te diriges a Jesús?  

El centurión era piadoso, humilde y tenía fe. De hecho es como una formula, a mayor humildad mayor fe. Tenia una gran seguridad de fe, no solo de que Cristo podía curar a su siervo a la distancia y con una sola palabra. Jesús puede hacer cosas extraordinarias cuando ve que tenemos fe. ¿De qué manera expresas tu fe? De hecho tal fue la fe del centurión que Jesús le ofreció mucho más que la sanidad, le ofreció ir a su casa a sanar al siervo, todo por ver la humildad y fe del centurión. ¿Cuándo te diriges a Dios le pides con humildad? 

Cristo busca fe, ¿estás dispuesto a dársela? El criado obtuvo la sanación de su enfermedad, pero el amo obtuvo la confirmación y aceptación de su fe. Jesús da respuestas alentadoras a quienes oran e interceden por nosotros. ¿Oras por los demás? Es un gran privilegio el ser oídos a favor de otros. 

¿Que tan piadoso y humilde eres?, ¿que tan humildemente pides?, ¿y que tanto crees que Dios te escucha? Pero sobre todo, ¿cómo está tu fe?. Tomemos el ejemplo del centurión y busquemos ser humildes y tener fe como la de él a favor de los demás. 


¡Cambio y Fuera!

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