martes, 6 de septiembre de 2011

Relacionándome con Dios

En ningún idioma es tan difícil entenderse como en el propio. (Karl Kraus, escritor austríaco) Entender a otros y entendernos a nosotros mismos resulta el dilema más complicado de la existencia humana. Entendernos es complicado ya que nuestra visión es humana, y somos seres humanos imperfectos, necios, ególatras tratando de entender a otros con las mismas características. Las relaciones humano-humano siempre serán complicadas, conflictivas y difíciles, ni siquiera es necesario detallar ese tipo de relación porque la conocemos muy bien, y como dice Kraus, entender nuestro propio idioma es lo más difícil. Sin embargo si nos relacionamos y decidimos comunicarnos con la persona que creó nuestro idioma y que tuvo la increíble idea de formarnos, entonces sacaremos un mayor provecho a nuestra existencia. Dios  nos creó, el conoce perfectamente el instructivo para que tengamos una mejor vida, así la clave de todas las relaciones es relacionarnos con Él.

El salmista dice que Dios acomoda nuestros caminos, porque Él nos conoce. Y el apóstol Pablo les dice a los filipenses en su carta 1:6, que Dios, quien ha empezado una obra buena en nosotros, la perfeccionará; es decir, que SÍ tiene planes para nosotros y los va a cumplir. Así que relacionarnos con Él empieza porque Él quiere relacionarse con nosotros. Somos su máxima creación, lo más importante para Él así que está a la espera de que lo volvamos parte de nuestra vida diaria.

Cuando hablamos de Dios la mayoría pensamos en el “tipo” de religión a la que pertenecemos. Sin embargo la definición de religión se limita a creencias sobre la divinidad. Esto significa que el ser humano define ciertas creencias sobre la divinidad, pero esto no significa que tengo una relación con esa divinidad, solamente creo que es lo correcto. Sin embargo nos conviene tener una relación con Dios y no solo una religión.

Dios nos llama en primer lugar. Sin embargo es una decisión personal responder a la relación que Él abre. El apóstol Pablo le dice a los Romanos 3:22-26 que dado que todos hemos pecado, ninguno por su propia justicia podría acercarse a Dios; pero gracias a que Jesús murió por nosotros, entonces solamente con tener fe nos podemos comenzar a relacionar con Dios.

El ser humano nace con la necesidad de acercarse a Dios, sin embargo durante las circunstancias de nuestra vida nos vamos alejando y hacemos a un lado esa necesidad de convivir y ser parte de un plan divino. Pero Dios al vernos perdernos poco a poco tiene misericordia de nosotros y nos pone en momentos específicos para que lo volteemos a ver otra vez. Dios nos escoge, pero en nosotros recae la decisión final. Pablo les dice a los filipenses 2:13 que Dios pone en nosotros tanto el querer como el hacer para acercarnos a Dios. Pablo también les dice a los corintios en su primera carta, que debemos ser imitadores de él, pero a su vez él, Pablo, es imitador de Cristo. Esta es la base de la relación con Dios, ser imitadores de Jesús. La primera carta de Juan 4:17 dice que Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios. Recordemos que la definición del amor según Dios, no es la misma que tenemos en la visión humana. Relacionémonos con Dios por medio del amor que Él mismo nos enseña.

Volver a Dios parte de nuestra vida nos convierte en sus discípulos, es decir, aprendemos a adoptar el estilo de vida que Él enseña y sobretodo que vive. El evangelio según San Lucas dice que nadie puede ser superior a su maestro, sin embargo lo podemos involucrar a tal punto que lograremos la perfección en Dios. La primera carta de Juan 3:24 dice que si permanecemos en los mandamientos de Dios, entonces permanecemos en Dios y Él permanece en nosotros. Es lo mismo que se menciona anteriormente, permanecer en amor y en los mandamientos de Dios es aprender a vivir como Dios.

Relacionarnos con Dios es la clave para todas las relaciones en nuestra vida. Jesús mismo dice en el evangelio según San Juan 15:10 que  si guardamos los mandamientos de Dios, permaneceremos en el amor de Dios (que es perfecto y no defectuoso como el humano); así como Jesús mismo ha guardado los mandamientos del Padre, y permanece en su amor. Permanecer en el amor de Dios es no decir mentiras, no engañar, no robar, ser éticos, ser puntuales, buscar el bien de los demás y no solo nuestro beneficio, es ser amables, es decidir perdonar… Estas características definen el amor de Dios. Y permanecer en ellas nos ayudará a mejorar nuestras relaciones laterales. Vale la relacionarnos con Dios y asi encontrar el equilibrio con los demás y con nosotros mismos. Es como un triángulo en nuestra vida, cada esquina es una de nuestras relaciones: yo mismo, relaciones con otros y relación con Dios. Busquemos el equilibrio entre los tres, si tenemos la relación con Dios desgastada o rota, entonces batallaremos en las otras dos.


Cambio y fuera!

domingo, 28 de agosto de 2011

Relacionándome Conmigo Mismo


Pensemos en cuál de todas nuestras relaciones es la más difícil, con quién de todos los que están a nuestro alrededor batallamos más para relacionarnos: papás, novio(a), amigos, hermanos, abuelos, compañeros de trabajo, jefe, autoridades, ¿otro?... Pero aún y si desaparecieran todas esas relaciones seguramente seguiremos estando inconformes, porque todos, sin excepción, batallamos para relacionarnos con nosotros mismos. La falta de conformidad con nosotros mismos genera que más allá de luchas contra otros, resulta que luchamos contra nosotros mismos.

En la época de la psicología moderna, el término de “autoestima” se ha vuelto cada vez más común. Hay muchas teorías al respecto, a favor y en contra, además de un constante mal uso del término. Pero para fines prácticos la “autoestima” es el concepto que cada uno tenemos de nosotros mismos, específicamente el amor propio. Conocemos los dos extremos, el concepto demasiado alto, demasiado bajo y algunos matices en el rango intermedio. Pero realmente el ser humano no logra tener un correcto amor propio. El mayor problema del hombre es un error en la definición del amor propio.

Como seres humanos desarrollamos el concepto de amor propio con base en el contexto actual. Sabemos que cada uno de nosotros ama a los demás de la manera en que aprendió a amar, en esa medida expresamos, manifestamos y vivimos el amor. De la misma manera para nosotros mismos, nos amamos como hemos visto que nuestros padres se aman a sí mismos, como la sociedad dice que debe ser el amor propio, conforme a los estándares de la época que vivimos. Pero debemos ir al principio de las cosas. El hombre no se creó a sí mismo, Dios nos creó. Por lo tanto de Él procedemos y nuestros estándares deberían ser los que Él tiene para con nosotros. La definición de amor basada en los conceptos que determina la sociedad, cualquiera que esta sea, son incorrectos, porque solo llevan al egoísmo. Es una definición basada en el “falso amor propio”, es decir, egoísmo. Cuando soy egoísta me peleo hasta conmigo mismo, ni siquiera llego a estar conforme con mi amor propio, pero busco demostrar que sí, me miento a mí mismo, y se vuelve prácticamente imposible satisfacer mis estándares. Siempre buscar mi placer, hablar de mi mismo hasta que humille a los demás, demostrar que soy el mejor y no dependo de nadie más, quejarme constantemente de lo que no tengo  con peligro de caer en la autocompasión, y siempre pensando en lo vano y pasajero. Sin embargo cuando comprendemos que somos de Dios, entonces aprendemos a generar un  amor propio correcto. Nuestro amor propio se deriva del amor que tenemos por Dios. Somos de Dios, no de nosotros mismos, así que debemos amarlo primero a Él, para así conocer cómo nos ama y amarnos de la misma manera.

La definición que Dios da sobre el amor propio la encontramos en la carta de Pablo a los Romanos, en el capítulo 12:3. Desde el inicio del capítulo Pablo está motivándonos a ofrecer nuestro cuerpo a Dios como un sacrificio, es decir, no amoldándonos al mundo actual, sino transformando nuestra mente a la mente de Dios. Y en el versículo 3 nos dice que “por la gracia que Dios nos ha dado: nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le ha dado.” El concepto que tenemos de nosotros mismos parte del concepto que Dios tiene de nosotros. Tener un amor propio por encima o por debajo de lo que Dios tiene resulta “amoldarse al mundo actual”, es decir, conformarnos con lo poco que nos da la humanidad. Es interesante que al final de la recomendación se menciona que el amor propio se deriva de la fe que tengamos. En otra de sus cartas Pablo le dice a los Hebreos 11:1 que la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve, sino de Dios. En la medida que desarrollamos nuestra fe en Dios, desarrollamos un correcto amor por nosotros mismos.

El profeta Jeremías en el capítulo 17:5-9 relata que Dios dice: “¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!. Será como una zarza en el desierto, no se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita. Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como árbol plantado junto al agua,  que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia; y nunca deja de dar fruto. Nada hay más engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién podrá comprenderlo?”. Dios literalmente nos maldice si confiamos en el estándar del ser humano, porque sabe que poner nuestra confianza y esperanza de vida en seres tan imperfectos como nosotros, no dejará nada bueno. Al contrario nos bendecirá mucho y nos garantiza que nos irá bien si ponemos nuestra confianza en Él. Bien dice Dios a través del profeta Jeremías, que nada hay más engañoso que el corazón, es imposible entenderlo. No nos conviene que el punto de referencia sea otro ser humano, más bien pongamos de referencia a Dios; que no se fija en nuestros errores, si no en la forma en que lo amamos, con todo y errores, pero con un corazón dispuesto a aprender de Él y mejorar.

En una sociedad que motiva el amor propio demasiado elevado, Proverbios 16:5 dice que Dios aborrece a los arrogantes, una cosa es segura, no quedarán impunes. Pablo en su segunda carta a Timoteo en el capítulo 3:1-5 hace una recomendación interesante. Dice que tengamos en cuenta que en los últimos días vendrán tiempos difíciles (es decir, ahorita). La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán presumidos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a sus papás, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios. Aparentarán ser piadosos, pero su conducta los desmentirá. Y le dice ¡con esa gente ni te metas!. Pero, cuántas de esas características son parte de la definición de amor propio en nuestra vida, es decir, ¿cuántas de esas cosas me definen? ¿Acaso no conviene juntarse conmigo?

La clave está en no amarnos más de lo que amamos a Dios, ¡es imposible! Si me llego a amar más de lo que amo a Dios, entonces mi definición de amor propio está equivocada y chueca.  En la carta de Pablo a los Gálatas, el escritor hace una fuerte declaración al respecto, (Gálatas 1:10) “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscará agradar a otros, no sería siervo de Cristo.” La única persona en la que debemos fijar nuestra dependencia y nuestro propio amor, es Dios, ni siquiera mi pareja, “mi alma gemela”, mis papás, mis amigos.. solo Dios.

Te recomiendo que te preguntes a ti mismo, ¿qué piensa Dios de ti?.. no en el pasado, hoy qué estará pensando Dios de mí. O acaso, ¿Dios no piensa en mí? Dios sí piensa en ti y en mí. Dice el profeta Jeremías en el capítulo 29:11 que Dios sabe muy bien los planes que tiene para nosotros, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darnos un futuro y una esperanza. Dios pensó en nosotros antes de crear cualquier otra cosa, formó el universo para que nosotros viviéramos en él. En la primera carta de Pedro 2:9 dice que somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios. (…) Ustedes antes ni siquiera tenían pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido. Tan pensó en nosotros que al ver que el mundo se iba a la perdición total decidió mandar a su Hijo a morir por nosotros. El profeta Jeremías también nos dice en el primer capítulo, que antes de formarnos en el vientre de nuestra madre, ya nos había elegido; antes de que naciéramos ya nos había apartado. No somos producto de la casualidad. Somos de Él, somos de Dios.
               
Yo soy de Dios y tú también, ahora definamos el amor por nosotros mismos con base en eso. Seamos agradecidos, pensemos en el amor de Dios y aprendamos a adaptarlo a nuestra vida, valoremos a los que necesitan ayuda, vivamos en orden y disciplina. Como le recomienda Pablo a los filipenses, vivamos siempre humildes. Necesitamos creerle a Dios, decidamos creer en la seguridad que Dios nos da, en su amor. Para así desarrollar la capacidad de perdonar a otros y a nosotros mismos, respetar, ser auténticos, reconocer nuestra capacidad de éxito y logro; y sobretodo medirnos con el estándar de Él y no de los millones de habitantes de este mundo igual de confundidos que nosotros.

Cambio y fuera!

viernes, 19 de agosto de 2011

Dios y el Sexo



¿Has escuchado la historia de José el soñador?

José el soñador, es una historia mundialmente conocida. José el hijo favorito, cuyos hermanos lo venden y se queda solo en la cárcel, pero llega a ser un gobernante famoso del reino egipcio. Resulta que durante una temporada de su vida, fue administrador de uno de los famosos funcionarios de faraón. Potifar, su jefe, el famoso funcionario, era muy rico y le delegó a José todas sus actividades. Un día, la guapísima y sexy esposa de Potifar se encontró a José solito en la casa, y literalmente le dijo “aquí estoy y soy tuya.. lo que quieras”… José se negó rotundamente y dice una frase muy interesante “Mi jefe, tu esposo, me ha delegado todo lo que está aquí, puedo hacer y deshacer lo que quiera, menos a ti. Además, ¿cómo le podría yo hacer esto a Dios?”. Y huyó. Ese es el interesante capítulo de la historia de José que ha cautivado mi vida. José tenía ante él, lo prohibido y codiciado a su alcance, pero prefirió obedecer a Dios y su compromiso previo, antes de satisfacer su ego como hombre, sus hormonas y su calentura.

El sexo siempre ha resultado y resultará un tema complicado en cualquier ámbito, a pesar de que hoy en día es mucho más fácil, y sobretodo, aceptado, hablar del tema, siempre será tema de discusión. ¿Qué se puede hacer y qué no se puede? Resulta que aun eso es creación completa y absolutamente divina.
Si estuvieras frente a Dios y pudiéramos preguntarle algo seguramente sería ¿por qué lo creaste y no nos dejas probarlo?... Pero como toda su perfecta creación, si nos dio permiso, pero con límites. El amor es la máxima expresión divina, y específicamente el amor sexual Dios lo creó, lo hizo para culminar el amor en pareja, pero lo restringió al matrimonio, por difícil que parezca. La carta a los Efesios 5:33 motiva a los esposos a amarse unos a otros en toda la expresión de amor. Y esto suena común y bien conocido, pero la verdad es que esperarse a tener relaciones hasta el matrimonio, ya es una idea pasada de moda. Pablo en 1°Corintios 6:12 hace una declaración interesante, nos dice que todo se vale, pero no todo nos conviene. ¡Sí! todo se vale, se vale tener sexo cuando quieras y con quien quieras… pero ¡no te conviene! No es el plan original que Dios tiene para nosotros.

El apóstol Pablo le recomienda a Timoteo, en su primera carta capítulo 5:1-3, que a las ancianas las debe tratar como a madres, a los ancianos como a padres, a los jóvenes como hermanos, pero a las jóvenes como hermanas, y especifica que con toda pureza.  La declaración de Pablo es completamente opuesta al mundo actual. Cada día es más y más común ver a chicos abrazándose y casi besuqueándose sin ser “prácticamente nada”. ¿Qué pasa con el mundo actual y la sexualidad en cualquier aspecto de la vida? El hombre actual vive para sí mismo. La cultura del hedonismo impera. Ser hedonista significa que lo único importante es la satisfacción personal, todo lo que busco que suceda es para el placer personal, y no procuro el bien común o la felicidad de los demás, en este caso la de mi pareja. No me importa cómo haré sentir al otro, mientras yo sienta un placer extremo. Pablo se los dijo a los Filipenses, capítulo 2:3, dice que no hagamos nada por vanagloria, ni por nosotros mismos, sino todo con humildad. Dios nos creó, pero nos motiva a parecernos a Él, de Él procedemos así que nuestro objetivo debe ser parecernos a Él, y no solo enfocarnos en nosotros mismos. Todo lo que Dios creó es bueno, nosotros, el sexo y todo lo que existe alrededor. Dios es perfecto y su ley también, pero nosotros somos simples carnales que debemos sin Dios, somos miserables; por eso lo necesitamos a Él. El problema está cuando nosotros corrompemos esa naturaleza creada por Dios, la impregnamos del egoísmo y de la cultura actual. Entonces caemos en pecado. Los pecados en el área sexual tienen la característica de generarnos una alta culpabilidad, que muchas veces escondemos, y vergüenza extrema.

Lo que necesitamos desarrollar es un compromiso con Dios, y no con el mundo actual. Por lo que Romanos 12:2 nos recomienda que no nos amoldemos al mundo actual, nada bueno nos deja, si no que debemos ser transformados por Dios. Recordemos que somos de Él, no de este mundo. Es más, parte de Dios vive en nosotros, la Biblia dice que somos la casa del Espíritu Santo de Dios, por lo tanto debemos comportarnos dignos de ello. Todo lo que hacemos con nuestro cuerpo, el Espíritu Santo está ahí presente, si pecamos, pecamos no contra nosotros mismos, sino contra Dios mismo. 1°Corintios 3:16 nos lo recuerda.

Y es que hablar de pecados sexuales, creo que ninguno de nosotros es capaz de quedar exento. Anteriormente solo se consideraba pecado estar en la cama con la mujer de otro hombre; pero hoy en día es todavía más fácil caer, la masturbación, pornografía, adulterio (estar casado y tener relaciones fuera del matrimonio), fornicar (tener relaciones antes de casarse)… entre otras. Bien dice Jesús en el evangelio según San Mateo, que con solo ver a una mujer y tener pensamientos sensuales o sexuales con ella está mal. Y es que al leer todo esto, entonces salimos perdiendo, pero resulta que Dios vino para los pecadores, es decir, todos nosotros. Pecar en el ámbito sexual es tan peculiar, que puede ser solo en la mente y nadie supo, pero Él siempre se dará cuenta, y la culpa nos perseguirá. Dice Pablo en 1°Corintios 6:18-20 que el que peca sexualmente peca contra su propio cuerpo, ya que aprendimos que Dios vive en nosotros; de otros pecados pecamos de dientes para afuera, pero aquí pecamos contra nosotros mismos. La clave está en huir, así como José huyó.  El mismo Pablo en Romanos 8:13 nos motiva a vivir con Dios, porque nosotros solos jamás podríamos mantenernos exentos de caer en las increíbles tentaciones del sexo, pero si vivimos con Dios, entonces sí podremos. En la misma carta a los Romanos 13:11-14 nos motiva a entender los tiempos actuales, a vivir en la luz y no escondernos en la obscuridad.

Te reto a comprometerte con Dios, ¡vale la pena!. Recuerda que todo nos es lícito, podemos hacer lo que queramos, pero procuremos aquellas cosas que nos convienen, que nos dan un beneficio tangible y sobre todo a largo plazo, más allá de 10 o 15 segundos de éxtasis. Si nos hemos equivocado en el pasado, o actualmente hay algo que no concuerda con la filosofía de Dios, Él siempre estará dispuesto a perdonarnos y darnos una segunda oportunidad. La clave está en comprometernos a echarle ganas y dar lo mejor de nosotros. Yo por mi misma soy miserable y no podría lograr nada, pero con Él puedo tener dominio de mi cuerpo, de mis hormonas, de mi calentura y salir adelante. 


Cambio y Fuera!

lunes, 15 de agosto de 2011

¿Cómo escoger a tu pareja?

Cuando te preguntan qué opinas del amor, la respuesta será dependiendo de la situación que estés viviendo en el momento. Y es que un detonante de los problemas amorosos, por lo regular, es la duda de una correcta decisión. ¿Escogí bien?, ¿escogí mal?, ¿se vale decir que siempre no?, ¿debería regresar?...  Y las dudas nos invaden a un punto en el que buscamos la respuesta en mil lugares diferentes, pero casi nunca encontramos la respuesta que esperamos, o peor aún, la correcta.

Todos hemos escuchado de Sansón, el súper fortachón que narra la Biblia y que si se cortaba el pelo perdía su fuerza. Y es que el caso de Sansón es realmente interesante. Te recomiendo leer el libro de Jueces del capítulo 13 al 16, donde se narra con lujo de detalle toda la historia del famoso héroe. Resaltaremos algunos puntos importantes de la historia, para empezar Sansón era un niño muy esperado y anunciado; así como Juan el bautista y Jesús eran nacimientos anunciados y sus mamás los esperaban; de la misma manera Sansón. Dios le prometió a su mamá que sería el libertador de su pueblo, por lo que debería siempre traer su pelo largo, eso le daría una fuerza extraordinaria. Él desde pequeño sabía cuál era su propósito, pero se desvió de eso. Su prioridad fue encontrar una mujer que le gustara, aunque no cumpliera con las mismas características que él tenía. Le parecían más atractivas las mujeres de los pueblos distintos al suyo y hasta cierto punto enemigos. Es así que se enamora de Dalila, una mujer de otra región y al poco tiempo Sansón se dio cuenta que ella estaba confabulándose con los gobernadores de su pueblo, para acabar con Él y su gente, y ¡no le importó!, la verdad le ganó la hormona. Lo peor de todo, es que cedió y confesó su secreto. Así que Dalila le cortó el pelo y Sansón, en medio de una guerra entre los dos pueblos, quedó completamente debilitado. Estaba tan débil, que dice el narrador que le sacaron los ojos. Sansón se arrepiente y Dios tiene misericordia de él, porque siempre recordemos que Dios cumplirá su propósito CON o SIN nosotros. Y le devuelve la fuerza solo un momento, para que derribe los pilares de la plaza en la que estaban, y matar al pueblo enemigo, pero él también muere en la batalla. Esta historia en verdad es interesante y creo que la mayoría la hemos visto repetida en muchísimas ocasiones. Las relaciones amorosas tienen una repercusión eterna en nuestra vida.

Partiendo de ésta historia, surge la incógnita sobre la importancia de escoger adecuadamente a nuestra pareja sentimental. Cada quien dirá la razón que corresponda y sea producto de su relación actual o de su historia personal. Hay quien considera importante decidir correctamente para evitar que lo lastimen, para no perder el tiempo, para tener relaciones saludables… ¿por qué consideras que es importante decidir bien? Como ejercicio personal te recomiendo preguntarte esto a ti mismo.

Y resulta que en un tema tan controversial, no hay reglas, ni siquiera Dios nos pone reglas. Pero si nos da algunos consejos o recomendaciones, que viniendo de Él, vale la pena seguir. Punto número uno para tomar en cuenta, es la humildad, dice Pablo en su carta a los Romanos que no seamos arrogantes y sobretodo no creamos que lo sabemos todo. En la segunda carta a los Corintios, Pablo hace una recomendación interesante, dice que no “formemos yunta con los incrédulos”, la comparación es con un par de bueyes, sin que sea en un mal sentido, anteriormente, cuando los bueyes tenían que marcar los surcos en la tierra, para que fueran exactamente iguales y no se desviaran el uno del otro, se les unía con un pedazo de madera en el cuello, siendo esto la yunta; de esta manera si uno tiraba a la derecha el otro también, en caso de que cada uno jalara hacia un lado diferente, lastimaría el cuello del otro. Y es que en las relaciones emocionales es igual, es recomendable estar con alguien que comparta nuestras creencias, esquema de valores y convicciones, de forma que siempre podamos ir en la misma dirección y no jalemos para rumbos distintos, porque de ser así nos lastimaremos. El objetivo debe ser común, y mejor aun cuando ambos estamos enfocados en Dios y buscamos una vida congruente con Él, bien dice el evangelio según San Mateo, que si buscamos el reino de Dios, todas las demás cosas llegarán solitas. Si nuestra prioridad es Él, entonces nos será más fácil y armoniosa la convivencia en la relación. El objetivo en común, parte de las creencias y actitudes que cada uno tenemos ante la vida. Y es que en cuestión de relación, cada uno de nosotros fue formado y creció en un ambiente completamente diferente al de nuestra pareja, todos llevamos a la relación, el bagaje de nuestra formación familiar, nuestro entorno social y experiencias vividas; a partir de ahí vamos desarrollando una concepción personal del mundo y de la vida. Sin embargo incorporar a estas creencias, el código de ética y la estructura de vida social que enseña Dios es muy sano. Los capítulos 4 y 5 de la carta de Pablo a los Efesios (analizados en la Sesión 8 de este Blog) hablan sobre el código de ética y conducta. Ser prudentes los unos con los otros, no criticarnos, ser amables, no dejar que el enojo nos carcoma por dentro, ser apacibles, ser responsables, etc. Estas características definitivamente le darán un sello muy diferente a nuestras relaciones. La carta a los Hebreos nos motiva a preocuparnos los unos por los otros, siempre motivándonos al amor y a las buenas obras, y esta resulta una característica importante y necesaria en nuestras relaciones; estar con alguien que nos motive, nos empuje y siempre busque lo mejor para nosotros, es una cualidad extraordinaria hoy en día. Una vez que vamos adoptando estas características a nuestra vida, me resulta interesante la observación que hace el libro de Proverbios que es mejor vivir en la azotea de cualquier casa fea, que vivir en una enorme casa con una mujer peleonera. Y es que nuestras actitudes personales son muy importantes para la salud de nuestra relación. Dice Proverbios que es mejor vivir en el desierto, que con una mujer de mal genio. Y a su vez nos recuerda que como una ciudad sin defensa, es un hombre que no sabe controlarse. Seamos personas con alto dominio propio, y busquemos lo mismo. Característica importantísima al momento de escoger a nuestra compañía emocional, es la evaluación de la honestidad. Proverbios se refiere a las personas honestas y las respuestas sinceras como un beso en los labios. Y me parece una analogía perfecta, porque hablar con la verdad es la clave para las relaciones.

Según un estudio de la compañía de belleza Dove, en el 2010 se preguntó a un grupo de mujeres sobre la percepción de la belleza en México, y el resultado es que solo el 1% de las mujeres en México se sienten realmente bellas y están conformes consigo mismas. Es sorprendente. Sabemos que el concepto de belleza estos días ha ido cambiando en referencia a lo que hace unos años nos parecía hermoso y envidiable. Pero siempre recordemos lo que Dios ve. Cuando el sacerdote Samuel tenía que escoger al nuevo rey de Israel, en los tiempos de David, Dios le recuerda en qué cosas si se debe detener y cuáles debe pasar por alto. “No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” Fijémonos en el corazón. Dice Proverbios que las mujeres indiscretas y chismosas son como un anillo de oro en el hocico de un puerco cochino. Me encanta la recomendación que hace Pedro en su segunda carta, “que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” Busquemos belleza interna y seamos bellos de verdad. Siendo también, en todo momento, responsables. Busquemos una pareja que al tener los mismos objetivos, comparta a su vez la misma responsabilidad, de esta manera nos sentiremos seguros y confiados.

Dios nos dio la capacidad de decidir, es el libre albedrío. Me gusta el consejo que nos da Pablo en su carta a los Gálatas 5:13, dice “hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros en amor.” Somos libres, Dios nos da la libertad y la opción de decidir, sin embargo el abuso de la libertad nos traerá muchos conflictos y problemas; y por otro lado seguir el consejo divino realmente nos ayuda a prevenir y llevar relaciones sanas. Esa libertad de decisión debe ser apoyada por todos los consejos anteriores, recordando que siempre debemos buscar el equilibrio. No podemos esperar la gente perfecta, ni esperes mucho ni esperes nada. Lo importante es su dedicación a Dios, su relación personal con Dios. Recordemos que nosotros jamás podremos cambiar a una persona, si nos es difícil cambiarnos a nosotros mismos, cambiar a otros será todavía más complicado. Dios siempre puede cambiar a quien se deje cambiar. Tenemos la libertad para escoger, pero si oramos ayuda de Dios, seguramente Él nos podrá los medios para decidir de la mejor manera. La recomendación número uno, siempre será vivir en continua dependencia de Dios confiando en Él.

Cambio y Fuera!

lunes, 8 de agosto de 2011

Significado del Amor

Creo que no hay una boda a la que haya asistido y no se le haya dado lectura a  1°Corintios 13. Para muchos es el capítulo favorito en toda la Biblia. Todo el capítulo habla del amor y de sus características, es hasta cierto punto poético, ya que suena muy lindo. Sin embargo leerlo con detenimiento nos lleva a realmente saber cuál es el significado del amor, mismo que no siempre conocemos a detalle, lo hemos escuchado, experimentado un poco o mucho, pero a fondo es complicado definirlo. Pablo a diferencia de nosotros, no describe un sentimiento, describe al amor perfecto.

El capítulo anterior de la carta que Pablo está escribiendo, describe los diferentes regalos que Dios da, es decir, las habilidades que tenemos y cómo las distribuye; porque ya sabemos que todos somos buenos para cosas diferentes. Sin embargo al finalizar menciona que lo más importante es el amor. Y qué lindo se oye eso, sin embargo es necesario desmenuzar el capítulo para comprenderlo y entonces sí, ponerlo en práctica.

“Si yo hablase en lenguas humanas y angelicales, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que se retine.”  Hablar lenguas angelicales tiene que ver con el grado de espiritualidad que podemos llegar a tener.  Ya que nadie en la tierra habla lenguas angelicales, pero quién no querría hablar como los mismos ángeles, tan santos, puros y cerca de Dios. Sin embargo el autor nos da un dato importante, que si tenemos estas habilidades, pero no tenemos amor, entonces nos volvemos un ruido tan horrible que nos dejaría sordos, porque así suena el metal que es golpeado, fastidia. Los regalos que Dios nos da, es decir, las habilidades o dones con los que nacemos son instantáneos, nacimos con ellos y en cualquier momento hacemos uso de ellos; sin embargo el amor es un fruto, es el resultado de nuestra relación con Dios, así que va a requerir tiempo, no es inmediato.

“Y si tuviese profecía y entendiese todos los ministerios y toda la ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.” En el mundo actual la mayor riqueza es el conocimiento, el que tiene conocimiento tiene poder y dominio, sin embargo el autor es muy claro, no sirve de nada tener todo esto. Aun saber qué pasará a futuro y conocer los misterios del mundo es completamente inútil si no tenemos amor. Y menciona una declaración muy fuerte, aunque mi fe fuera tan grande que moviera una montaña de un lugar a otro, pero si no tengo amor, no sirve de nada. Es decir, que el amor es una decisión, no es producto ni siquiera de la fe.

“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo  para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. “ Lo interesante de Dios es que como dice en el libro de Samuel, Él ve lo que nosotros no vemos. Los seres humanos le damos muchísima importancia al –humanismo- a la caridad, a las buenas obras; y Dios también, pero Él ve más allá. Y es que las buenas obras no siempre son actos de amor, lamentablemente en muchísimas ocasiones son actos de orgullo, de presunción, tratando de demostrar una bondad falsa y un corazón tan orgulloso que solo quiere el reconocimiento público.

“El amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es presumido, no es orgulloso, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.” En tres versículos Pablo nos da las características del amor que será exitoso en cualquier relación. Pone en primer lugar ser pacientes, porque la generación actual vive el momento y queremos todo rápido, ahora, perfecto, sin errores y sin perder un segundo. Pero resulta que los demás no son máquinas que podamos controlar, así que debemos ser muy pacientes. Luego nos motiva a ser bondadosos, buscar el bien de los demás antes del propio. Decir no a la envidia, tan complicado ya que envidiamos hasta los mínimos detalles, no soportamos que a nuestra pareja le pueda ir mejor que a nosotros, más sueldo, mejor carrera profesional, mayor carisma. No ser presumidos, y es que es tentador vivir la vida aparentando, pretendiendo que somos el modelo perfecto, seamos auténticos. No orgullosos, cuando lo más importante hoy en día es ser el número uno siempre, ganarle a todos aún a las personas que más amamos; siendo tan imperfectos no deberíamos ser tan orgullosos y presumidos, si no apliquémonos a mejorar. Dice el autor que el amor no hace nada indebido, y esta parte es interesante, porque hablar de “cosas indebidas” regularmente nos lleva a pensar en asuntos de sexualidad, pero en esta ocasión podemos extender el término; los actos indebidos pueden ser celos, rencores, chantajes, groserías, usar a otros para mi beneficio, chismes; es decir, cualquier acto que vaya en contra de lo correcto, así de fácil. El amor no busca lo suyo, sigue la regla de oro de Dios, ama a tu prójimo como a ti mismo, no te ames tanto que se te olvide que la persona que amas es la más importante; busca el equilibrio. Y luego menciona algo muy interesante y dice “no se enoja con facilidad, a diferencia de lo que menciona anteriormente, abre una puerta al enojo, pero limitada; tiene que ver con lo que menciona en Efesios “no se ponga el sol sobre tu enojo”, nos da oportunidad de molestarnos, pero sin pecar, que no sea tan frecuente que la relación se vuelva tensa y odiosa. Porque el amor no es injusto ni celebra la injusticia, siempre busca la verdad; las mentiras son asesinas de las relaciones amorosas; busquemos siempre la verdad, porque Dios no es injusto, y buscamos parecernos a Él.

“Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” En muchas ocasiones he visto y escuchado como es –delicioso- para el oído de varios, citar esta parte solamente. Porque entonces sí podemos ser mártires, tenemos derecho de aplastar a otros, porque así es el amor.. ¿no? “aguanta todo”. ¡Pero eso es falso! El amor que Dios nos está enseñando, es un amor que aprendió previamente todas las características, por lo tanto creerá, tendrá esperanza y soportará. Porque sabe que no se permite el abuso y que Dios busca el bienestar de todos y no de unos cuantos. Pero la condicional son todas las características anteriores.

“El amor nunca deja de ser, pero las profecías, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.” Recordemos que el amor existe con o sin nosotros. Todo se termina (la ciencia, lo material), pero es imposible terminarlo, porque procede del inicio de todas las cosas: Dios. La primera carta de Juan 4:8 lo dice súper claro, Dios es amor. Dios es la fuente inagotable de amor, si aprendemos el amor de Él y lo recibimos de Él, entonces sabremos amar de la manera en que Él nos ama. Es mentira que el amor se acaba, lo que se termina es el sentimiento y la emocionalidad, pero el amor que se describe aquí es interminable, porque procede de una fuente eterna llamada Dios.

“Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando  yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, más cuando ya fui hombre, dejé lo de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente, mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.”  Ahora conocemos solo una parte, lo que este mundo conoce sobre el  amor y que es el tipo de amor que hemos practicado muchos años. Pero en un momento perfecto, cuando conozcamos a Dios cara a cara llegaremos a conocer el amor perfecto. Debemos vivir en amor, para llegar a ese punto de perfección con Dios. El amor que experimentamos los humanos es IMPERFECTO, por lo tanto nos equivocamos y lastimamos. Pero si nos unimos a Dios podremos experimentar el amor de Dios, perfecto. Lo antes escrito es el manual para vivir en medio de la imperfección.

“Ahora permanezcan en la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” La Biblia dice que sin fe nadie verá a Dios, necesitamos fe para creer lo que Dios dice, de no ser así es una total locura. Necesitamos esperanza, para poder pasar por los tiempos complicados, sabiendo que Dios tiene control y que lo mejor está por venir. Pero dice que lo más valioso es el amor, decidamos tener amor como el que Dios nos da y espera que demos.

Cambio y Fuera!

sábado, 30 de julio de 2011

La lucha libre

Tenemos la dicha de ser personas únicas, especiales, con características tan peculiares que nunca encontraremos alguien igual, tal vez semejantes y afines en gustos o disgustos, pero nunca igual. La maravilla de ser tan diferentes, también nos genera una cantidad de conflictos interminable los unos con los otros. Y es que es tan común tener “problemas”, conflictos, desacuerdos; pero tan complicado poder resolverlos, y casi imposible llegar al común acuerdo y a la reconciliación.

Analicemos primero la diferencia entre un conflicto y un problema, porque la mayoría lo usamos como sinónimos y no es así. Un conflicto es una diferencia de idas, es decir, dos personas que no están de acuerdo en alguna situación. Y un problema es un conflicto no solucionado. El objetivo es aprender a resolver los conflictos y así evitarnos muchos problemas. Regularmente un problema es difícil de solucionar y destruye relaciones.

En primer lugar analizaremos cuál es la forma más común de resolver un conflicto entre seres humanos. ¿Qué haces cuando estás muy molesto con alguien? La lógica nos dice que hay dos formas de resolverlo: lo evitas o lo enfrentas. Cuando evitamos un conflicto, porque todos lo hemos hecho, caemos en dos conductas muy comunes, pero no correctas. La primera: Retroceder del conflicto, significa darle la vuelta; ¡sí! así de simple. Y es que muchísimas veces preferimos ignorarlo, darle la vuelta, “olvidarlo” para así evitar tomar acciones para resolverlo.  La segunda es: Quitar importancia de los puntos conflictivos, es decir, hacer menos aquella situación que nos está incomodando. Estas dos formas de evitar un problema son muy comunes, ya que son fáciles, no necesitamos “confrontar” a la otra parte, no tenemos que llegar a un acuerdo. Y la mayoría concluye en “se me olvidará, todo pasa, el tiempo borra todo”, pero también sabemos que eso no es cierto. Evitar los conflictos, solamente nos lleva a incrementar el coraje, el resentimiento, las envidias, que a la larga se convertirán en ira y enojo.

La segunda forma de resolver conflictos es enfrentándolos. Sin embargo no todas las formas de enfrentarlos son las correctas. La primera forma de enfrentarlo es: usar el poder para imponer una solución. Y es que todos llegamos a estar en cierto punto de poder sobre otros, en menor o mayor escala, es decir, si eres jefe, mamá o papá, hermano mayor, tienes amigos que te siguen, eres el líder de algún grupo o equipo, en tu grupo social tienes influencia sobre otros; entonces con mucha facilidad puedes llegar a “imponer” tu decisión final sobre el conflicto, y lo más común es que los demás no tendrán de otra, más que acatar tu decisión. La segunda es: hablarlo, sin llegar a algún acuerdo; es decir, ninguna de las partes involucradas está dispuesta a ceder. Es aquí cuando empezamos con las quejas y justificaciones, porque dimos nuestra opinión, escuchamos la del otro u otros, pero ni nosotros ni ellos estamos dispuestos a ceder. Esta opción nos deja igual o peor en la relación. La tercera es: Echarle la culpa a otro, la cual es una de las tentaciones más grandes que existen, ya que no hay nada más delicioso que justificarnos en las acciones ajenas, para eximirnos de la responsabilidad e inculpar a otro. Y pareciera que ya estamos enfrentando los conflictos, sin embargo, dejamos el proceso a la mitad. Y una vez más, el coraje, el enojo, la crítica, el egoísmo, se incrementan en nuestro interior.

Y es que dentro de la opción de enfrentar los conflictos, está la última opción. Es muy conocida, poco o casi nada practicada, y además es bíblica. Es la opción de Dios; la confrontación.  La confrontación tiene que ver con el cotejo entre dos ideas o dos personas, es decir, enfrentar a otra persona y debatir los puntos de vista. El objetivo de la confrontación al estilo de Dios es buscar la paz los unos con los otros, es decir, tratar de llevar una vida pacífica, a pesar de las diferencias.  
Confrontar es exponer el planteamiento de cada una de las partes involucradas y tratar de llegar a una conclusión que beneficie a todos. El objetivo sería llegar a la reconciliación, sin embargo no en todos los casos es posible. Reconciliarse significa <restablecer la concordia>, es decir, retomar la relación. Dios no nos obliga a reconciliarnos, pero si a estar en paz por medio de la confrontación; si nos reconciliamos es un regalo extra. Tenemos el ejemplo en la Biblia, sobre Pablo y Bernabé; Pablo el gran apóstol que predicó por todo el mundo conocido en los tiempos bíblicos, tenía un amigo llamado Bernabé, con quien hacía su trabajo de evangelismo. Un día Bernabé quiso llevar a Marcos, su sobrino, quien era un poco inmaduro al principio, pero poco a poco fue aprendiendo sobre el maravilloso trabajo que realizaban. Pablo era un hombre muy firme, duro y no paciente, que no pudo llevarse bien con Marcos. Así que Pablo y Bernabé entraron en conflicto, y antes de convertirse en problema, hablaron entre ellos y decidieron separarse, Bernabé se llevaría a Marcos consigo para seguir trabajando y Pablo se iría por su cuenta. Hicieron justo lo que Dios espera, buscaron la paz entre ellos, aunque no volvieron a ser compañeros de viaje y trabajo. Busquemos confrontar y enmendar nuestras relaciones, es mejor vivir en paz, nos conviene a todos.

Al momento de confrontar, es necesario tener en cuenta dos fundamentos. El primero es que este proceso empieza por mí, no importa si soy yo el que tiene la culpa o el otro, o tal vez ninguno de los dos; siempre empecemos nosotros. Mateo 7:1-5 nos reta de manera interesante. Dice que si estás en el altar en la iglesia, antes de depositar tus ofrendas y te acuerdas que tienes una diferencia con alguien, es necesario ir primero y resolverla y luego depositar la ofrenda. Me resulta muy interesante que Dios le da más importancia a solucionar nuestros conflictos unos con otros, que a depositar nuestras ofrendas. Y también me resulta peculiar el hecho de que mencione el hecho de estar a punto de dar las ofrendas, tal vez porque esta es una representación de algo tan santo y un momento donde nos sentimos muy obedientes a Dios al dar nuestras ofrendas. Pero para Dios es más importante el hecho de buscar la paz los unos con los otros. Y el segundo fundamento es que debemos arriesgarnos al enfrentamiento, ya que no siempre saldrá como esperamos, pero vale la pena tomar el reto. Ya sea que yo ofendí o que me ofendieron, debo tomar el reto.  

Y siempre recordemos que ¡reconciliarnos tiene mucho de bueno!. Tener un conflicto, confrontarlo y llevar a la reconciliación, produce una relación mucho más profunda, ya que desarrollamos la comprensión y la compasión. Además, aprendemos a reconocer un poco más la gracia de Dios. Mejoramos nuestra comunicación. Y nos conocemos mejor a nosotros mismos.

Tengamos siempre presente lo que nos menciona Mateo  en el famoso Padre Nuestro, la oración modelo, que si nos perdonamos los unos a los otros, entonces Dios nos perdonará. El perdón tiene ese pequeño candado, no solo esperemos que Dios nos perdone, es necesario que nosotros también nos bajemos de nuestro escalón de ego y resolvamos los conflictos para buscar la reconciliación y el perdón.



Cambio y fuera!

sábado, 9 de julio de 2011

Ética Elemental para las Relaciones

Todo ser humano, sin importar su condición, se enfrenta a muchos conflictos y problemas a lo largo de su vida. Pero el mayor de todos está en las relaciones humanas. Relacionarnos los unos con los otros resulta uno de los conflictos que puede volverse sumamente estresante en nuestra vida. Si analizamos la raíz de todo este conflicto, llegaremos al punto medular: el egoísmo. Todos los seres humanos somos egoístas, entonces un egoísta relacionándose con otro igual de egoísta es igual a problemas y lamentablemente muchas veces rupturas.

Es por eso que analizaremos el “Código de ética” para las relaciones. Como se ha mencionado anteriormente, Dios nos creó y sabe muy bien de “qué pata cojeamos”, es decir, sabe que necesitamos una guía para relacionarnos, de otra manera no nos es posible sobrevivir. En la Biblia está este código, específicamente en la carta a los Efesios, escrita por Pablo, capítulos cuatro y cinco.

Para empezar el escritor nos recuerda cuál es el propósito de este código de ética y sobretodo de nosotros como seres humanos, el objetivo es que seamos “uno solo”, es decir, que todos somos parte del mismo grupo de hijos de Dios. Como si fuéramos parte del mismo equipo o del mismo cuerpo. Por lo tanto no podemos estar peleados por la eternidad los unos con los otros; es como si un día nos enojáramos con nuestra propia oreja, o con un ojo, con un pulmón; es ¡imposible!, necesitamos todos los miembros del cuerpo. De la misma forma nos necesitamos unos a otros, pues cada uno debe cumplir con una función y los demás estamos para complementarla.   Y al leer esto, seguramente estás pensando que siempre hay excepciones de gente “nefasta, tonta, incompetente”, con la cual simplemente no te puedes relacionar. Pero resulta que muy probablemente alguien más esté pensando eso de nosotros, así que es momento de aprender a convivir y sobrellevarnos. En primer lugar el escritor nos reta a vivir con humildad, literalmente dice: “vivan siempre humildes, amables, pacientes y tolerantes”. La carta completa podría reducirse a esas cuatro palabras, y ya con eso nos mete en muchísimos problemas, pues la mayoría carecemos de esas cualidades. Y pensando en lo difícil que nos es hacerlo, el escritor nos motiva a esforzarnos, pues no es una tarea sencilla y requerirá toda la vida. Y para lograrlo Dios nos extiende su –gracia-, esto significa que si se lo pedimos, nos dará el carácter para hacerlo. Para al final, poder ser más parecidos a nuestro creador.

En esta parte de la Biblia se refiere al ser humano como “hijo de luz”, es decir, el escritor nos motiva a vivir como personas que iluminen su entorno; y es que en un medio de basta atrocidad, la luz resulta la única esperanza.  Dios creó la luz para separar lo bueno de lo malo, donde hay luz está Dios. Cristo es la luz y si aprendemos a seguirlo, no perderemos la luz; vivir en la luz es vivir como Cristo nos enseña. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no pueden extinguirla.  Me resulta muy interesante que a partir de aquí las recomendaciones son tan claras, tan textuales, que en muchas ocasiones no les prestamos la atención necesaria. De hecho no hace falta mucha interpretación espiritual, hace falta mucha práctica y nada más.

Lo primero que se nos invita a hacer es a vivir sin pensamientos frívolos. ¿Qué es un pensamiento frívolo? La envidia, el egocentrismo, mis intereses antes de los demás, usar a otros para cumplir con lo que quiero, el chantaje, la venganza… son ejemplos de pensamientos frívolos, es decir, que carecen de cualquier tipo de luz o esperanza; y ahí en la mente y nuestros pensamientos comienzan las peores guerras. Después nos reta a no cometer actos indecentes, y más allá de los referentes al área sexual, que seguramente fue lo primero que vino a tu mente, debemos reflexionar, qué es un acto indecente, tiene que ver con todo lo que atenta a la moral, a lo decente; involucra robar, codiciar, mentir (que adelante lo refuerza), la hipocresía, hablar mal de otros… Y sabiendo que uno de los principales conflictos en los seres humanos es la mentira, lo vuelve a reforzar diciendo que ya la dejemos y hablemos con la verdad. Me llama la atención que no dice “en la medida de lo posible habla con la verdad”, solo dice: di la verdad. Sí aunque duela, aunque te lleve a afrontar las consecuencias de decisiones anteriores, no importa dejemos el mal hábito de las mentiras chiquitas que se convierten en grandes. Y a continuación viene uno de los más complicados de seguir: “si te enojas no peques, no dejes que el sol se ponga sobre tu enojo”, particularmente en esta frase me encanta el hecho de que no dice NO TE ENOJES, si no que Dios entiende y reconoce que todos nos enojamos, es más, hasta ¡Él se enoja!; pero si nos enseña que no puede pasar más de un día con nuestro enojo. Sabemos que entre más tiempo pase, meditamos más la venganza, el coraje se incrementa y le damos una excelente oportunidad al diablo de meterse en nuestros sentimientos y como dijéramos en un lenguaje coloquial – “meter cizaña”.  Y luego viene uno de los más tentadores retos que existen: evitar las conversaciones obscenas y palabras indecentes; en una plática entre amigos comentábamos que no hay nada más tentador y delicioso a los oídos actuales y “modernos”, que hablar con groserías y obscenidades; es más, el que no lo hace se siente privado en su lenguaje; cuando debería ser al revés, hay tantos miles de palabras de las cuales hacer uso, para qué remitirnos a tan pocas. Todo lo que oímos se queda grabado en el corazón y dice la Biblia que de la “abundancia del corazón habla la boca”, llenemos nuestro interior de cosas que nos ayuden en lugar de perjudicarnos.  Más adelantito viene un reto muy interesante “abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias”, estas características son  ingredientes clave en cualquier pelea, discusión, conflicto, y regularmente terminan las relaciones basadas en esas características no terminan positivamente.  Y al final viene una recomendación interesante: no se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. No dice que el alcohol es pecado, pero si dice que el desenfreno al que llevan las borracheras es muy negativo. Y es que cuántas relaciones no se han visto afectadas por causa del alcohol.

Lo que más interesante me resulta de todas las recomendaciones mencionadas, es que Dios las mandó decir con Pablo en esta carta hace muchísimos años, es decir, que en ese tiempo las relaciones humanas también están en conflicto, y resulta que hoy en día siguen igual. Tomemos estos consejos y llevémoslos a la práctica. La clave está en practicar, hasta que nuestros hábitos negativos sean eliminados. El autor de estos capítulos nos reta a vivir de manera diferente, no como vivíamos anteriormente, hoy conocemos a Dios y sabes lo que espera de nosotros, vivamos entonces como hijos que quiere parecerse a su creador. Vivamos como hijos de luz y mantengamos relaciones saludables, los resultados son inmediatos.

Cambio y fuera!